Leer las causas Presentes para entender los efectos Futuros como ayuda memoria del saqueo del Pasado. Acaso por eso el promisorio y locuaz deseo de Vidal en el cual aquel Pasado regresa y reemplaza
Mural de la Miseria – Oswaldo Guayasamin
Megadevaluación: las penas son de nosotros,
las ganancias son ajenas
por La Izquierda
Diario
Empujado por los mercados
y bajo la tutela del FMI, Macri pretende mostrarse como garante para la terapia
de shock. Licuación de gasto y salarios por la vía devaluatoria, y recorte
fiscal, claves para intentar recuperar el beneplácito de los acreedores.
Por Esteban Mercatante para La Izquierda Diario
Fuente: La Tinta
Tras cuatro
meses de corrida, el dólar acumula un alza de 105 % en lo que va del año. Pero
no hay síntomas de que la nueva cotización, que resulta incluso superior a las
ambiciones más desbocadas de devaluadores seriales como el presidente de Fiat,
Cristiano Ratazzi, haya aplacado la huida hacia el dólar. El Banco Central
(BCRA) se mostró tan falto de herramientas para calmarla como al inicio de la
crisis. Continuó subastando reservas (en el año ya vendió casi USD 14 mil
millones) al tiempo de que elevó los encajes para los depósitos por segunda
semana consecutiva (a 36 % para los depósitos a la vista), mientras aumentaba
la tasa de interés a 60 %.
Empujado por los mercados y bajo la tutela del FMI, Macri pretende
mostrarse como garante para la terapia de shock, buscando la estabilización de
la economía nacional mediante un nuevo saqueo, combinando licuación (del gasto
público y del salario) por la vía devaluatoria, el recorte fiscal y el intento
de restablecer, en un futuro incierto, el acceso al crédito internacional. Su
credibilidad, y la del “mejor equipo de los últimos cincuenta años”, que tuvo
un recambio en junio que ya pasó al olvido, quedó colapsada tras cuatro meses
de pulseada con los especuladores. Pero cuenta con la gobernabilidad prestada
por los gobernadores, que se preparan para regatear el reparto de costos entre
Nación y provincias, por el PJ, y por la burocracia sindical, que acaba de
llamar a un paro sin movilización… para el 25 de septiembre. Una eternidad.
Acuerdo con el FMI versión 2.0
Hace algunas
semanas, fue el propio Mauricio Macri, con un breve video dirigido
exclusivamente a los inversores (aunque difundido por medios más propios de un
mensaje “viral” para redes) media hora antes de la apertura de operaciones, el
que empujó a la estampida frenética del dólar. El presidente dijo que le
solicitó al Fondo Monetario Internacional (FMI) adelantar “todos los recursos
que resulten necesarios” para poder cumplir con el programa financiero de 2019.
Remarcó la intención de “eliminar cualquier incertidumbre” y “fortalecer la
confianza”.
El gobierno
quiso transmitir que tenía cerrado el programa financiero para 2019, es decir,
que podría pagar todos los compromisos de deuda con ayuda del FMI sin necesidad
de recurrir a financiamiento en los mercados internacionales de crédito.
En el ámbito
de las finanzas leyeron otra cosa:
1) que el
acuerdo vigente con el FMI estaba virtualmente caído, y que los funcionarios
estaban negociando contrarreloj una versión 2.0, lo que en realidad, como
revelarían miembros del staff del Fondo a financistas en los EE. UU. durante el
fatídico miércoles, ni siquiera había comenzado, lo que significan varias
semanas de nuevas tratativas con el staff del Fondo en un contexto aún peor que
el de meses atrás cuando se cerró la Carta de intención aprobada en junio.
2) que todas
las preocupaciones del gobierno se limitaron a asegurar los compromisos de
deuda del año próximo; pero ¿qué pasa con los compromisos de deuda que exceden
a 2019?
