El subsuelo de la patria sublevado siempre tiene cara, color, acento y llanto, el poder real de los mercados radica en su invisibilidad…
Medir la pobreza, ocultar la riqueza
por Redacción La Tinta
El índice de pobreza en la era Macri está llegando al 30 por ciento.
Hasta 1974, rondaba el 4,6 por ciento y a finales de la dictadura llegó al
21,55 por ciento: la pobreza estructural había llegado para quedarse. La
democracia en 1983 arrancó con 27,8 por ciento y la presidencia de Fernando De
la Rúa terminó en 2001 con el récord histórico del 50 por ciento. Si bien
podemos conocer con cierta precisión los niveles de pobreza, poco se sabe sobre
quiénes se llevan la riqueza. Cambiemos habla de los “mercados” pero tienen
nombre y apellido, y su poder es volverse cada vez más invisibles.
Por Sergio Wischñevsky
para Nuestras Voces
Fuente:
Según el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas
y Censos), la pobreza llegó al 27,3 por ciento de la población. Son 11 millones
de argentinos pasando privaciones en el país de las tierras fértiles infinitas
y la abundancia de producción de alimentos. La medición corresponde al segundo
trimestre de 2018, por lo que el desastre económico de agosto y septiembre no
ha sido registrado, y puede preverse sin mucho margen de error, que la
situación se está agravando aceleradamente. Es muy significativo que solo se mida la pobreza y no se dé a conocer un
índice de riqueza. Un índice de la desigualdad. La ciudad de Buenos
Aires tiene un 11 por ciento de pobres, su vecino conurbano bonaerense un 32
por ciento, solo superado por la provincia de Corrientes con un 34 por ciento.
Las políticas de Cambiemos nombran en forma casi
obsesiva a los “mercados”, los tienen en cuenta, los miman, les garantizan ganancias, los seducen, hablan
de su humor, de cómo reaccionan, de lo que rumorean. Pero “mercado” es un
eufemismo: son un puñado de miles de personas, algunos argentinos, otros
no. Tienen nombre y apellido, y su
poder es volverse lo más invisibles posible. De esa forma la pobreza aparece
como si fuera una catástrofe natural, un efecto de las turbulencias y
tormentas, un epifenómeno de causas tan complejas que son casi irremediables,
una lamentable realidad sin responsables. Como si la pobreza no tuviera nada que ver con la riqueza. Anunciar
sistemáticamente el índice de pobreza sin la contrapartida de sus causales
emula el nombre de la película de Carlos Borcos que estrenada en 1958, Pobres habrá siempre.
La primera sorpresa que uno se puede llevar si
intenta hacer una historia de la pobreza en Argentina es lo relativamente
reciente que es su medición. Fue en los tiempos del gobierno de Raúl Alfonsín
que se empezó a hablar del nivel de las Necesidades Básicas Insatisfechas, y
del nivel de pobreza a partir de 1988.
El dato central es que los enormes niveles de
pobreza estructural se registraron por primera vez al final de la última dictadura
militar. Y si bien siempre hubo algún grado de pobreza en nuestro país, era un
fenómeno marginal y oscilante.
“Vagos y mal entretenidos”
Durante
buena parte del siglo XIX las crónicas dan cuenta del problema de la falta de
mano de obra, las quejas constantes contra el gaucho y el indio, que no se
querían amoldar al rigor laboral de las explotaciones rurales porque tenían la
alternativa de conseguir su sustento de la caza furtiva, del ganado salvaje, y
de las propias huertas junto a los ranchos. Así es que desde el Estado se
establecieron leyes contra los que llamaban “vagos y mal entretenidos”. Por medio de leyes represivas se
obligó a los sectores populares a exhibir ante las autoridades la boleta de
conchabo, una especie de certificado que los hacendados le daban a sus
empleados. Aquel que no podía mostrar este documento podía ser empleado a la
fuerza en alguna hacienda, o reclutado para el servicio militar. No es otra
esta que la historia narrada por José Hernández en su Martín Fierro.
Fue entonces para paliar esta falta crónica de manos proletarias que se
impulsó en forma masiva la inmigración europea. Pero con la llegada de los
enormes contingentes llegaron problemas nuevos, la “cuestión social” empezó a
preocuparle al Estado.
En 1904 se
hizo el primer estudio sistemático de los padecimientos de los sectores
populares, fue el Informe Bialet Masse, lo que puede resaltarse es que
no pone el foco en la pobreza –aunque la describe–, sino en el trabajo y sus
condiciones paupérrimas, de hecho el verdadero nombre del informe fue Estado de las Clases Obreras en Argentina.
La pobreza no se designaba en abstracto, como un fenómeno en sí mismo, sino
situada en su contexto.
El defasaje
entre las promesas de tener acceso a la tierra que se le hicieron a los
inmigrantes, con la sórdida realidad de obligarlos a vivir en un fuerte
abandono en conventillos colmados en las ciudades pusieron los problemas
sociales en primer plano y la respuesta Estatal fue doble: represiva y
expulsiva como la famosa Ley de residencia, continente y disciplinadora. Pero
no era parte del lenguaje de época hablar de la pobreza.
El parte
aguas que implicó en la historia el 17 de octubre de 1945 encontró nuevos
lenguajes. Juan Domingo Perón se dirigió a la multitud y los llamó
“trabajadores”. Los humildes decía Evita, “mis cabecitas negras”. Otros los nombraron desde el
desprecio “los descamisados”,
“Aluvión zoológico”. Raúl Scalabrini Ortiz, en su inolvidable
descripción los llamó “el
subsuelo de la patria sublevado”. Nadie hablaba de la pobreza, de esa
forma tan impersonal.
