Ingreso a la “Estación” Auschwitz
Brasil:
Otra vez la alternativa es entre “socialismo o barbarie” por Tercer Mundo - Carlos Aznárez para Resumen Latinoamericano
América Latina espera expectante la segunda vuelta electoral en Brasil
para definir quién será el próximo presidente de una de las principales
potencias del mundo.
Fuente:
Lo más temido, pero
previsible a la vez, ha ocurrido. Jair Bolsonaro estuvo a punto de alzarse con
la presidencia de Brasil en primera vuelta, pero gracias al voto consecuente del pobrerío del Nordeste, se quedó
en la puerta. Remarco lo de consecuente ya que hubo infinidad de barrios
periféricos de las grandes ciudades y pueblos de diferentes estados, donde no
solo viven los más rezagados y expoliados del Brasil profundo sino también son
amplios reductos afrodescendientes, que por esas cosas que facilita esta
“democracia” se inclinaron por el Hitler latinoamericano.
Son múltiples los aspectos y causas que han
influido en la conformación de este escenario, que si bien no es definitivo (no
puede serlo hasta que se cuente el último sufragio el próximo 28 de octubre)
obliga a prender todas las luces rojas posibles.
En primer lugar, como viene ocurriendo en otros
países del continente y del Tercer Mundo, la razón principal sigue siendo este enfermizo apego a sostener
“democracias” burguesas que sólo sirven para emboscar y hacer retroceder
cualquier posibilidad de construir una alternativa liberadora. Estas
falsas opciones con las que no se come, no se educa, no se cura y menos se
crece en un marco de cierta dignidad para nuestros pueblos, son el corsé
fundamental para “entretenernos” -en el mejor de los casos- y dividirnos desde
la izquierda, a fin de domesticarnos por derecha.
¿Cuántas veces más vamos a
probar la fórmula que nos impone este sistema que lentamente se va pareciendo a
las dinastías opresoras de la Edad Media? Es precisamente en este marco que surgen primero como jugadores
periféricos, y luego se van institucionalizando poco a poco, los exponentes más
declaradamente fascistas al estilo Bolsonaro o Donald Trump; también están los
Macri o los Piñera que no se quedan atrás en los métodos que aplican, aunque
pretendan disimular su apego a una derecha extrema. Los primeros lanzan un
discurso donde reemplazan la palabra “cambio” por “orden”, y así convencen muy
fácilmente a sectores importantes de la población que creen que los problemas
de la inseguridad se resuelven con más policías o expulsando a los inmigrantes.
Muchos de ellos y ellas, creen que para conservarse puros e impolutos es
necesario lanzarse a la caza (primero discursivamente, y luego en los hechos,
como ocurriera con Marielle Franco) de las disidencias sexuales, los y las
afrobrasileñas, o todo aquel o aquella que no comulgue con sus prácticas de
clara raíz patriarcal. Es por ello que también está en la mira de sus odios el
feminismo popular, que se les opone y los denuncia en las calles.
Obviamente,
que para que esta operación de envenenamiento ideológico tenga mayor entidad,
la mayoría de quienes comulgan con prácticas autoritarias ha sido cocinada a
fuego lento por la prédica de los medios hegemónicos.
Así, de buenas a
primeras, personajes como Bolsonaro, que casi siempre cuando irrumpen son
subestimados por la izquierda, no tienen pelos en la lengua para expresar
cualquier tipo de amenazantes propuestas, y ser recibidas con fanática
aceptación por sus interlocutores. Insisto, no toda la audiencia de Bolsonaro
son hombres blancos y de clase media alta.
De esta
forma, se va perfilando el primer eslabón de construcción del fascismo en un
cuerpo social enfermo y convenientemente desilusionado por la “política”. En
realidad, no es distinto a lo ocurrido en la Alemania pre-hitleriana o en la
Italia pre-mussoliniana, y ya se sabe en qué terminó aquella historia.
Necesario es comprender además que los Bolsonaro, los Macri y otros
similares, son piezas de un plan de recolonización continental impulsada por el
imperialismo estadounidense, que
ambiciona ya no quedarse con el “patio trasero” sino con todo el edificio y las
riquezas que éste encierra.
El otro gran factor que posibilita estos rápidos ascensos de extrema
derecha son los propios errores (u horrores) que se cometieron en el propio
campo de la izquierda progresista. En el caso especial de Brasil es obligatorio nombrar al Partido de
los Trabajadores (PT), que gobernó durante tantos años y que, si bien abrió un
amplio abanico de libertades e impuso importantes cambios sociales (muchos de
ellos de corte únicamente asistencialista), no quiso romper el molde del
capitalismo, y fue abandonando poco a poco la idea original (con la que el
propio Lula agitaba en sus orígenes a los trabajadores metalúrgicos) de la
opción por el socialismo, quedándose estancado solo en el “progresismo”. Aquí
viene otro tema sustancial y se trata de entender que esa matriz ideológica
tiene límites muy concretos y en aras de arribar y luego sostenerse en un
gobierno, genera alianzas que luego le cuestan la vida, eufemísticamente
hablando. No es lo mismo aspirar a una práctica progresista que tener una
fuerte aspiración de recorrer un rumbo revolucionario. En ese sentido, tampoco
es casualidad que del amplísimo mapa de gobiernos de características populares
que hasta hace poco se mantenían en pie en el continente, sólo permanecen
erguidos Cuba (como siempre, un faro indispensable), Venezuela bolivariana y la
Bolivia plurinacional de Evo Morales.
