Nos Disparan desde el Campanario El Gran Hermano vigila a los trabajadores … por Alex N. Press

 


 

Fuente: Jacobin

Link de Origen: 

https://jacobinlat.com/2024/12/el-gran-hermano-vigila-a-los-trabajadores-de-amazon-y-walmart/

 

Traducción: Pedro Perucca

Tanto Amazon como Walmart invierten masivamente en la vigilancia tecnológica altamente invasiva de su mano de obra de almacén, vigilancia que luego permite la hiperexplotación a la que están sometidos los trabajadores de ambas empresas.

 

 

ace un tiempo, el New York Times publicó un artículo titulado «Walmart quiere enseñar compasión a los directores de tienda». El artículo trata de la «Academia de Directores» de la empresa, un programa de formación de líderes que comenzó en julio de 2022; en él se habla sorprendentemente poco de las prácticas infamemente antiobreras de la empresa.

Critiqué las múltiples omisiones del artículo en su momento, señalando algunos de los muchos problemas con el trato de Walmart a los trabajadores a lo largo de su cadena de suministro global de los que no se supo mucho en la cobertura del Times. La empresa emplea una enorme cantidad de mano de obra en sus almacenes, que recibió la mayor parte de la atención reciente de quienes se preocupan por los derechos y la seguridad laborales, en particular con respecto a la tecnología de vigilancia de los trabajadores, de la que Amazon es pionera. Pero un nuevo informe de Oxfam muestra que los trabajadores de los almacenes de Walmart sufren los mismos problemas que sus homólogos de Amazon.

«At Work and Under Watch: Surveillance and suffering at Amazon and Walmart warehouses» (En el trabajo y bajo vigilancia: Vigilancia y sufrimiento en los almacenes de Amazon y Walmart) investiga tanto a Amazon como a Walmart. Este último es el mayor empleador privado de Estados Unidos, con una plantilla nacional de 1,6 millones, mientras que Amazon tiene 1,1 millones de trabajadores (aunque esa cifra no incluye a sus legiones de conductores, que no están clasificados como empleados de Amazon). Aunque se ha prestado mucha atención a la explotación de los trabajadores de las 4.616 tiendas de Walmart, se habla menos de los trabajadores de los almacenes, que siguen siendo cruciales para sus operaciones, donde la vigilancia encaja en el modelo de Walmart.

Esto debería cambiar: al fin y al cabo, las prácticas laborales de ambas empresas están íntimamente relacionadas. Poco después de que Jeff Bezos fundara Amazon, empezó a contratar a ejecutivos de Walmart, con la esperanza de aprovechar la mano de obra barata de la antigua empresa y sus operaciones logísticas de gran volumen. El primero fue Rick Dalzell, un líder de IT (información y tecnología, por sus siglas en inglés) de Walmart que supervisó las iniciativas de almacenamiento de datos de la empresa; Bezos lo nombró primer director de información de Amazon. Robert Davis, uno de los primeros arquitectos clave de la incipiente operación de comercio electrónico de Walmart, se marchó a Amazon.

En su estudio de 2018 sobre Walmart, los sociólogos Adam Reich y Peter Bearman acuñaron el término «Walmartismo», definiéndolo como una autoridad arbitraria combinada con un «sistema penetrante de observación, medición y retroalimentación que constriñe tanto a los trabajadores como a los gerentes, un sistema ensamblado a partir de innovaciones tecnológicas no disponibles para los homólogos del siglo XIX de Walmart». El mismo año en que se publicó el libro de Reich y Bearman, Walmart obtuvo una patente para una nueva tecnología de vigilancia que permitiría a la dirección espiar a los trabajadores, controlar las interacciones con los clientes y seguir de cerca el rendimiento de los empleados. Con una vigilancia tan amplia de su mano de obra, es difícil creer que la empresa no sea consciente de las condiciones en las que trabajan sus empleados.