Podemos
agregar una tercera dimensión del mensaje presidencial, que es la incertidumbre
de lo que ocurrirá con los dólares que demanda la economía. Contrariamente a lo
que podría esperarse con la megadevaluación ocurrida hasta hoy, el déficit de
cuenta corriente (es decir, el balance que deja el comercio exterior de bienes
y servicios y las rentas compuestas por beneficios, intereses y dividendos) no
se redujo todavía a pesar de la devaluación. Entre enero y julio acumula USD
9.796 millones (lo que equivale a más de 3 % del Producto Bruto Interno). En
igual período de 2017 había alcanzado USD 7.582 millones. Lejos de caer, al día
de hoy sigue en aumento. La fuga de capitales, mientras tanto, alcanzó en los
primeros 7 meses del año los USD 20.000 millones, y de mantener el ritmo actual
superará holgadamente los USD 30.000 millones en el año.
Hasta el cierre de
los mercados internacionales para el país, la emisión de deuda en moneda
extranjera cumplió no solo el rol de proveer al tesoro de fondos, sino de
solventar los dólares necesarios para este drenaje permanente. Lo hizo junto
con la atracción de capitales de corto plazo que hasta comienzos de este año
estimuló la bicicleta financiera vehiculizada por el BCRA mediante las Lebacs,
cuyo stock creció exponencialmente a medida que se impusieron tasas cada vez
más elevadas para asegurar la afluencia de inversores que se pasaban de pesos a
dólares para aprovechar los altos rendimientos de dichos papeles. Ambas vías
para la provisión de dólares se cortaron desde comienzos de año. Entonces, el
interrogante es de dónde saldrán los dólares que le faltan a la economía, y que
resultan fundamentales para la política de vaciamiento permanente de la
economía nacional que caracteriza a los grandes grupos económicos (nacionales y
extranjeros) que operan en el país.
El mensaje de
Macri, al contrario del objetivo buscado, recrudeció el salto del dólar y llevó
el riesgo país nuevamente a niveles explosivos. El viernes siguiente cerró en
770, luego de haber superado los 800 puntos. Esto significa que para colocar
deuda, el tesoro pagaría casi 8 % más de lo que paga un bono del Tesoro de EE.
UU., es decir alrededor de 11 %.
El BCRA siguió
corriendo de atrás al dólar en estos días que superó la cotización de $ 40,
limitado por las restricciones del acuerdo con el FMI, que reforzó las reservas
del BCRA pero a cambio de limitar la intervención en el mercado, imponiendo una
flotación cambiaria que no encuentra techo. Los especuladores le tomaron el
ritmo a sus subastas, como antes lo habían hecho con las intervenciones de
Federico Sturzenegger. Por eso, a pesar de las medidas agresivas en materia de
contracción monetaria, que tendrán un severo impacto sobre la actividad
económica (con esas tasas el costo para el financimiento con tarjetas de
crédito pasó a 120 % anual), la corrida sigue firme. Nuevas series de
ahorristas, que todavía mantienen Lebacs a través de fondos de inversión, o
contratos de dólar futuro, se siguen fugando a la moneda norteamericana,
alimentando su demanda. La oferta, en cambio, se vuelve cada vez más reacia: ¿quién
va a desprenderse hoy voluntariamente de un dólar que podría valer mañana hasta
un 10 % más? Los exportadores posponen indefinidamente la liquidación de
divisas de sus operaciones (que por decisión de este gobierno no están
obligados a liquidar en lo inmediato), las multinacionales que ya operan en el
país atrasan cualquier posible ingreso de capitales, cuando no liquidan
operaciones como Walmart, y los sojeros que todavía no vendieron guardan sus
cosechas en silobolsas hasta que aclare la tormenta cambiaria.
Déficit (casi) cero
Dujovne
anticipó, sin detalles, lo que el FMI pedirá a cambio del anticipo de
desembolsos: una aceleración del cronograma de reducción del déficit. Aunque al
momento de escribir esta nota no se conocen aún más detalles, el nuevo objetivo
se mueve entre el déficit cero hasta un máximo de tolerancia de 0,5 % del PBI.
