El kirchnerismo le incluyó politización a la política burguesa…








La sana politización que vio la luz de modo exponencial durante los años kirchneristas es un inciso escasamente analizado en el presente. Detalle no menor si tenemos en cuenta que ha sido característica transversal del establishment un desprecio absoluto por el debate político, cuestión que siempre quedó supeditada a la agenda mediática de los grupos concentrados. Trazando un paralelo con el primer período histórico peronista y ante esta hipótesis planteada me permito percibir un paisaje muy similar al observado posrevolución fusiladora. Jamás ninguna fuerza política alternativa pudo arropar a aquel colectivo peronista por más esfuerzos y proscripciones que hubo en el medio. Esta lucha popular, acaso inconsciente, silente, en algún caso violenta y contradictoria, también propició que determinados derechos obtenidos durante aquel gobierno  curiosamente jamás fueran revocados, medidas que hubiesen sido lógicas en función de las posiciones políticas de los antagonistas de entonces. Sin embargo estas licencias sociopolíticas de los inquisidores nunca alcanzaron para que las masas olviden qué colectivo político había sido el motor de su inclusión social. Hoy ocurre algo muy similar…
El hecho maldito del país burgués ha escrito en estos doce años cardinalmente políticos una nueva página inclusiva y equitativa, inolvidable para muchos sectores, ampliando derechos, acercando a la masas a lugares hasta ahora vedados, desempolvando debates inconvenientes, politizando a la política, tratando de discutirle el poder al poder real. Ante este nuevo hecho maldito, que vuelve a romper la ordenada pretensión civilizadora del establisment dominante por tener dos partidos burgueses, uno de centro derecha y otro de centro izquierda, modelo europeizante que nunca pondrá en riesgos los privilegios del poder real, no se observa al oficialismo demasiado cómodo de cara al futuro.
Cuando uno levanta el carbónico observa que si bien la copia sale algo borroneada y difusa los elementos comunes se exhiben sin pudor. No nos debe extrañar entonces que Alfredo Palacios haya sido funcionario de la fusiladora, que los laboristas y sindicatos de izquierda festejaran los bombardeos y el posterior derrocamiento de Perón y que el Radicalismo, orgánicamente, haya aceptado participar de comicios en donde las grandes mayorías se encontraban proscriptas, más allá de colaborar con funcionarios en cuanta dictadura se diera.

El 4 de julio del 2017 afirmábamos que “La herramienta política en manos adecuadas tiene la puta costumbre de politizar todo, y eso es maravilloso, de manera que urge una nueva anomalía...”




Sudamérica ha sido un mal ejemplo para el norte; con lo propio ha expandido de modo horizontal su base de inclusión social a costa de limitar ciertos privilegios de los sectores dominantes. El mundo, ávido por instalar deuda, ya se está cobrando la afrenta en sociedad con aquellos intereses locales afectados. No repararon medios ni miedos para llegar a sus fines.
El medio pelo, mientras tanto, lobotomizado cual mico duranbarbeano, se frota las manos y celebra junto a los caníbales de siempre, sin comprender que estos voraces e insaciables conjuntos corporativos, luego de habernos eliminado, se hallarán prestos para bocetar un nuevo banquete, orgía que tendrá a ese sector medio cumpliendo el rol de medular ingrediente culinario.

Como afirmara Eduardo Galeano: “Las fórmulas de esterilización de las conciencias se ensayan con más éxito que los planes de control de natalidad”


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