Basándose en la Encuesta Nacional de Trabajadores de Almacén de Amazon y la Encuesta Nacional de Trabajadores de Almacén de Walmart, complementando con etnografía cualitativa y entrevistas con trabajadores, «At Work and Under Watch» examina cómo estos trabajadores experimentan la vigilancia facilitada por la tecnología en las dos megacorporaciones. (Para hacerse una idea del tamaño de las empresas, sus ingresos combinados ascendieron a 1,85 billones de dólares en 2023, aproximadamente lo mismo que el PIB de Arabia Saudí). Mishal Khan, autor del informe, concluye que «los regímenes de medición, vigilancia, disciplina y recopilación de datos desplegados por ambas empresas castigan indebidamente a los trabajadores, reprimen su voz y tienen repercusiones negativas en la salud, la seguridad y el bienestar de los trabajadores».

«Saben exactamente (…) cuándo estás trabajando y cuándo no», dice a los investigadores un trabajador de un almacén de Walmart en California. Un trabajador de Amazon en Carolina del Norte compara la experiencia con El juego del calamar de Netflix, afirmando que «cada tres días, llaman a los primeros intervinientes a [nuestras] instalaciones. Y cuando digo que es como [Squid Game], es porque ves a compañeros de trabajo, ves a amigos, algunos trabajadores tienen familiares, ves a familiares que se desmayan, que son sacados de sus instalaciones en camilla». Si te lesionas, explica un trabajador de Walmart en California, «casi siempre es culpa tuya. La dirección no negociaría esto contigo en absoluto. Te penalizarían por ello porque considerarían que estabas trabajando de forma insegura e ignorarían todas las demás posibles razones por las que te lesionaste».

La mayor parte de los trabajadores tanto de Amazon como de Walmart afirman que la velocidad a la que trabajan se mide al detalle mediante la tecnología de la empresa todo o casi todo el tiempo: esto lo sostiene el 72 por ciento de los trabajadores de Amazon y el 67 por ciento de los de Walmart, en comparación con el 58 por ciento de los trabajadores de otra encuesta de 2023, que cubría el sector del almacenamiento en su conjunto. Del mismo modo, el 77% de los trabajadores de Amazon y el 62% de los de Walmart afirman que la tecnología puede «decir si están participando activamente en su trabajo» siempre o la mayor parte del tiempo. Esto contrasta con el 47% de los trabajadores del mismo sector laboral en su conjunto.

Este nivel de vigilancia no se limita a la supervisión, sino que es la base de una aceleración incesante. Tres cuartas partes de los trabajadores de Amazon y el 74% de los de Walmart afirman sentirse presionados para trabajar más rápido al menos algunas veces, y más de la mitad de los trabajadores de ambas empresas afirman que sus ritmos de producción les dificultan ir al baño al menos algunas veces.

Las trabajadoras de Walmart eran significativamente más propensas a expresar ansiedad sobre si podrían mantener el ritmo de producción sin poner en riesgo su salud y seguridad, lo que trae a la mente informes anteriores que descubren que algunas trabajadoras de almacén de Amazon desarrollan infecciones del tracto urinario como resultado de la escasez de tiempo que les impide ir al baño. (Las mujeres de ambas empresas también informan de tasas significativamente más altas de dolor severo en todas las áreas del cuerpo que los hombres; en Amazon, las mujeres latinas informan de las tasas de lesiones más altas).

Aproximadamente la mitad de los trabajadores de ambas empresas afirman sentirse agotados por su trabajo. Lo más sorprendente, sin embargo, es que mientras que el 41% de los trabajadores de Amazon dicen que experimentaron algún nivel de deshidratación en los últimos tres meses, el 91% de los trabajadores de Walmart experimentaron deshidratación. La alarmante estadística sugiere que las políticas de Walmart en relación con el tiempo de descanso y la disponibilidad de agua en sus operaciones de almacenamiento son lamentable y peligrosamente deficientes.

