La feroz manipulación de quienes se creen dueños de todo solo se la puede combatir con mayorías lúcidas y activas. Estas dos condiciones no existen hoy.. (Enrique M. Martínez)
Los murales industriales de Diego Rivera
La indiferencia política – Por Enrique M. Martínez, para La
Tecl@ Eñe
Fuente:
http://lateclaenerevista.com/2018/06/06/la-indiferencia-politica-enrique-m-martinez/
Los flancos que desvinculan de la acción política a una fracción
importante de la población son múltiples. Un proyecto que pretenda mayor
equidad social necesita disminuir la indiferencia de sectores medios y humildes
que no se han sentido protagonistas de la mejora en su calidad de vida.
Por Enrique M. Martínez, Instituto para la Producción Popular
No es un fenómeno
exclusivamente argentino. Se da en la mayor parte del mundo, aunque con
características propias de cada país.
La indiferencia respecto de la
política, con cierta facilidad, se convierte en desprecio por quienes se
involucran en las discusiones ideológicas o sobre formas de acceso a la
administración de la cosa pública. Podría asignarse ese prejuicio aquí en alta
proporción a la defraudación de gobernantes del pasado que no respondieron a
sus promesas, que no fueron honestos o que fueron notoriamente ineptos.
Pero en el planeta la alta
participación en las elecciones, cuando no son obligatorias, es mucho más la
excepción que la regla.
¿Se rechaza la falta de lealtad
de la clase política a los objetivos para los cuales se les delega el poder de
administrar el Estado?
¿Se llega a la indiferencia
porque previamente los elegidos han bloqueado la participación popular en los
asuntos comunes?
Por el contrario, al ser el
capitalismo un sistema que exalta la competencia entre los individuos, ¿eso
lleva a los de mejor pasar a creer que no deben nada a nadie, que cualquier
injerencia del Estado les sería dañina y se alejan de todo ámbito colectivo?
Son tantos los flancos que
desvinculan de la acción política a una fracción importante, que es complejo
entender las razones centrales. Además, cada uno de esos flancos abre puertas para
que quienes tienen interés en que esa desvinculación se mantenga, se
lancen a la manipulación de voluntades, creando infinitos escenarios
falsos a los que se afirma desde el martilleo mediático.
Un proyecto que pretenda mayor
equidad social necesita disminuir la indiferencia de sectores medios, a los
cuales se han agregado en la última década sectores humildes que no se han
sentido protagonistas de posibles caminos de mejora de su calidad de vida. La
intermediación de la clase política ha sido contraproducente, al convertir la
expectativa de la mejora en una dádiva, sensación que se agudiza cuando esa
mejora ni siquiera aparece.
El único modo que hasta ahora
se ha intentado es la exhortación moral, sea señalando las cosas que
consiguieron por iniciativa de un gobierno popular o a la inversa, las cosas
que perdieron o están perdiendo por haber creído en los cantos de sirena de un
gobierno neoliberal.
Sin embargo, no es el discurso
el factor de convocatoria. Al menos no lo es como sustituto de una práctica
distinta de relación de la dirigencia política con los indiferentes.
Con los sectores más humildes es
relativamente más simple. Bastará enterrar el derrame, aún el derrame inducido,
como estrategia de mejora, para focalizarse directamente en las necesidades de
cada comunidad, sea de grandes urbes, de ciudades medianas o pequeñas, de la
periferia de los grandes aglomerados. En cada caso, las necesidades y las
restricciones de infraestructura y de producción de los bienes básicos para la
subsistencia son diferentes, pero la actitud política debe ser la misma:
integrar a los compatriotas a soluciones productivas y comerciales que puedan
hacer evolucionar en base a su propia iniciativa, con permanente y explícito
apoyo público, que no se limite a algunos subsidios de capital o de consumo,
sino que sume al combo la asistencia técnica para transitar caminos novedosos.
Pensarlo en conjunto, ponerlo
en práctica y consolidarlo. Una secuencia de hierro que puede y debe recuperar
la confianza en el Estado, que contiene a la confianza en la política, es más
importante que ésta.
Con las capas medias el desafío
es más complejo, pero no menos necesario. Se trata de compatriotas que tal vez
pueden cambiar su auto cada dos o tres años, que aspiran a tomar vacaciones en
el exterior, pero no obstante tienen flancos débiles históricos, como su
dificultad para acceder a la vivienda propia; su inseguridad intrínseca, que
les hace ignorar todo ahorro que no sea en dólares; su dificultad para integrar
a sus hijos a la escuela o la universidad pública, que deberían ser espacios de
aprendizaje e integración social de alta importancia.
Para cada uno de esos aspectos,
quienes quieran ejercer un gobierno popular deben tener propuestas de solución
creíbles y deben implementarlas apenas tengan un punto de apoyo institucional.
Bloquear la especulación en
tierras; ejercer la docencia sobre el daño económico que genera sobre todos
meter dólares bajo el colchón; presentar opciones de ahorro masivas creíbles,
que eludan cualquier inflación, pero no afecten el talón de Aquiles de la
disponibilidad de divisas; jerarquizar la enseñanza pública en todo nivel, son
aspectos de gobierno que pueden dar señal a la clase media que su destino está
asociado a contar con un gobierno que entienda sus expectativas personales y
familiares.
A la feroz manipulación de
quienes se creen dueños de todo, pero solo se le animan a hacer dinero con
dinero, en un país periférico, experiencia mutiladora de la sociedad que cada
vez dura menos, solo se la puede combatir con las mayorías lúcidas y activas.
Estas dos condiciones no existen hoy. La dirigencia política debe entender que
eso sucede porque cada vez conocen menos qué pasa por la cabeza y el corazón de
muchos compatriotas y resulta fácil y directo asignarle a la manipulación, y
también a la alienación de esos sectores, los males del país.
Estudiar, entender, participar,
ir al hueso de los problemas, es el camino a reconstruir.
Nota
del Editor de Nos Disparan desde el Campanario
En
su apología sobre las crisis Milton Friedman las observa como el elemento
cardinal, como el factor y causa esencial para el cambio socio-económico, por eso habla de las crisis
reales o percibidas, ergo, creadas con fines determinados, tal como ocurrió
desde que asumió Cambiemos. Uno de los padres del neoliberalismo afirma que de
ese modo y desarrollando alternativas a esas crisis se pueden profundizar
estrategias políticas en donde lo imposible se transforme en inevitable, y digo
para mi, por ejemplo que buena parte de la sociedad admita como posible la
instalación de un modelo cuyas columnas son la exclusión, la concentración de
la riqueza, el endeudamiento, la financiarización de la economía, el saqueo de
sus bienes y riquezas, la detención de opositores y la represión ante la
protesta social...
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