Como dijo Susana: "Hoy es 12 de octubre, Día de la Raza. Ahora le pusieron una cosa tan complicada que no me acuerdo... Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Mejor leamos que nos dice Fernando de Savater al respecto y dejemos por un rato los cuadros culturales de Cambiemos
Hoy es el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Yo
no me acuerdo eso. Es mejor decir 'feliz Día de la Raza'. ¿Quién puede perder
tiempo diciendo esto? 'el Día de la Raza está mal hay que ponerle Respeto a la
Diversidad de la Cultura'... no sé, no me acuerdo", agregó la
conductora.
En el breve texto
que a continuación leeremos Fernando de Savater nos ayudará a comprender el
tema desde el humanismo, entendiendo el dilema ético que constituye la
diversidad del otro como construcción de mi propia particularidad, escrutando y
sometiendo a revisión todos aquellos preconceptos y prejuicios que portamos
culturalmente.
Sobre la
problemática en cuestión nos dice... “Para entender sobre el dilema ético de la
diversidad cultural se hace necesario comprender, en primera instancia, que el
hombre, para poder vivir, puede aprender ciertas cuestiones y otras no. De modo
que como no se puede ser capaz de un saber absoluto, uno determina elegir y
aceptar con humildad un inevitable espectro ignorado.
Ahora bien... hay
determinadas cosas que es necesario saberlas porque con ello nos va la vida,
vale decir, situaciones convenientes si deseamos seguir viviendo y situaciones
inconvenientes para tales fines. Lo bueno y lo malo para expresarlo más
sencillamente. Vaya problema entonces, cuando en la práctica de todos los días,
empezamos a constatar que en oportunidades diversos criterios opuestos nos
muestran que tanto lo bueno como lo malo aparentan no serlo tanto. Las
opiniones sobre el vivir distan de ser unánimes al respecto.
Al menos entonces,
y en parte, podemos destacar que la vida es el resultado de lo que quiere
y desea cada cual. El hombre siempre tiene la posibilidad de elegir, hasta
para ser intelectualmente o en la práctica misma sumiso, colonizado o esclavo,
y es aquí en donde encontramos la fundamental diferencia que tenemos con los
demás seres de la tierra: El Concepto de Libertad.
Los animales, las
plantas no pueden comportarse de otro modo; sus acciones están programadas. El
hombre, aún ante instancias extremas siempre tiene la posibilidad de opción.
Podemos inventar, elegir y acaso equivocarnos, de forma que sería prudente
fijarnos bien en lo que hacemos procurando adquirir el sentido del saber vivir,
ese arte de vivir que nos permita no fallar.
El nudo
determinante entonces es la libertad. Pero libertad no sólo es decidir, es
darse cuenta también que se está decidiendo. No existe humanidad sin el
aprendizaje cultural de su fundamento: El lenguaje y su significación, estilos
de respeto, relaciones humanizadoras, y todo aquello que contribuye a un
proceso recíproco para lograr humanizar y ser humanizado.
Nadie es capaz de
dar lo que no tiene, ni mucho menos nadie puede dar más de lo que es, partiendo
entonces de no convertir a los demás en cosas, defendamos nuestro derecho a no
ser considerados como tal. A las cosas hay que manejarlas como cosas, a las
personas como personas, de ese modo las cosas tienen utilidad específica y
serán de mucha ayuda para puntuales aspectos, mientras que las personas nos
ayudarán en algo fundamental: el de ser humanos.
Lo que hace humana
a la vida es que transcurre relacionada con la diversidad de otros humanos:
hablando, intercambiando experiencias, debatiendo, comprendiendo sus
elecciones, entendiendo otras culturas, amando, recordando...
¿En qué consiste
entonces tratar a las personas humanamente?
Simple... Ponerse
en el lugar del otro, ingresar en el otro, comprender el asunto desde su
adentro, adoptando su punto de vista. Esta tarea nos completa como individuos y
como grupo. Tener conciencia que mi humanidad es estar inmerso en la humana
diversidad de mis semejantes, ser conscientes de sus derechos, comprender sus
razones y su historia, experimentar espontáneamente con el otro, es decir,
tomarlo en serio, relativizando intereses tanto propios como ajenos, ya que todos
los intereses particulares deben dejar paso a un interés absoluto: Ser
humanos entre humanos.
Por eso y para
finalizar podemos afirmar que el odio envilece y que el miedo paraliza. Ambos
elementos conspiran contra la comprensión y la natural asimilación de la
diversidad, factor fundacional de la ética. La humanidad del otro siempre
compromete mi propia humanidad; ser humano es entenderse con uno mismo sin
desentenderse del resto de nuestros semejantes.
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