Todo este seguimiento impide la organización colectiva que podría empezar a rectificar la hiperexplotación a la que están sometidos los trabajadores de Amazon y Walmart. Casi la mitad de los trabajadores de ambas empresas coinciden en que «hablan menos con [sus] compañeros de trabajo de lo que [quisieran] porque [les] preocupa ser vigilados». Como dijo a Oxfam un trabajador de Walmart en California: «De vez en cuando puedes hablar con la gente, pero es (…) realmente desaconsejable porque si pasas demasiado tiempo hablando, (…) te quita tiempo de productividad».

La empresa minorista Walmart se está transformando radicalmente a raíz de la pandemia, con la ampliación de sus operaciones de comercio electrónico y la reorientación de su cadena de suministro y sus gastos logísticos, incluida la incorporación de la robótica a sus almacenes, para hacer frente a la vertiginosa demanda en línea. Como dice un trabajador de Walmart en el informe, «se trata mejor a los robots que a los seres humanos». La empresa, que en su día fue el modelo a seguir por Amazon, intenta ahora adaptarse al modelo del gigante del comercio electrónico. Esto debería preocuparnos a todos.

El informe de Oxfam recomienda una serie de cambios en las políticas de ambas empresas, muchos de los cuales no son una sorpresa: el compromiso de respetar el derecho de los trabajadores a asociarse y organizarse libremente, la reevaluación de las cuotas de productividad, la divulgación pública de las reclamaciones de indemnización de los trabajadores y el número de reclamaciones a las que las empresas se oponen, el compromiso de cesar o reducir significativamente el uso de tecnologías de vigilancia para hacer cumplir las cuotas de inseguridad y la adopción de políticas integrales que aborden las disparidades raciales y de género entre sus fuerzas de trabajo. Todo eso está muy bien, pero como muestran las conclusiones del informe, ni Amazon ni Walmart harán esos cambios voluntariamente.

Rectificar unas condiciones laborales tan peligrosas exigirá que los trabajadores le tuerzan el brazo a ambas empresas. Pero tanto Amazon como Walmart gastan una fortuna en consultores antisindicales, luchando contra la organización de los trabajadores tan despiadadamente como luchan por el control del mercado minorista. Mientras que funcionarios electos de algunos estados aprobaron leyes motivadas por las preocupaciones de los trabajadores de los almacenes sobre las insostenibles cuotas de productividad, los minoristas lucharon contra estas normativas.

Existen otras soluciones legislativas para ir saliendo de este atolladero: la aprobación de la Ley PRO para aumentar las penas a los empresarios que violen los derechos de los trabajadores y facilitar el proceso de sindicación; la Ley Asunción Valdivia de Prevención de Enfermedades, Lesiones y Muertes por Calor, que protegería a los trabajadores de la exposición profesional al calor excesivo; proyectos de ley para proteger a los trabajadores contra la tecnología de vigilancia invasiva y para promulgar una licencia por enfermedad y una licencia familiar y médica remuneradas que cubran a todos los trabajadores; y un aumento de la financiación de organismos federales como la Junta Nacional de Relaciones Laborales, la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional y la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo.

Pero pocas de estas medidas cuentan con el respaldo adecuado de los funcionarios electos, más preocupados por complacer a los grupos de presión de Amazon y Walmart que por la salud y la seguridad de sus supuestos electores. Se necesitará una organización mucho más sostenida en ambas empresas, y con el respaldo unificado del movimiento obrero, para lograr tales cambios.

«Sólo tienes que entender que (…) no sólo hay un trabajador realmente explotado (…) detrás de esos paquetes que llegan a tu puerta, sino que no tiene por qué ser así», dice un trabajador de Amazon en Massachusetts. En palabras de otro: «Me parece que estamos viviendo (…) una Edad Dorada en la que esta gente se está enriqueciendo y consumiendo tanta riqueza, y lo que se ve es que nada de esa riqueza está llegando a la gente que la hizo posible».

 

Alex N. Press Redactor de Jacobin. Sus textos se han publicado en el Washington Post, Vox, the Nation y n + 1, entre otros lugares.

 

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