El tercer factor a tener en
cuenta en la difícil coyuntura brasileña, es que, más allá del esfuerzo y el
sacrificio asumido en las calles de todo el país por algunos de los más
importantes movimientos sociales, como son los Sin Tierra y los Sin Techo,
ambos alineados en frentes que reivindican la izquierda popular y socialista,
la movilización de las masas no estuvo a la altura de las circunstancias en
todos estos meses, y en especial desde la
injusta detención de Lula. Este hecho, el encarcelamiento de un líder popular y
el ex presidente que mayores posibilidades le brindó a los más humildes,
debería haber desencadenado una importante revuelta social, con cientos de
miles de personas en las calles. Esto no ocurrió así, y en ese aspecto pesa
otra vez la equivocada idea de que todos los problemas se resuelven con la
“democracia” y las urnas que ésta ofrece como instrumento, cuando es en la
lucha callejera donde los pueblos han logrado históricamente sus más altas
conquistas. Eso lo entendieron muy bien los militantes del MST y sus
liderazgos, cuando además de movilizarse constantemente e incluso mantener casi
en solitario el campamento frente a la prisión donde encerraron a Lula,
lanzaron un mensaje a futuro, señalando que si la izquierda representada por
Haddad-Lula ganara las elecciones, el gobierno que se derivara de ello debería
abandonar cualquier atisbo de “conciliación de clases” y emprender cambios
profundos en un giro radical hacia la izquierda y el socialismo.
Ahora bien,
convengamos que el escenario que se ha abierto este pasado domingo es de una
notoria gravedad, y que lo que ocurra el 28/O no solo afectará a Brasil sino a
toda la Patria Grande. En ese sentido, a sabiendas de que otra vez la suerte
habrá que jugarla en el campo del enemigo, resulta indispensable encontrar los
mecanismos para hacer un esfuerzo descomunal a fin de frenar el ascenso del
fascismo representado por Bolsonaro. Por un lado, se impone la unidad de toda la
izquierda y el campo popular, que abandonando en esta ocasión el lenguaje
“políticamente correcto” y cualquier atisbo de “buenísmo” que suele circundar a
algunos sectores, se expresen y actúen radicalmente. Es
indispensable que se genere confianza en que si Fernando Haddad obtiene la
victoria (que no es para nada imposible) se van a realizar y cumplir por fin
con todas las demandas que el movimiento popular viene exigiendo desde hace
años, y que pasan por reforma agraria, nacionalización del comercio exterior,
terminar con la dictadura de los “grandes medios” y otras reivindicaciones de
carácter revolucionario. Porque al fascismo no se lo derrota con discursos ni
prácticas moderadas sino con toda la fuerza que imponen las circunstancias de
estar entre la vida y la muerte. Eso es importante que se tenga en cuenta a la
hora de hacer una campaña de pocos días donde habrá que enfrentar a todos los
poderes fácticos, desde el aparato gubernamental-empresarial y eclesiástico
(sobre todo el evangélico pentecostal) hasta la andanada descerebrante de los mass media.
El discurso
diferenciado entre un candidato y otro no debe ser simplemente una expresión de
lenguaje, sino el tratar de convencer que, como en otras ocasiones de la
historia, la alternativa es “socialismo o barbarie”. Y que si esta última
triunfa, los perjudicados, como siempre, serán los y las humildes y no pocos
sectores de la clase media brasileña. El desafío está planteado, la consigna es
tan conocida como necesaria: “No pasarán”.
Por Carlos
Aznárez para Resumen Latinoamericano
Lectura anexa:
La cooperación, la empatía , la sensibilidad social, requieren un notable esfuerzo por parte de los participantes.
ResponderEliminarLa integración, el rescate del que se cayo al agua para subirlo al bote en el naufragio, la planificación de la asignación de recursos mutuos de una asociación , de un club o cualquier grupo de manera igualitaria o justa llaman a hacerse presente y participar , a brindar lo mejor de cada uno.
Los sistemas de manipulación aglomeración del poder saben muy bien que ajustando al individuo del cogote, sembrando el hambre la desocupación y la ignorancia la sociedad pierde esas condiciones magnánimas y prevalece los sectores mas internos del cerebro de cada individuo en detrimento de las actividades de la corteza que lo enaltecen , transformándose básicamente el homo sapiens en homo reptilius adoptando el comportamiento del reptil.
El resultado ha sido frecuentemente como lo revela la historia el descenso a los más oscuros infiernos y las páginas mas oscuras de la humanidad.
El hombre común comienza a saborear sangre , a pedir corte de cabezas y demandar soluciones rápidas y fáciles aparentes .
Se equivoca SILVIO cuando canta “ se partió en Nicaragua otra soga sin sebo porque el águila daba por el cuello al obrero”?
Que ocurrió en algunos casos anomales puntuales en que la sociedad opto por soluciones violentas ,por reacciones masivas pero que incluían las condiciones de humanidad de los primeros parrafos?
Me atrevo a sugerir que ejerce una tremenda influencia el marco en algunos casos como en Cuba de la Guerra fría y la lucha de poderes, ejercida no solo en el campo de la lucha sino en el área propagandística o sea había dos fuerzas.
También es cierto que en aquellas anomalías la opresión se ejerce por medio de un dictador de derecha , en estos casos modernos en estos giros actuales fachistoides la opresión se ejerce desde la democracia, (una democracia tomada) , con las instituciones , la justicia (en apariencia) , los partidos políticos , la libertad para elegir , opinar , disentir y la bendita libertad de prensa (también aparente)
Es fácil ver que en este contexto el individuo como las langostas en la manga cambia su química interna y se transforma en un mounstro devorador.
Es posible salir de esta tendencia ?es revertible , es este patetico experimento Brasilero el fondo oscuro o aun podemos descender unos escalones mas hacia las calidas playas del infierno del Dante?