Nuestra actual lumpenburguesía gobernante solo está atenta y embarcada en toda clase de negocios rápidos...
Acorralados
peligrosos, por Jorge Beinstein, para La Tecl@ Eñe
Fuente:
http://lateclaenerevista.com/2018/04/15/acorralados-peligrosos-jorge-beinstein/
Jorge
Beinstein, Doctor
de Estado en Ciencias Económicas (Universidad de Franche Comté – Besançon,
Francia). Actualmente es Profesor Emérito de la Universidad Nacional de
La Plata (Argentina) y Director del Centro Internacional de Información
Estratégica y Prospectiva de dicha universidad.
La intervención al PJ y el efímero encarcelamiento
de Fellner aparentan marcar en estos días la ofensiva de un régimen autoritario
consolidado, seguro de sí mismo, respaldado por su amo imperial en plena tarea
de asegurar el control de su retaguardia estratégica latinoamericana. Sin
embargo las apariencias engañan.
Malas noticias
Se multiplican las señales negativas para el
gobierno Macri y sus bravuconadas buscan revertir una tendencia que comienza a
preocupar a su equipo central, todavía no es el pánico pero el susto se
amplifica mes tras mes. La imagen de Macri se va deteriorando, así lo muestran
encuestas de todo tipo incluso las realizadas por las consultoras amigas y la
perspectiva de un remplazo gatopardista en 2019 protagonizado por Vidal
comienza a cubrirse de sombras; en los sondeos de opinión realizados en la
provincia de Buenos Aires (al que se habría agregado recientemente uno muy
discreto a nivel nacional) su imagen positiva supera todavía a la negativa pero
la brecha entre ambas alternativas comienza a estrecharse. En la UCR, más que
desgastada por algo más de dos años de sometimiento al macrismo, aparecen
algunas disidencias ruidosas como la de Ricardo Alfonsin, que pese a sus
sinuosidades y torpezas expresa la pérdida de adhesión social a un gobierno que
empieza a ser insoportable para importantes sectores de las capas medias que lo
habían apoyado hasta hace muy poco.
Los casos descubiertos de corrupción oficial
se suceden uno tras otro carcomiendo su principal base de legitimidad, el
blindaje mediático no consigue diluir la avalancha del descontento social ni
invisibilizar como en otros tiempos las “desprolijidades” de ministros y
parlamentarios (y del propio presidente) embarcados en una dinámica depredadora
que puede más, mucho más, que las astutas estrategias elaboradas por sus
asesores locales y externos.
A ello se agrega una situación económica donde
aparecen síntomas de agotamiento que se adelantan a las previsiones del círculo
dominante, incluso las más pesimistas. La inflación no desciende impulsada por
los tarifazos, la suba del dólar e incluso por la contracción del mercado que
empuja a grandes empresas comerciales a subir precios de rubros con demanda
relativamente rígida a la baja (como los alimentos) para así compensar la
declinación en las ventas o que restringe la oferta en áreas afectadas por el
cierre de empresas. La apertura importadora destruye empleos, engrosa los
bolsillos de unos pocos pero no mueve el amperímetro del sistema de precios. El
endeudamiento público con el que se pretendía compensar la inexistencia de la
famosa lluvia de inversiones, encuentra cada vez mayores dificultades: los
mercados financieros globales son cada día más volátiles, suben las tasas de
interés y se hace muy evidente la endeble capacidad real de pago de Argentina
como lo muestra el agravamiento del déficit del comercio exterior y la
retracción de la oferta especulativa de divisas (bicicleta financiera). El
gobierno trata de aferrase al diabólico respaldo del FMI que le exige ajustes
muy duros.
En síntesis, la economía se enturbia y su
espacio político clasemediero se contrae.
Fuga hacia adelante
Todo parece indicar que Macri y su entorno
están convencidos que no hay retroceso gobernable posible, entonces
predomina la fuga hacia adelante con la esperanza de que los golpes
mediático-judiciales puedan llegar a disciplinar a políticos y sindicalistas.
No saben bien como avanzar con sus despliegues represivos, siguen preparando un
aparato policial militarizado bajo el monitoreo de la CIA, el Mossad, la
DEA y otras agencias occidentales (forman personal, compran armas, alientan
como pueden la psicología de la impunidad) pero temen que su empleo a gran escala
desate como reacción puebladas fuera de control; lo ocurrido el 18 de diciembre
pasado es un llamado de atención que parece haber sido registrado (aunque es
probable que sus delirios inmediatistas terminen por desecharlo).
La posibilidad de imponer el fraude electoral
en 2019 mediante el voto electrónico se hace difícil y el control de políticos
y sindicalistas (con carpetazos, sobornos y otras picardías) es cada día
menos eficaz ante el ascenso del descontento popular, además comienza a
saturarse el bombardeo mediático, su accionar pierde eficacia. Y para colmo de
males aparecen “fenómenos raros”, impredecibles para los manipuladores de las
redes sociales y de los medios tradicionales de comunicación: la explosión del
Hit del Verano (persistente en Otoño) los ha desconcertado, los lleva a una
fuerte crisis de percepción.
