Por Alejandro
Grimson, antropólogo, para Le Monde diplomatique
El poder del
gobierno nacional y su capacidad de cambiar cuestiones estructurales de
Argentina se juega en buena medida en las elecciones de 2017, que serán
interpretadas como una suerte de plebiscito y en las que además se definirán
las bancas en el Congreso.
Entre
las cuestiones que incidirán en el resultado no sólo pesará la economía.
También hay claros factores políticos: una parte del poder y de las
limitaciones del gobierno se define de acuerdo a lo que haga la oposición. No
sólo por el apoyo explícito a algunas medidas. También por el favor de
personajes que por ejemplo dicen que perdonarían a José López o que acusan al
macrismo de ser peor que la dictadura.
Las
divisiones políticas de la sociedad argentina actual pueden pensarse de
distintas maneras. En dos partes: el 51 y el 49 por ciento del ballottage. En
tres tercios: los oficialistas, los opositores y los indecisos. O en cuatro
cuartos: los oficialistas, los opositores, los indecisos que están peor pero
creen que las cosas van a mejorar, y los indecisos que no están de acuerdo con
lo que hace el gobierno pero no quisieran que fracase. Si se observan las
principales movilizaciones opositoras (el acto en el Monumento al Trabajo, la
marcha universitaria, San Cayetano, la Marcha Federal), es evidente la
presencia de kirchneristas, no kirchneristas y anti kirchneristas. Lo mismo
sucede entre quienes rechazan las principales medidas del gobierno en las
encuestas: hay un contraste entre las pluralidades que agrupa la calle y la
segmentación de las identificaciones políticas.
Eso
plantea un dilema de cara al tema que más preocupa a los políticos: 2017. Tanto
en el Frente para la Victoria como en el Frente Renovador hay dirigentes que
expresan posiciones “puristas”, mientras otros empiezan a explorar posiciones
“frentistas”. Los puristas elaboran un listado de aquellos con los que rechazan
articular algún tipo de alianza: en un caso los llaman “traidores”, en otro
aluden al “pasado” y las “mochilas”. El purismo kirchnerista no puede explicar
por qué trabajaron tantos años juntos. El purismo “renovador” no puede explicar
si la condena mediática será el criterio principal para pensar alianzas. Por
supuesto, la fragmentación es el mejor escenario para el gobierno ya que
condenaría a la oposición a disputar la minoría.
La
posición frentista, la única que permite imaginar una nueva mayoría, aún
encuentra muchas dificultades. Una es el peso significativo de la emocionalidad
heredada. No sólo hay facturas sino que hay sentimientos intensos, broncas
cruzadas, problemas muy serios para el diálogo y la construcción. Otro problema
son las vocaciones de protagonismo que colocan a las personas por encima de la
idea política de articulación. El carro delante de los caballos.
La
pregunta es si se seguirá actuando como si Cambiemos no hubiera ganado las
elecciones, qué peso tendrá el pasado en el futuro de la política.
CREO QUE SE DIVIDE EN LOS QUE DICEN ESTO NO ANDA Y LOS QUE DICEN QUE TIENE QUE MEJORAR.
ResponderEliminarPERO LA DEUDA PREOCUPA A CASI TODOS LOS EXPERTOS EN ECONOMIA, NACIONALES Y ALGUNOS EXTRANGEROS.
LOS TARIFAZOS SON INFLACION ESCONDIDA EN LAS ESTADISTICAS ADEMAS DE UN DEPRESOR DE LA ECONOMIA QUE BAJA LA INFLACION.
LOS TARIFAZOS SON DEPRESION DEL MERCADO, CON INFLACION TRANSFERIDA AL SECTOR DE LOS SERVICIOS ENERGETICOS DE LOS AMIGOTES.
VAN CONTRA EL COMERCIO, LA PRODUCCION, EL SUELDO, EL CONSUMO.
LOS TARIFAZOS SON UNA MENTIRA, SON BASURA MACRISTA, NO SOLUCIONES.
Despues del globocoptero, desaparecen de las listas como paso con de la Rua.
ResponderEliminarSolo apareceran debes en cuando en los medios, para que los que la vivieron, los insulten por la irresponsable explosion de una crisis.
Y de la Rua safo. Pero este no safa se ha mandado muchos curros y por decreto con firma y todo.