Cuando en
1957 Bernardo Verbitsky escribe su novela Villa Miseria también es América, está dando cuenta de una
existencia consistente, y le da el nombre a los más excluidos. Pero las Villas
Miseria eran lugares de paso, la mayoría tenía una vida efímera.
Los números
Según un
estudio del investigador Agustín Arakaki de la UBA, hasta 1974 la pobreza
rondaba el 4,6 por ciento, un número que hoy parece inalcanzable. A finales de
la dictadura, en 1982 había llegado al 21,55 por ciento, la pobreza estructural
llegó para quedarse. La democracia en 1983 arranca con 27,8 por ciento. Hasta
1986, Alfonsín bajó la pobreza al 14 por ciento pero la crisis
hiperinflacionaria de 1989 hizo que explote a cerca del 40 por ciento.
Una especie de
guerra civil larvada por el reparto de la riqueza generó sucesivas crisis
financieras, fugas de capitales, endeudamiento compulsivo, inflación
descontrolada y caída de gobiernos. Sabemos con cierta precisión hasta qué
niveles llegó en esos momentos la pobreza, pero casi nada sobre quiénes se
llevaron esa riqueza.
Menem asume
con 38,8 por ciento de pobreza y desde el establecimiento del Plan de
Convertibilidad, de 1991 a 1994 logró bajarla al 12 por ciento. Su mandato
termina con 26 por ciento, en franco crecimiento. La corta presidencia de
Fernando De la Rúa ostenta el récord histórico del 50 por ciento, en 2001. En
2003, el inicio del ciclo kirchnerista se encuentra con el gravísimo nivel de
47 por ciento de pobreza: “Más pobres que votos”. Y ya para 2006 había bajado
al 26,9 por ciento.
La pobreza estructural en Argentina ya lleva casi cuatro décadas, son por
lo menos dos generaciones hundidas en una nueva cultura que en nuestro país era
desconocida, abarca multitudes y va en aumento. Cada ciclo virtuoso de la economía no logra romper
un núcleo duro que parece requerir transformaciones muy profundas en el esquema
de reparto de la riqueza. Las medidas inclusivas, como las del gobierno
anterior, logran paliar una situación que de todos modos se muestra precaria y
a merced del péndulo político en el que nos movemos como sociedad. El fenómeno
no es solo local, la desigualdad extrema es verificable en todo el mundo.
La pobreza está a la vista, es como una marea que baja y deja ver el
espectáculo angustiante de la miseria. Lo que se ve menos, lo que se intenta
ocultar, es a dónde se va esa marea de riquezas, en qué manos se concentra.
Manos que no son invisibles, solo están escondidas.
* Por Sergio Wischñevsky para Nuestras Voces / Imagen de tapa: Colectivo Manifiesto
Tuve la suerte que mis estudios de Agronomía incluyeron dos materias que parecen disimiles pero en el fondo coinciden.
ResponderEliminarEconomía (economía general luego agraria y por ultimo administración de empresas rurales) y Irrigación y drenaje (donde se estudia en profundidad las propiedades de los fluidos , el movimiento de las aguas , la presión ,los canales , las pendientes( pero todo esto ya había sido visto teóricamente en Física.
Es fácil comprender la analogía entre el movimiento del dinero , los recursos , los capitales y el movimiento de un fluido, prácticamente se comportan de forma igual. Básicamente si se estudia las leyes de los vasos comunicantes se entiende que aplicando presión en un lado el liquido se mueve hacia el otro.
El principio que permite funcionar elevadores o frenos hidráulicos , balanzas y otras aplicaciones explica los porcentajes de pobreza y su movimiento.
Los gobiernos que secan las inversiones y los gastos en la parte social, descuidan y deterioran las condiciones de trabajo , deprecian el salario.
Esta depreciación en el gasto nunca se utiliza en una inversión (quizás o discutiblemente justificable) que provoque un beneficio a la sociedad damnificada ya sea transferir este desguazo a un nuevo puerto modernizado que aumente la eficiencia de la exportación, o una nueva industria por ejemplo de energía alternativa que ponga al país en la punta de una nueva actividad , con la consecuente creación de empleos , y nuevos comienzos de la economía.
Aquellos terroríficos incrementos de los porcentajes de pobreza , vienen acompañados de un movimiento del fluido hacia lugares oscuros, cuevas financieras, círculos viciosos, altos intereses, y aumento de ganancias de sectores altamente privilegiados que no aumentan gasto ni consumo sino que fluyen recursos y capitales a paraísos fiscales en el exterior.
También cambia la naturaleza de la obtención de estas ganancias , mientras en las épocas de bajo porcentaje de pobreza , para obtener una ganancia tal hay que incorporar personal o infraestructura, tomar riesgos , pagar impuestos, producir ; en las épocas de aumento disparatado irreversible de la pobreza las actividades se reducen a asientos en balances , fuga de capitales, prestamos al estado con altísimo interés, venta regalo de patrimonios bajo el nombre de privatización , importaciones de productos de consumo en detrimento de importaciones de tecnología que generan nuevas oportunidades, destrucción del mercado interno y alianzas comerciales regionales etc etc .
Que no quede duda que el aumento en el porcentaje en la pobreza esta directamente correlacionado con el aumento indiscriminado de ciertos sectores de sus riquezas y de la facilidad, esterilidad, rapidez y simpleza con que estas ahora se acumulan.