Política Cultural Nacional
2003-2012

 

Para algunos causa mucha sorpresa la enorme adhesión que dispara nuestro Gobierno Nacional en amplios sectores sumamente prestigiosos de la cultura popular. Actores, músicos, pensadores, escritores, gente de teatro, deportistas, filósofos, analistas, científicos conforman una red de esclarecimiento y contención ante tanto agravio desmadrado. Curiosamente sectores de clases medias y medias altas que observan a la ley de medios como un objeto cultural de capital tenor y que al mismo tiempo no ven a las restricciones en la compra de dólares como un evento determinante siendo quizás uno de los segmentos que por necesidades y urgencias profesionales más necesita de los viajes, cuestión casi natural dentro de sus labores.

El arco opositor no guarda el mismo correlato colectivo. Cuesta hallar dentro del FAP algún colectivo cultural que apueste por sus proyectos, lo mismo sucede con el Peronismo Disidente, con Unión Celeste y Blanco, y con las demás fuerzas que asumen la representación de la izquierda dogmática. La Unión Cívica Radical cuenta con sus históricos militantes sin haber sumado novedosas adhesiones a la par que el Pro ha sabido captar a personajes de perfil mediático que si bien no tienen relación estricta con la cultura ostentan un grado de popularidad notoria. Aclaro que hablo de masividad y organicidad, no de puntuales individuos que hace rato lucen posición ideológica tomada, por caso Sarlo, Aguinis o Del Sel entre otros.

Es probable que la variedad de programas culturales, las inversiones realizadas y las diversas leyes impulsadas y aprobadas a favor del sector hayan volcado simpatías tan heterogéneas como extrañas. Evidentemente las políticas implementadas han contemplado a amplios sectores de la cultura que supieron valorar el compromiso presupuestario estatal y su íntima relación con la producción artística nacional tanto a nivel miniseries televisivas como en el rubro cinematográfico. A este respecto el INCAA ha desempeñado un rol fundamental para desarrollar una industria que promueve el progreso de un variopinto número de actividades colaterales lo que trajo como consecuencia un crecimiento ocupacional de carácter exponencial. Además tanto el canal Encuentro como la señal Paka Paka han innovado artísticamente dentro de  segmentos comunicacionales en donde la inversión estatal había estado llamativamente ausente. El programa Libro por Ciento implementado a partir del año 2006 ha potenciado notoriamente la adquisición de material bibliográfico a favor de la Bibliotecas Populares con el consecuente crecimiento de la industria editorial. El proyecto Café Cultura y la multitudinaria Tecnópolis promueven la posibilidad gratuita de acercarse al arte/debate, a las ciencias y a la técnica de la mano de sus auténticos hacedores, a la par que El Fútbol para Todos ha permitido socializar los derechos de modo permitir que la actividad recreativa y cultural más representativa de nuestra sociedad sea de libre acceso, esto incluye el proyecto Televisión Digital Abierta que ya cuenta con más de 4 millones de espectadores.



        


La importancia que el kirchnerismo le ha dado a la cultura popular, de modo federal, ampliado la base de actividades e incorporando a cuantiosos sectores hasta hoy excluidos debería responder con fundamentos a aquellas dudas iniciales. Nada de esto se pudo haber realizado sin decisión política, sin presupuesto, sin contemplar que la cultura popular y su posibilidad de accesibilidad constituyen el eslabón cardinal de nuestra identidad como pueblo.

Lamentablemente la oposición no ha mostrado interés en debatir el proyecto multicultural del ejecutivo y su relación con la ley de medios. Encapsulados en sus demandas mediáticas bajo el prisma de agendas intrusas prefieren omitir la excelente oportunidad que nos presenta la ley para horizontalizar y democratizar aún más la cultura.

En oportunidades es interesante la observancia sobre las preferencias de los actores sociales más destacados y comprometidos con la cultura para poder hallar explicaciones que percibimos engorrosas, distinciones y percepciones que de algún modo nos pueden ayudar a entender de la misma boca de los afectados por qué determinadas cuestiones resultan altamente indispensables y positivas.



Demás está aclarar que la calidad debe formar parte necesaria del debate. Por ahora observo que no siempre los resultados guardan relación con dicha búsqueda, de todas maneras el promedio exhibido nos hace optimistas de cara al futuro. En lo personal me gusta mucho la programación de la televisión pública pero me permito exigirle un mayor nivel de pensamiento crítico. Sabemos que tal cosa se hace imposible si se intenta desde la oposición vaciar sus contenidos rechazando invitaciones, menoscabando a los interlocutores, sosteniendo que todo lo que camina por sus pasillos sólo persigue cuestiones pecuniarias, para luego afirmar ausencia de pluralidad. Rechazar una invitación para luego sentenciar que en la TV pública domina el discurso único me parece de una miserabilidad notable.



La política cultural que lleva a cabo el ejecutivo nacional resulta una excelente plataforma de despegue luego de tantísimos años de oscurantismo y vulgaridad. Erratas mediante vale la pena el debate para subsanar dichas falencias y transformar buenamente todo aquello posible de modificar. Por ahora y de forma lamentable encuentro muy triste observar el beneplácito que tienen algunos intelectuales opositores cuando sobrevienen los naturales tropiezos que afectan a toda gestión.




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