Es necesario exhumar a la política del infierno en la cual ha sido enterrada por el sentido común




… el gran pintor polaco Zdzislaw Beksinsk no solía ponerle nombre a sus obras… en este caso caprichosamente la llamaré Melancolía, tal cual reza la inscripción situada en la parte superior de la cripta, bóveda de la cual acaba de exhumarse…



La baja intensidad de la democracia y de la política comienza a edificarse con la anuencia y presencia de todos los materiales por las que está compuesto el sentido común. Acaso esta sea la razón principal por la cual gran parte de los dirigentes políticos son deformadores y no formadores de militantes; no sea cuestión que la militancia se espabile y aquellos deformadores dejen de ser dirigentes. Al respecto Ernesto Sábato afirmó que “el sentido común ha sido el gran enemigo de la ciencia y de la filosofía, por ende lo es constantemente y en consecuencia del pensamiento crítico. Argumentar la inverosimilitud en contra de ciertas ideas es muestra de una enternecedora candidez. Les pasa a esta gente lo que a aquellos campesinos de Mark Twain que asistían a una función de circo: cuando vieron las jirafas se levantaron y exigieron la devolución del dinero, pues se creyeron víctimas de una estafa. El Hombre Medio se jacta de cierto género de astucia, que consiste en descreer de lo fantástico. Sin embargo, hablando en términos generales, se puede afirmar que vivimos en un mundo enteramente fantástico”.
Antes de los comicios ejecutivos del año 2015 observábamos las insolvencias intelectuales y los quebrantos políticos de aquel presente, y nos preguntábamos cuántos compatriotas se deberían estar replanteando aquel exitoso sofisma de la alternancia que se instaló en el 2013 para impedirle a Cristina Fernández ser nuevamente candidata. "Un sentido común antojadizamente rotatorio y mass media nos privó del sentido inteligente que implica tener un cuadro político de excepción al comando de la nave en tiempos complejos". La "turnocracia" le ganó la batalla a la política. De manera que luego no nos sorprendamos si terminamos encallados en las mismas rocas del pasado con amenazantes discursos de locos que nos prometen daños irreparables si se desequilibran emocionalmente, mientras nosotros seguimos espectando pasivamente cómo el péndulo regresa inexorablemente al vacío de un destino preanunciado y a la vez no escuchado hasta el hartazgo.
Se asegura que la democracia es perfectible dado que está ligada a un instintivo proceso evolutivo y que la ambición del hombre por superarse hará que su camino apunte, sin prisas pero sin pausas, al progreso de la sociedad. Estos casi tres años demuestran todo lo contrario, haciendo la salvedad que podemos interpretar dicho proceso evolutivo del mismo modo que lo hizo Darwin a través de su teoría de selección natural. Hay un momento en la vida de los seres vivos que tanto respirar como sudar forman parte de actividades mecánicas que si bien están automatizadas intelectualmente su desarrollo no requiere trabajo racional, no son sometidos bajo amenaza de riesgo. Está instalado que la democracia necesita que sus mecanismos básicos, es decir su piso, se encuentre permanentemente exhibido como logro máximo. En el presente a algunos nos cuesta respirar, no nos podemos permitir sudar ni tener frío, hemos evolucionado junto con el sistema, estamos a punto de ser inviables, esto es, estamos en vías de ser definitivamente detritos para los más aptos.
Hace un año, en nuestro artículo titulado: Eristocracia…


… afirmábamos que cuando praxis y dialéctica dejan de lado su maridaje comenzando a actuar cada una por su lado, es inevitable la  recreación de realidades distintas y muchas veces opuestas, confusiones sociales que le son muy propias y confortables a los paladares que disfrutan hasta el paroxismo del dejillo antipolítico. Lo fenomenal del momento es que con el avance del modelo se vislumbra que tanto praxis como dialéctica están llegando por fin al inexorable maridaje que propone el sentido común por ellos mismos construido. Cuando desde las usinas oficialistas se insiste en denostar el pensamiento crítico no lo hacen porque han decidido de la noche a la mañana menoscabarse intelectualmente ante la sociedad, el objetivo es alimentar la idea de que el análisis de la praxis no es competencia del ciudadano, para eso están ellos y su dialéctica contrafáctica. Por eso es necesario no confundir, hay una dialéctica que deriva de los hechos concretos y el eximio maridaje con el análisis de la praxis, sentido inteligente que trata de descubrir, discutir, escrutar, ordenar y exponer mediante la confrontación, la refutación y el razonamiento de argumentaciones lógicas la búsqueda de la síntesis, pero existe un idioma contrafáctico dominante que no deriva de los eventos sino de su poder para manipular la interpretación ciudadana.
A principios del siglo XX Theodor Adorno nos hablaba de una “dialéctica negativa” y más hacia nuestros días Jean Paul Sartre exponía que en el campo de la controversia dialéctica la ambigüedad y el eufemismo, presentes de manera ignominiosa en algunas ciencias y en la política, ignoraban el principio fundamental el cual indica que lo primero es no hacer daño (“primum non nocere”). El contrafáctico o un contrafactual es un condicional de múltiple intencionalidad en donde hasta el deseo y la imaginación intervienen, es un razonamiento contra un hecho determinado con el objeto de llegar a una conclusión conveniente. Cuando dicho sistema lo trasladamos al análisis político observaremos que la herramienta contrafáctica es la más apetecida y utilizada para la construcción de sentido común “mass media” y esto es así debido a que es de sencilla utilización y asimilación, un sistema de espacios vacíos disponibles para el libre albedrío jugando con las fantasías de un público cautivo. Tristemente en la coyuntura, dentro de la dialéctica política, se navega por los mares de los no sucesos para ocultar los sucesos y esto trae implícito no solo la desinformación, situación grave por cierto, sino además una paulatina deformación que apunta con intención a un marcado analfabetismo político, un fenómeno que se reproduce con suma intensidad y velocidad, revelación por el cual la erística, simplista y contrafáctica, formadora de sentido común, gana cada vez más espacios, incluso dentro de la propia dialéctica ideológica de los partidos políticos.  Así pues el lenguaje no pudo resistir más los embates de la crueldad política vigente, se vio acorralado por la praxis sin tener más remedio que desnudar su siniestro verbo, su perverso sujeto, y su avieso predicado, aderezado dicho colectivo lingüístico con la mayor malversación idiomática jamás aplicada y exhibida enviado a ambas, dialéctica y praxis, al averno más profundo de la psicopatía política.
Por estos tiempos hemos sido testigos públicamente de definiciones que nos avergonzarían escuchar privadamente, y esto solo fue posible debido a que la praxis fue moldeando la explicación de su ser en el marco de una imposición de neovalores "humanísticos" aceptados y consensuados.


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