Edicto
Desde el día de la fecha y estando como
testigo las ninfas de la poesía pasamos a redactar el presente Preámbulo de la
Inmortalidad, exordio que tendrá como suprema finalidad el mantenimiento
irrestricto de un conjunto de pautas que tiendan a normatizar el único elemento
indispensable para el desarrollo pleno de nuestras almas.
Queda abolido el olvido de tus
ojos.
Toda persona nativa o extranjera
que pretenda besarte deberá tener, por lo menos, el coraje de enfrentarme en
combate sin retorno.
Cuando tus labios direccionen
rutas lejanas a los míos no pediré explicaciones, sólo renunciaré en silencio.
Nuestra intimidad deberá poseer
la locura de lo inesperado, la sorpresa y un sentido universal de inexistencia,
algo así como morir de a ratos y revivir, y volver a morir.
Nada quedará sujeto al azar o a
la historia.
Nuestro deber..... Transformar
cada segmento de este tiempo compartido en una fiesta inigualable, única e
imprescindible.
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