Nota introductoria:
“Barcelona no tendría que haber asumido como
concejal por Unidad Ciudadana porque estaba flojo de papeles” (Hugo Segurola,
vecino, periodista y ex Concejal por el vecinalismo)
Fuente:
Los amigos del Pago
Chico (incluyo en esto a nuestros enemigos, los urgentes, los menos urgentes y
también a los cuatreros periodísticos), que desde hace tiempo siguen con
interés nuestros análisis críticos locales en Nos Disparan Desde El Campanario, medio
eximido de los autofiltros por cobardías ni pautas que lo mimen, sabrán a
ciencia cierta que durante estos últimos cuatro años hemos sido muy puntillosos
y eficientes a la hora de realizar la lectura política de la subespecie
dirigente denominada: “lobotomizado mico duranbarbeano”, enunciado y anunciado orgullosamente
de ese modo por el propio Durán Barba en su texto cardinal de marketing
político titulado El Arte de Ganar. Su evolución darwiniana y la búsqueda de su
nicho de confortabilidad, y un recorrido alternativo antipolítico que le
permitiera en el pasado mimetizar sus patologías, sus psicopatías comunes al
oficialismo, matrimonio de hecho, análisis estos efectuados a priori, no con el
diario del lunes, daban como resultante el inexorable final que hoy exhiben sin
mayores máscaras. Ya no precisan de pleonasmos necrológicos y de nomenclaturas
demagógicas, ni de proponer homenajear a favor de los personajes más siniestros
de la aldea para lograr adhesiones y voluntades mediante un “deber ser”,
lisonjero, promiscuo y baboso; el alineamiento a su nueva biota es total. De
manera que nadie se llame a engaño, acaso sí, con cierto grado de culposidad,
la patología Del Caño emerge como advertencia inicial en muchos de ellos con
asteriscos, paréntesis y corchetes que en definitiva y tras repasar sus entre-líneas mueven a risa del lector atento y avezado en estas lides retórico-políticas.
A poco menos de un año de las PASO ya están pidiendo pista añorando el
conchero perdido, instrumento del cual gozaban, ya fétido y oxidado por cierto,
y que hoy pulido y algo más vistoso, luce incrustado en la entrepierna de un
circunstancial antagonista, adversario que no cejan en denostar por obvias y
banales cuestiones de protagonismo y salario.
Obviamente, el haberlo perdido,
siempre es responsabilidad externa, nunca propia. Los delirios, la victimización,
las agresiones, a políticos y también a ciudadanos comunes, las fábulas, la
mitomanía y hasta cierto impudor exhibicionista, no forman parte de su crítica interna, sigue
observándose de acuerdo a la visión de un círculo cerrado de ahorro previo, muy
pequeño, que continúa creyendo con su esfuerzo en un bien que hace tiempo el
aura de la sombra de su propio ombligo le ha tapado la posibilidad de revisar
los dolores y sufrimientos de la comunidad, conducta colaboracionista a favor
del poder real local y su permanencia legislativa, y en contra de ese segmento popular que en sus
comienzos de artificio prometió representar y defender...
En lo personal y como ciudadano me reconforta no
mencionar ni discutir sobre lo que soy, esto es, lo que la mayoría de la gente no
quiere que sea, más allá de serlo o no serlo, acaso eso me ofrece la
posibilidad de mantener la dosis de recato necesario para poder expresarme sin chapas
pesadas ni condicionamientos y con el mejor de los cargos que un militante
honesto y ético del humanismo puede aspirar: ser un ciudadano, única investidura que merece ser
respetada en su continente y su contenido...
Pido disculpas por mi ignorancia, entonces. Acaso la
petulancia pautada tenga razón y sea tan solo un escritor de porquería, un
opinólogo sin códigos, o un intelectualoide kirchnerista inimputable, eso sí,
todos coinciden en lo mismo, mi mayor pecado, inciso en donde suelen castigar
al comienzo de sus advertencias, es el reproche inmediato por tener una buena
formación cultural e información general y particular, cuestión que, según la
mass media, banalizo y ensucio debido a mis ideas políticas populistas.
Dario Fo, premio Nobel de Literatura 1997 y uno de los
dramaturgos más importantes que tuvimos los amantes de las letras y el
lenguaje, les explica porque lo era y de alguna manera porque lo soy..
En el mientras tanto que uno se alegra de no ser, otros
se esmeran a favor del fraude y tratan de ser lo que no son, ni siquiera en sus
delirios más extremos y optimistas, pero vaya nuestra candidez social, aún así
lo logran. Y dije optimistas. En una sociedad necia y aburrida de llevarse
puesta, hace 20 años que el Dr. Pangloss es el intendente de Coronel Dorrego,
puede cambiar el rostro, la edad, la profesión y la altura, pero siempre es el
mismo Intendente. Y Cándido, Cunegunda, Cacambo, Martín, Paquita, el Barón, la
Baronesa, Santiago, Fray Alhelí, Thunder-ten-tronckh, La Vieja, y don Pococurante continúan
formando parte del mismo honorable concejo deliberante, sátira incapaz de
deliberar con inteligencia, en donde el honor está sometido al arbitrio de la
conveniencia, y como junta o reunión solo se comporta ejecutivamente. Justamente
por allí seguirán pasando personas como las detalladas al comienzo, pedantes
que a poco de andar se creerán propietarios exclusivos de nuestras voluntades,
con licencias automedicadas y acceso libre de mutación sin que observen reproche
alguno como válido, como si tal cosa fuera producto de una conspiración.
Raúl Baglini, Diputado Radical, destacó hace más de
treinta años: Cuanto más lejos se está del
poder, más irresponsables son los enunciados políticos; cuanto más cerca se
está, más sensatos y razonables se vuelven. A medida que un grupo se acerca al poder, va debilitando sus
posiciones críticas al gobierno.
Resulta hasta risible que tamaña
vulgaridad la haya elaborado siendo oficialista de un gobierno que pretendió
romper “irresponsablemente” entonces, con algunas hegemonías, esto es, para la
mass media quedó incorporado el concepto que la sensatez y la racionalidad
parten de una suerte de inercia conservadora que jamás puede ponerse en tela de
juicio. Es como una advertencia censora. Cualquier anomalía que sostenga
conflictos con el orden establecido será observada con rango de insensatez
demagógica. Es una pena que aún, pasado el tiempo, no tengamos las fórmulas que
comprueben fehacientemente la veracidad incontrastable de este falso teorema,
lo cierto y es aquí en donde debemos poner atención, que dicho enunciado
resulta un eficiente disciplinador. Coronel Dorrego expone de forma
transparente, me atrevo a decir con marcada impunidad, esa obediencia debida
social y “racional” que describió Baglini, dialéctica que jamás se exhibirá
arriesgada, valiente, sanguínea, por eso
las discusiones y los debates recorrerán siempre las cómodas avenidas de la formalidad,
jamás intentarán, con un cuchillo de doble filo, profundizar para extraer el tumor
maligno; las multirrelaciones existentes (políticas, familiares y comerciales),
la sensatez y la racionalidad del establishment bocetarán el resto...
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