Entre Prefectos y Gendarmes, 
la miseria política y el 7D



Todo ha vuelto a foja cero; implícitamente desde el ejecutivo se admitieron ciertos errores asegurando futuras correcciones en la redacción del decreto, inclusive, desde el Ministerio de Defensa y de Seguridad, Berni ha firmado el petitorio con la promesa de su evaluación. Sin embargo los ejes de discusión se van corriendo paulatinamente en la misma medida que determinadas cuestiones son resueltas.

La oposición, miserable como es su costumbre, se sirve del movimiento castrense para aumentar su virulencia argumentando responsabilidades directas del Gobierno más allá de un papelito firmado que no hace al asunto si el mismo no es acompañado por acciones concretas.

Los conspiradores mediáticos se vistieron durante un par de horas de democráticos, acaso por miedo escénico, pretendiendo hacernos creer que son el reaseguro del sistema. Nada más falso si observamos sus conductas anteriores y posteriores al dilema marcial.

Solanas y Donda aprovecharon la ocasión para responsabilizar al ejecutivo por la falta de sindicalización de las fuerzas armadas. Curiosa mención progresista si al mismo tiempo se soslaya intencionalmente que dicha sindicalización requiere de estatutos mucho más complejos y diversificados debido a ciertas prerrogativas históricas que tiene la actividad y a lo disímil de cada una de las armas. Por fuera de este conflicto puntual, provocado por la llamativa impericia de los superiores exonerados, todos los argentinos sabemos a la perfección que un integrante de las fuerzas armadas posee licencias y ventajas no escritas que están muy por encima del resto de los habitantes. Por caso los sistemas de pensiones y retiros. Cuestión que hasta ahora nadie desea discutir.

A la par varias entrevistas a Aldo Rico se lucieron con túnicas de pasado cercano mientras varios políticos y analistas opositores comulgaban con la teoría de los dos demonios criticando al Gobierno por sus “provocaciones” debido a los juicios por la verdad y el homenaje a los caídos durante la represión.

Las imágenes castrenses observadas (exhibición de banderas con consignas fundamentalistas, cartelería carapintada y cacerolela, canto del himno etc.) muestran a las claras que esta porción de las fuerzas armadas no desean estar sujetas bajo el orden republicano como bien sentenciara Leopoldo Moreu (somos la Patria se llegó a gritar y leer), debido a que estuvieron por arriba de sus mandos naturales, en este caso la Presidenta de la Nación.

Todo militar sabe que las órdenes no se discuten y quién las discute es susceptible de penalidad; argumento vertical y cardinalmente lógico dentro de la actividad, malamente utilizado como excusa cuando la obediencia debida.

Las fuerzas armadas no son ni pueden ser internamente colectivos democráticos, lo deben ser con relación al resto de la sociedad, no en sus entrañas. Las órdenes no se debaten, se cumplen. La portación legal de armas, la cadena de mandos y la reglamentación taxativa hacen al carácter estricto de la actividad, de modo que cualquier desmadre o discusión debe encausarse dentro de los mismos carriles y no bajo el fraudulento éxtasis de una inocente queja salarial. El hombre legalmente armado y entrenado para el servicio de la Patria y la democracia no es un trabajador común justamente porque porta legalmente un arma. En consecuencia sobrelleva para sí ventajas y responsabilidades superiores que no tienen el resto de los trabajadores. Por caso su capacidad de presión. Imaginemos un escenario en donde en pleno conflicto fronterizo a un sector de las fuerzas armadas se le ocurre, sindicalización mediante, detener sus obligaciones en pos de obtener beneficios pendientes. Resulta risible la posibilidad.

Imaginémoslos desarrollando piquetes, cortando calles, obturando rutas, mientras nuestras fronteras son violadas; ¿quién sería el encargado de poner ese orden que tanto se declama?. Viene a mi memoria el General Ernesto Alais.

La pregunta entonces es ¿cómo deben protestar sus integrantes cuando consideran que una medida los afecta negativamente en su vida particular? Cosa lógica, respetable y perfectamente atendible a solucionar. Pues a través de su orden natural, el mismo que les otorgó prerrogativas y beneficios en otras épocas. El carácter popular de las Fuerzas Armadas está dado por el irrestricto respeto y servicio que debe tener por el pueblo y por su voluntad democrática, colectivo que sólo puede confiar en ellas a ciegas debido a que nunca jamás podrá participar de su lógica y menos aún decidir democráticamente sobre su conformación interna.

No existe otro modo. Esta gente debe colocarse bajo las órdenes de su Comandante en Jefe, la Presidenta de la Nación, bajar sus entusiasmos y mostrarse democráticos, hasta ahora y luego de haber sido solucionado el dilema que disparó el conflicto, siguen amenazadoramente en deuda.

El 7D está a la vista. Nada es casual. Muchos de los eventos y operaciones que se dispararon luego del contundente triunfo electoral de Octubre se han licuado en sí mismos producto de la propia ansiedad conspiradora. (Vaya a saber si la estrategia en realidad fue que se licuaran a propósito - por inconsistentes - tratando como fin último dejar una duda instalada). La creación de monstruos inexistentes y totalitarismos imaginarios finalizan decorando la escena de manera conveniente. Cuestiones que nunca quedaron probadas, disyuntivas que acaso descansan en la nebulosa del inconsciente colectivo y que sirven para que los intereses corporativos la utilicen como mecanismo argumental según determine la coyuntura..
Jorge Lanata, en su monólogo del pasado domingo, afirmó “que si no hubiese sido por la pantalla del grupo Clarín nunca nos habríamos enterado del caso Boudou”. Y aclara “con el caso no pasó nada, pero te enteraste”. Me pregunto entonces ¿De qué te enteraste si no había nada? De algo que no era ni revelante ni cierto. Te enteraste solamente de modo fehaciente sobre la disputa de la ex esposa de Vanderbroele por la cuota alimentaría.  Así y cada una de las cuestiones... Se intenta permanentemente como táctica judicializar las decisiones políticas que afectan intereses puntuales.
Como venimos afirmando en este foro desde hace aproximadamente seis meses todo se irá incrementando. Prestemos atención a la reciente desaparición de Enrique Alfonso Severo quién debía declarar sobre el crimen de Mariano Ferreira. Cuánto falta para que los editorialistas, periodistas y la oposición en general encuentren en este lamentable y mafioso suceso la responsabilidad gubernamental, sea por acción o por omisión.
Todo sirve para atacar, destruir, juzgar y culpar. Es un mecanismo aceptado por la oposición; antagonistas que no perciben que continúan jugando para los históricos enemigos de la Patria.

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