Revista Nos Disparan desde el Campanario Año IV Nro. 59 Los nazis de nuestro tiempo no usan bigote.. por Jorge Majfud..
No
deja de ser una trágica ironía de la historia que aquellos que desde el
principio condenaron las acciones bélicas de Hamás y del Gobierno de Israel
sean acusados de estar a favor del terrorismo por aquellos que solo condenan a Hamás
y justifican el terrorismo masivo, histórico y sistemático del Gobierno de
Israel.
Afortunadamente,
cientos de miles de judíos (sobre todo en el hemisferio norte) han tenido el
coraje que no han tenido evangélicos o laicos políticamente correctos y
previsibles de salir a las calles y a los centros del poder mundial a aclarar
que el
Estado de Israel y el judaísmo no son la misma cosa, confusión
básica, estratégica y funcional que radica en el centro del conflicto y
beneficia solo a unos pocos con la complicidad fanática e ignorante de muchos
otros.
De
hecho, decenas de miles de judíos estudiosos de libros sagrados del judaísmo
como la Torá han afirmado que el judaísmo es anti sionista. Muchos dirán que es
materia de opiniones, pero no veo por qué su opinión deba ser menos importante
que la del resto de charlatanes belicosos.
Ha
sido este pueblo judío, que sabe que su convivencia con los musulmanes ha sido,
por siglos, mucho mejor que esta tragedia moderna, quienes han gritado en
Washington y Nueva York “No en nuestro nombre”, “Paren el genocidio del
Apartheid” y no en pocos casos han sido arrestados por ejercer su libertad de
expresión, que en las democracias imperiales siempre fue la libertad de
aquellos que no eran tan importantes como para desafiar el poder político, como
lo demuestra, por ejemplo, la libertad de
expresión en
tiempos de la esclavitud. Pero a estos pertenecerá la dignidad otorgada por la
historia.
Cuando
vuelva la luz a Gaza y el mundo se entere qué ha hecho uno de los ejércitos
nucleares más poderosos del mundo, con la complicidad de Europa y Estados
Unidos, sobre un gueto sin ejército y un pueblo sin derecho a nada más que
respirar, cuando puede, se enterará de que no son miles sino decenas de miles
de vidas tan valiosas como las nuestras, aplastadas por el odio racista y
mecánico de gente enferma, unas pocas de ellas con mucho poder político,
geopolítico, mediático y financiero, que es, en definitiva, lo que gobierna el
mundo. Naturalmente, la propaganda comercial tratará de negarlo. La Historia no
podrá. Será implacable, como suele serlo cuando las víctimas ya no molestan
más.
Muchos
callarán, temblorosos de las consecuencias, de las listas negras (periodistas
sin trabajo, estudiantes sin becas, políticos sin donaciones, como lo han
informado hasta medios como el New York Times), del estigma social que sufren y
sufrirán aquellos que se atreven a decir que no hay ni pueblos ni individuos
elegidos por Dios ni por el Diablo, sino meras injusticias del poder desatado.
Que
una vida vale tanto y lo mismo que cualquier otra.
Que
el pueblo palestino (con una población ocho veces la de Alaska, cuatro o cinco
veces la de otros estados de Estados Unidos) arrinconado en un área invivible,
tiene los mismos derechos que cualquier otro pueblo sobre la superficie de la
esfera planetaria.
Que
los palestinos, hombres, mujeres y niños aplastados por las bombas
indicriminadas, no son “animales sobre dos patas”, como afirma el Primer
Ministro Netanyahu (si fueran perros al menos serían tratados mejor). Ni los
israelíes son “el pueblo de la luz” luchando contra “el pueblo de las
tinieblas”.
Que
los palestinos no son terroristas por nacer palestinos, sino uno de los pueblos
que más ha sufrido la deshumanización y el constante asedio, robo, humillación
y asesinato impune por ya casi un siglo.
Pero
éstos, quienes se atreven a protestar por una masacre histórica, una de las
tantas, son, vaya casualidad, los acusados de apoyar el terrorismo. Nada
nuevo. Así han procedido siempre los terroristas de Estado en todas partes del
mundo, a lo largo de toda la historia y bajo banderas de todos los colores.
Fuente: Rebelión
Link de Origen: AQUÍ
Propone: Alejandro Marcó del Pont
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