Es decir que si desde junio el gobierno estaba embarcado en un recorte
adicional del déficit de $ 300.000 millones, de los cuales el 66 % recaía sobre
Nación y el resto debían aportarlo las provincias, ahora la cifra se acerca a $
500.000 millones.
Cómo podría
alcanzarse semejante objetivo resulta una incógnita que Dujovne no develó. Pero
podemos anticipar que incluye nuevas medidas contra los trabajadores del Estado
(por estos días anticipado por una nueva ronda de despidos en Agroindustria).
No podemos descartar nuevos intentos de modificar las partidas del gasto que
están indexadas (ajustan por la inflación de manera automática), y representan
un 58 % del presupuesto: jubilaciones y asignaciones. También podemos prever un
freno total de la obra pública (que ya estaba previsto reducir en 2019 a la
mitad de lo gastado este año, que es a la vez el 50 % de lo desembolsado en
2017).
Pero con
todo esto no es suficiente para alcanzar la friolera del ajuste que se propone
Macri. Más cuando, como resultado de la recesión, los ingresos fiscales se
verán disminuidos, como ya se observó en julio: la recaudación subió apenas
23,8 %, lo cual significa que está bien por debajo de la inflación de 31 %
anual.
Por
eso, aunque Macri evitó hasta ahora frenar la aplicación de la reforma
tributaria –que definió un cronograma de bajas en varios impuestos que cada
año representan un costo fiscal de 0,3 % del PBI anual entre 2018 y 2022–,
forzado por la crisis avanzaría en revisar esta posición. En principio, podría
avanzar en el freno a la reducción de las retenciones a las exportaciones para
la soja, que tienen un cronograma de rebaja de 0,5 puntos porcentuales hasta
diciembre de 2019, cuando quedarían en 18 %. Hace varias semanas, el gobierno
anunció la decisión de frenar la rebaja para los productos derivados de la soja
por seis meses. Podrían restablecerse también para el trigo y maíz, cultivos
para los cuales los derechos de exportación fueron eliminados en diciembre de
2015.
Los “chacrers”
ponen el grito en el cielo, aunque lo que dejarían de ganar con esta medida es
apenas una propina. El agropower no está muy inclinado a seguir el consejo de
Elisa Carrió. Las
patronales agropecuarias, son parte de los mayores beneficiarios de este
saqueo. Después de la enorme transferencia de ingresos a favor de estos
sectores que implica la megadevaluación, les sacan ahora un pequeño porcentaje
de su margen, seguirán igual con ganancias récord.
Le megadevaluación
también podría hacer su parte para alcanzar las metas de déficit. Acicateando
la inflación (ya de por sí elevada), podría ayudar a que la reducción nominal
de las partidas del gasto se traduzca en una licuación aún mayor en términos
reales. Es decir, menos presupuesto, para salud, educación, etc. Este “trabajo
sucio” del ajuste cambiario para ordenar las cuentas del gobierno tiene como
condición que los gastos bajen, en términos reales, más de lo que lo están
haciendo los ingresos. Esta licuación puede ser la vía para un ataque en cierta
forma más “indirecto”, pero no por ello menos agresivo, para cumplir las
exigentes metas fiscales que el gobierno profundiza presionado por los
acreedores y para asegurar más “ayuda” del FMI.
La otra licuación
Si el dólar
se mantuviera como está hoy, marcaría un 105 % de aumento en todo el año (todo
indicaría que lo superará ampliamente); los precios, ya van camino a superar el
40 % de incremento anual. Los salarios nominales, de no actualizarse las
paritarias actuales, estarían en promedio en 20 % o poco más; los estatales están
en un promedio del 15 %. Con esta brecha entre evolución del tipo de cambio,
precios y salarios, los últimos van camino a sufrir una dura pérdida en
términos de poder adquisitivo y a abaratarse sensiblemente como “costo” en
dólares para los empresarios. Un año atrás, el salario promedio (según el
Reporte Laboral del ministerio de Trabajo) equivalía a USD 1.530; con el dólar
actual estaría descendiendo a USD 800. No sorprende entonces que varios
industriales, especialmente los que participan de la exportación, celebren con
el nuevo tipo de cambio.