Acorralado estratégicamente, con el tiempo
jugándole en contra utiliza sus mafias mediático-judiciales, se defiende
atacando al espacio hostil o potencialmente peligroso allí donde considera
tener asegurada la victoria, por ejemplo haciendo que la jueza Servini de
Cubría intervenga al PJ, que lo desafueren y encarcelen a De Vido o que la
camarilla judicial oficialista de Jujuy meta en prisión al ex gobernador
Fellner (aunque sea por unas pocas horas) y mantengan en la cárcel desde hace
más de dos años a Milagro Sala. No está en condiciones de convertir esas
victorias tácticas muy publicitadas y de duración incierta en un gran viraje
estratégico favorable, lo que lo lleva a seguir avanzando, apuesta a que podrá
sobrevivir pese a sus averías si sus golpes aplastan, desordenan, desarticulan
al enemigo al que, independientemente de su masividad callejera, suponían
flojo, algo tonto, un poco gritón pero mansamente apegado a los buenos modales
institucionales (ese supuesto ya no está tan firme).
Ocurre que esta vez la élite dominante ha dado
la cara, ejecuta sus planes sin intermediarios militares o políticos, lo que
significa que si el barco se hunde le resultará muy difícil eludir
responsabilidades. No podrá descargar las culpas sobre los Uriburu, Aramburu,
Onganía, Videla, Menem, Duhalde o De la Rúa de turno, ahora son ellos (los
dueños del circo) los protagonistas visibles, los payasos han quedado fuera del
escenario. Eso quiere decir, entre otras cosas, que nos encontramos ante gente
con una larga historia criminal, sabedora de que sus intereses (y algo más)
corren serio riesgo si el barco se hunde. Seguramente van a utilizar toda
la artillería disponible.
Apertura al mundo (caótico)
La derecha argentina creía que sus reformas
neoliberales y su sometimiento a los Estados Unidos les brindaría un sólido
paraguas internacional, pero eso no ha ocurrido. El Imperio navega sin rumbo
fijo sumergido en la decadencia geopolítica y económica, y para colmo con
Donald Trump en la presidencia.
Acaba de perder la guerra de Siria y responde
al fracaso con una lluvia de misiles (interceptados en un 70 %). Y es muy
probable que a medida que siga perdiendo terreno en distintos lugares del
planeta se amplifiquen sus delirios belicistas.
Su hegemonía financiera declina, el petrodólar
(espina dorsal del sistema) retrocede ante el empuje de la emergencia china,
primer comprador global de petróleo que ahora ofrece el atractivo
petro-yuan-oro en una cruzada a la que se pliegan otras potencias energéticas
como Irán, Rusia o Venezuela. Su hegemonía militar ha perdido credibilidad ante
la fuerza militar rusa, los desplantes norcoreanos o el creciente poder bélico
chino.
Lanza manotazos impredecibles allí donde los
puede dar (sanciones económicas contra Rusia, inicio de una guerra comercial
contra china, bombardeo contra Siria…) pero no consigue revertir la tendencia.
Y profundiza (al estilo Trump) una estrategia iniciada desde el comienzo de la
era Obama de recolonización integral de América Latina, el gobierno de Macri es
un producto de esa ofensiva, como lo son el de Temer en Brasil, de Cartes en
Paraguay, de Hernández en Honduras o el acoso incesante contra Venezuela. Pero
esa estrategia no consigue instalar regímenes estables sino gobiernos más o
menos dictatoriales bajo contextos locales regidos por la especulación
financiera y la depredación económica en general, sin bases sociales
medianamente sólidas; lo que predomina es el capitalismo mafioso.
No hay lluvia de inversiones externas no sólo
porque la economía global ha ingresado en zona de turbulencias sino más
específicamente porque la economías latinoamericanas bajo conducción neoliberal
oscilan entre el crecimiento anémico, el estancamiento y la recesión. Los
mercados internos declinan, la pobreza se extiende y el descontento de las
víctimas crece.
La apertura macrista “al mundo” es una
apertura al caos sistémico global. Nuestra vieja burguesía tal vez se habría
puesto a reflexionar ante tanto desorden, con un viejo imperio declinando y
otros emergiendo. Así ocurrió con la oligarquía de los años 1930 rindiendo
pleitesía a su amo inglés pero jugando algunas fichas a los fascismos
ascendentes de Alemania e Italia. Nada de eso ocurre con nuestra actual
lumpenburguesía embarcada en toda clase de negocios rápidos, aferrada a los
calzones de las mafias financieras globales con sede central en Nueva York,
base institucional en Washington y su corte de narcos, traficantes de lo que
sea, estafadores bursátiles, contratistas de mercenarios y militares neonazis.
El fin de la unipolaridad occidental es un tema que no quieren registrar porque
su inmediatismo les bloquea la racionalidad (sólo permite el ejercicio de la
pequeña racionalidad del bandido).
Argentina marcha hacia una gran crisis
encabezada por un presidente mafioso cuyos jefes imperiales (Guerra de Cuarta
Generación mediante) esperan que la degradación social y sus consecuencias
morales convierta al pueblo en una masa impotente, sin identidad, objeto de
manipulaciones y saqueos lo que permitiría eternizar su dominación colonial.
Aunque la propia experiencia histórica argentina, y lo que está ocurriendo en
otros lugares del mundo donde las resistencias levantan cabeza una y otra vez,
parecen demostrar que esas ilusiones siniestras son desmentidas por la
realidad. Las sombras del Cordobazo, de diciembre del 2001 y de tantas
rebeldías pasadas y presentes de los de abajo apuntan hacia la superación del
infierno macrista.
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