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sitio el tábano economista
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Honoré de Balzac notificaba a los presentes la defunción de su
tío,
el cual le había dejado en herencia todos sus bienes.
Ayer al anochecer —dijo—, mi
tío y yo pasamos a mejor vida.
Es de suponerse que Larry Fink, Director
Ejecutivo de BlackRock, quien se presenta como la vanguardia de una forma de
capitalismo progresista en el que las ganancias no lo son todo
(según él y el NYT), se encuentra resolviendo diligentemente los
pormenores de la deuda con el Estado argentino, de manera que el ahorro de los
trabajadores del mundo, que su compañía maneja, materialice los frutos de sus
especulaciones y los coloque en una placentera, alegre y holgada vejez. Su
misión es que esto se concrete, y de ser posible a costa de que los ingresos de
los trabajadores y jubilados argentinos, antes que pasen a mejor vida, como el
tío de Honoré de Balzac.
Los
chinos, por su parte, flamantes saqueadores, se preparan para enfrentar una
crisis financiera que se desarrolla entre los miembros africanos afectados por
el coronavirus, a quienes los picaros asiáticos destinaron millones de dólares
con el pretexto de fortalecer los lazos comerciales e incluirlos en la Ruta de
la seda. Ahora, con un mundo paralizado y una deuda desmedida, no tienen otra
opción, al parecer, que entregar las participaciones de control en los activos
o aceptar concesiones excesivamente largas, lo que se conoce como “la diplomática trampa de la
deuda”. Una despreciable y vil jugada occidental, para el lucro
asiático.
Los
jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, por su parte, alcanzaron en
la reunión extraordinaria
del Consejo de la UE, que tuvo lugar entre los días 17 y 20 de
julio, un acuerdo político sobre el plan europeo de la recuperación, Next Generation UE, y
el Marco Financiero Plurianual 2021-2027. Con muchos ruidos, algunas nueces y
muchas sombras. De no haberse logrado, habría puesto formalmente la fecha a la
desintegración de un bloque que carece de política exterior, estrategia de
defensa y tácticas geoeconómica.
Y, por último, tenemos a los organismos
internacionales de crédito de Occidente, los garantes de la concentración, la
pobreza, y el atraso de gran parte de la humanidad. Estos se encuentran transitando
una realidad paralela. En ella se imaginan aportando fondos a los países
necesitados, presionando por impuestos a las grandes fortunas, que en Argentina
lleva un trimestre de “enérgicas” amenazas. Hay que reconocer que es menos
tiempo que el desafío mundial de aplicarles las mínimas señales de equidad
fiscal a los ricos, pero casi el mismo período que han tardado en tratar de
imputar cargas tributarias a las Big Tech y a los Big Data. La contrariedad se
da cuando se vuelve a la realidad y nada de esto sucede.
Fondos de inversión, nuevos chantajistas, vetustos
capituladores y organismos subyugados no parecen enterarse que un virus infectó
a 20 millones de personas, que mató a casi 800 mil y destruyó la economía y el
comercio mundiales. Todos ellos tienen algo en común, todos se manejan dentro
de los parámetros de un nuevo neoliberalismo remixado, con la arcaica e
idéntica lógica, defendiendo a los dueños del capital. Pero si creen que en
realidad no se enteraron de las desigualdades, la concentración y el caos
económico, y los problemas sanitarios, los que están equivocados son ustedes.
Comencemos
a ver cómo opera cada integrante, de este nuevo imperialismo humanitario.
Empecemos por el satánico señor Flink, que sostiene que la Reserva Federal “tiene una amplia
experiencia en la compra de grandes cantidades de todo tipo de emisión de deuda
y bonos corporativos en el mercado secundario”. Por eso fue
contratado. Que después haga negocios con sus inversiones a expensas del dinero
de los contribuyentes americanos, es otra cosa.
BlackRock
tiene experiencia en estos menesteres, los de generar autoganancias con dinero
de Reserva. Lo hizo en el 2008, también colaboró en silencio para numerosas
instituciones públicas, incluidas el Tesoro del Reino Unido y el Banco Central
Europeo. ¿Hay conflicto de intereses? Bueno, al primero de junio BlackRock
había invertido el 48% de los fondos de la Reserva Federal en la
compra de sus propios activos. ¿Puede hacer esto? Ambas partes
insisten en que sí, tanto la Reserva Federal como BlackRock enfatizan que sus
unidades de consultoría y administrador de activos están separadas por una
estricta muralla china. Se entiende, ambas son manejadas por el satánico señor
Flink, pero él no se comunica consigo mismo.
