ARNOLD J. TOYNBEE


Filosofía de la Historia


Diálogos entre dos generaciones

El experimento contemporáneo con la civilización occidental




Cada vez que me enfrentaba con el dogma religioso me convencía, de inmediato, que no podía aceptarlo. No podía aceptar una doctrina que me obligaba a creer en la fe sin utilizar mi inteligencia. Y cuando me dijeron que era orgullo intelectual el deseo de juzgar por mí mismo, comprendí simplemente que no podía adormecer mi cerebro... y también que no deseaba hacerlo y que hubiera considerado como algo atroz el poder hacerlo.

El principal libro del Antiguo Testamento es el Deuteronomio: Isaías. El Valor del sufrimiento, el positivo valor del sufrimiento, considerado como esencia de grandeza y de bondad, presumiendo que esa sensación de bondad tiene que ver con los demás.

En cierto sentido por más larga que sea la vida de una persona, es siempre demasiado corta. Esto es, porque parecería que tuviéramos capacidades estéticas e intelectuales infinitas que justificarían nuestra prolongación en la vida eterna. Sin embargo, algunas veces tengo una sensación de que el tiempo en sí mismo nada significa, y que cualquiera que haya vivido una vez está, en algún sentido, siempre vivo. La inmortalidad es una especie de estado sin tiempo.

Si uno tuviera trescientos años por delante podría empezar a dedicarse a una suerte de educación prolongada y uno no comenzaría a escribir nada hasta el tercer siglo, y sería probable que para entonces uno estuviera tan embrollado que ya no sería capaz de redactar ensayo alguno.

No sufrimos por el hecho de estar caídos, sino por ser elementales. Conocer nuestra imperfección es una señal de elevación por sobre el resto de las especies. Si se quiere es una caída dentro del conocimiento. Es el precio más elevado que pagamos por ser humanos.

Debemos enfrentarnos con nuestra propia naturaleza, enfrentarnos con lo que realmente somos, y no cerrando los ojos ante las cosas desagradables que hay en nosotros. No engañarnos. No dejarnos arrastrar a creer en lo que deseamos creer; tanto en nuestra vida personal como en nuestra vida intelectual. Si se me acusa de ser intelectualmente deshonesto me perturba muchísimo, odio hay la idea de poder serlo. Considero que los científicos tienen un nivel muy alto de honestidad intelectual; no pueden dejar de tenerlo, puesto que una falsa hipótesis sencillamente no sirve. 

Debería pensarse a la cobardía como uno de los pecados capitales. En un sentido más amplio, tomando cierta afinidad con la deshonestidad. La clase de coraje que uno exige de sí mismo es el coraje de afrontar la realidad de la situación humana. Sin coraje no se puede ser intelectualmente honesto.

Abogar por un progreso espiritual sin considerar la base material para que pueda producirse es, en cierto modo, agresivo.

Cuando la gente hace nuevos descubrimientos tiende a ignorar el resto, La nueva idea llena en forma completa el horizonte y empuja fuera todo lo demás. Es un defecto humano natural, pero significa que, aunque los descubridores contribuyan a nuestra comprensión, ellos mismos ven las cosas levemente desproporcionadas o quizás muy desproporcionadas.

El individuo se está tornando cada vez más diminuto: nuestra capacidad individual sigue siendo lo que fue, más o menos, en tanto que el universo del conocimiento se agranda más y más en comparación a nosotros. De modo que nos vemos forzados a la especialización, aunque hay ciertas preguntas que deben hacerse, pero no pueden hacerse y no digamos contestarse, a menos que se tenga un punto de vista panorámico muy general.






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