Se trata de una foto provisoria, porque el dólar aún sigue sin encontrar
techo, y porque el ajuste cambiario acicatea los precios, y por lo tanto
también la disputa por la recomposición de los salarios. Pero ya se dibuja un
panorama de ganadores y perdedores. Entre los primeros, encontramos al
agropower y los que procesan la materia prima, el aluminio y siderurgia, las
automotrices, las empresas energéticas, y al conjunto de los que con las
primeras señales de turbulencia se apresuraron a dolarizar activos con un dólar
mucho más barato que el actual. El banco JP Morgan y el fondo buitre BlackRock,
por ejemplo, rescataron activos en abril, con un dólar a $ 20.
Lo que
terminará de definir el panorama de grandes ganadores y perdedores es la
magnitud de la recesión (que ya se observa profunda) y su impacto sobre el
empleo y la inflación. En lo que va de su mandato, los intentos de Macri de
avanzar con medidas más de shock, como lo sería de asentarse el saqueo que implica
la megadevaluación, se vieron limitados por la relación de fuerzas. La
expresión más contundente la encontramos en diciembre, cuando el Congreso votó
la reforma de la movilidad previsional con un alto costo político, rodeado de
duros enfrentamientos de sectores de masas con las fuerzas represivas.
A diferencia
de 2002, cuando la crisis de la convertibilidad se había extendido durante
cuatro años sentando las bases para que la burguesía argentina descargara sobre
la clase trabajadora un feroz ataque que sentó las bases para el ciclo de
crecimiento iniciado en 2003, ahora la clase trabajadora no padece una
situación similar. La desocupación, aunque va en aumento por los despidos que
se empiezan a contar por decenas de miles, no llega aún a 8 %, cuando en 2002
alcanzó el 25 %. El movimiento obrero tampoco viene de sufrir derrotas severas.
El ajuste
por la vía devaluatoria, acompañado de una mayor destrucción del empleo que ya
se empieza a sentir, podría asentar la diferencia entre dólar, precios y
salarios, en beneficio del capital; pero esta aspiración puede desbaratarse si
la movilización obrera y popular impone medidas contra el ataque a los
salarios, como la escala móvil de los salarios y el reparto de las horas de
trabajo entre todas las manos disponibles. Se trata de una pelea a dar frenar
el saqueo que recae sobre las espaldas del pueblo trabajador y la bancarrota de
la economía nacional.
Ellos o nosotros
La
estabilización económica que busca el gobierno, para calmar a los mercados,
solo podrá concretarse a costa de los trabajadores y el pueblo pobre. El
capitalismo argentino vuelve a mostrar, como ocurrió una y otra vez en las
últimas décadas, que solo puede perpetuarse imponiendo una vez más una feroz
degradación de las condiciones de vida de las mayorías: crecimiento de la
desocupación, caída de los salarios, degradación de las condiciones de trabajo
por la vía de la flexibilización, recortes directos e indirectos en el gasto
social, y un largo etc.
Ante la
radicalidad de la avanzada que se proponen para defender los intereses de una
minoría, es necesario responder a la misma altura: con un programa de medidas
que la crisis la paguen los que la generaron, empezando por el abandono del
acuerdo con el FMI, el no pago de la deuda fraudulenta, y la nacionalización de
la banca. El camino para imponerlo es la movilización, peleando por un paro
activo nacional ya (no dentro de un mes como quiere la CGT y se amolda la CTA),
que sea el comienzo de un plan de lucha que culmine con una huelga general,
paralizando el conjunto de la producción y golpeando sobre las ganancias
capitalistas. Son ellos o nosotros.
Las patronales agropecuarias actuando como voceros oficiosos delas grandes multinacionales de granos....
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