El avance del cuco rojo ha puesto a Occidente en
estado de alerta. China se puede convertir en 2022 en la mayor economía del
mundo. Está actuando como abusador neoclásico, pero con más altura, lo que complica
el relato a Estados Unidos. La idea es la siguiente: el imperialismo
humanitario tiene como propósito central robarte, pero siempre con la idea de
la cooperación. Estilo el Partido Demócrata americano, no te invade sin antes
consultar a las Naciones Unidas, lo que no evita la invasión.
El
caso más notorio es el africano, donde China es vista como el mayor acreedor
individual. La Universidad Johns
Hopkins identificó unos $152 mil millones en financiamiento de
préstamos chinos que avanzaron a 49 países africanos entre 2000 y 2018. En 2018
se complicó la capacidad para pagar los préstamos de una deuda estimada de $64 mil millones,
y ahora podrían verse seriamente socavados por la caída de los precios de los
productos básicos y la recesión
En
los últimos años, China canceló o renegoció proyectos por problemas de deuda,
pero con las dificultades financieras relacionados con la pandemia el gigante
asiático firmó un compromiso del G-20 en
abril para suspender el servicio de la deuda hasta fin de año,
igual que FMI, pero el año que viene todos a pagar, intereses más capital.
Mientras tanto, ha liberando potencialmente a 76 de los países más pobres, 40
de ellos en África subsahariana, para gastar fondos escasos en el manejo de la
economía.
Los críticos occidentales estarán atentos a que
Beijing posiblemente explote la debilidad financiera de sus socios africanos
para buscar mayores intereses, lo mismo que ha hecho históricamente Occidente.
Ellos ponen como ejemplo a Sri Lanka, que otorgó a los chinos una participación
del 70% un arrendamiento operativo de 99 años para el puerto de Hambantota.
La generosidad de China al reprogramar el servicio de la deuda puede ser
limitada. Sin embargo, Beijing está consciente que sus detractores
aprovecharán cualquier evidencia de que explota su influencia en las
negociaciones. Para que La ruta de la seda funcione, China necesita que el
mundo en desarrollo lo vea como un socio económico.
Alemania
asumió el 1º de julio la presidencia rotatoria de la UE, con desafíos
importantes como la neutralidad climática, la fase final del Brexit, la
migración y las relaciones con China y Estados Unidos, y de no portarse a la
altura de la pandemia, el final de la Unión Europea con la concebida
desvalorización de las cadensa de valor y de lo que Francia considera el eje
central: Alemania-Francia. Una de los puntos importantes que se modificó es el
paradigma de la política presupuestaria actual, que se basa en el hecho de que
los Estados miembros financian el presupuesto de la UE en gran medida mediante
contribuciones nacionales basadas en el PIB nacional. Esta forma de
financiación reforzaba el conflicto entre contribuyentes y beneficiarios netos
según la lógica del juste retour.
Lo que Francia solicitaba era 500 MM de euros
tomados por la emisión de bonos de la Unión Europea y 250 MM de euros en
préstamos normales. La idea es que la carga caiga sobre quienes más tienen, al
menos en las subvenciones, que darán un respiro a los países más golpeados y
permitirán que tanto Alemania como Francia sigan manteniendo sus ganancias
exportadoras dentro de la Unión.
No
salió todo como se quería, porque el neoliberalismo 4.0 sigue teniendo gran
poder. El acuerdo no cayó bien en los Países Bajos, Dinamarca o Austria,
Estados miembros que, de manera autónoma, impulsan posturas más duras y
ortodoxas que las ya de por si ortodoxas de Berlín y París. Pero tuvieron que
ceder ante la probabilidad cierta del comienzo de la desintegración europea. De
los 750.000 millones de euros, 390.000 millones se distribuirán en subvenciones
a fondo perdido y 360.000 millones como préstamos.
La Comisión Europea se convierte en emisora de
bonos por el acuerdo y porque la UE está calificada por las agencias de
calificación positivamente: Aaa por Moody’s, AAA por Fitch y AA por Standard
& Poor’s. Tendrá financiamiento a través de una tasa de plásticos no
reciclables y un mecanismo fiscal sobre la emisión de carbono. Como se ve, el
pago de la energía a Rusia en euros en vez de dólares, impuestos sobre las GAFA
o el impuesto Google y la creación de agencias de calificación europeas no
están en el menú. Un respiro para el sur europeo, y una lógica delicadamente
mejorada para que todo siga igual, mostrando la apariencia de una trasformación.
De los organismos internacionales de crédito el FMI
es, por mucho, el más patético o leal animador de la concentración. A
diferencia de las etapas anteriores, su rol actual es ambivalente, confuso y
temeroso, no por desconocer quiénes son sus propietarios o a quién rendirle
reverencia, sino porque sin fondos y en pandemia, sus tétricas guías de
política económicas ortodoxa perdieron asidero. A falta de males, la economía
desaparece y emerge la política, su mayor deudor, Argentina, recibió fondos del
Organismo por presión del gobierno americano al organismo, según rebeló
un asesor de Trump.
En su
informe Finanzas y desarrollo de
junio del 2020, el FMI deja al descubierto su mirada del mundo.
Reconoce la falta de financiamiento los problemas del mundo en cuanto a la
gestión de la deuda. El título del informe es “Atrapado por una creciente ola de
deuda”. La gestión de la deuda es fundamental para
garantizar que la de hoy pueda pagarse mañana y que los costos de los préstamos
se mantengan bajo control, la sostenibilidad de la deuda (deben
reconocer la frase). Si los bancos centrales contribuyen al financiamiento
fiscal, que garanticen un retorno a la política monetaria previa a
la pandemia puede fomentar la confianza de los inversores.
El FMI solo pregona volver a las políticas
económicas anteriores, sino que además solo reconoce la Línea de crédito
flexible (LCF), que fue creada para atender la demanda de préstamos de
prevención y mitigación de crisis proveniente de países con marcos de política
e historiales económicos muy sólidos. Hasta la fecha solo cinco países han
utilizado y pasado el tamiz de estos créditos: Chile, Colombia, México, Perú y Polonia
por unos U$S 100 millones, pero, como se ve, los prestamos no son para
cualquiera, sino con quien puedan mantener condiciones idénticas a las
anteriores a la pandemia.
El problema de obtener acceso a los préstamos de
liquidez de emergencia es que no existe para los países en desarrollo, de los
cuales salió la mayor cantidad de capital al desatarse el virus. Los mecanismos
del financiamiento entre países ricos y pobres son un reflejo del mundo en que
vivimos, y el FMI los respalda. No solo las políticas sanitarias y de ayuda son
diferentes dependiendo los países. Los países ricos tienen acceso al crédito,
los pobres no.
El Stanford Institute for
Economic Policy Research, alejado del partido comunista, cree
que es hora de pensar en grande. El FMI debería crear una Facilidad de liquidez
sistémica (SLF) que permitiría a un número más amplio de países
tomar prestado y aumentar la cantidad que dicho organismo pone a disposición.
Estas son grandes ideas, el inconveniente es que el FMI es el garante de esta
desigualdad, de la desprotección y negocios para los países centrales y de
afianzar “la diplomática trampa de la deuda”. En su
grupo de técnicos no hay espacio para el financiamiento, no hay contenido para
perdonar la deuda, (Argentina será un ejemplo), y será tan evidente, que,
quizás hasta se atrevan a hablar de indicadores técnicos económicos. ¡Como con
Macri!
El mundo sigue a paso firme superando los niveles de
desprecio por la raza humana, no solo no actuó como especie con la pandemia,
tampoco intenta hacer de este mundo un lugar mejor. Profundiza las políticas de
disparidad, no solo despide personas a carretadas en todas partes, sino que en
América Latina ya ganó la calle la discusión de la flexibilización laboral.
Algo completamente inmoral. Son nuestros líderes que lo permiten. Si respetan y
adulan tanto al satánico señor Flink, porque la economía no es solo negocios,
¿por qué no conversar sobre el empleo?
*Alejandro Marcó del Pont,
Licenciado en Economía
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