La comodidad nunca ha sido buena novia. sobre todo en política






El debate político de la Patria se ha reducido por completo. Y no puede ser de otra manera cuando uno de los interlocutores se niega rotundamente a entender sobre cuestiones determinantes. Me refiero puntualmente a realizar una sesuda comparativa entre el país del 2003 y el país del 2015. En la actualidad opera con mayor contundencia una misteriosa y casi ridícula puja de rating entre un show televisivo “pseudopolítico” y un partido de fútbol plagado de suplentes, que abordar un análisis serio sobre el proceso político vigente y sus posibles correcciones de cara al futuro. Considero que hay conductas que no tienen retorno. Comportamientos sembrados de incoherencias y perversiones que en lo profundo de nuestras convicciones políticas en nada enriquecen al conjunto.
Como mencionara Nicolás Casullo hace una década, “Néstor Kirchner asume en el 2003 la responsabilidad de una pieza semiarqueológica: los militantes peronistas "setenteros", ahora cincuentones, quienes viven la biografía del movimiento del 45 como sentados en una estación abandonada y ventosa muy al sur del país por donde volver a pasar, aunque todavía no se note, ni se crea, ni se oiga, aquel verdadero tren de la historia que algún día podrá llenar de humo purificador a la patria”. Pues desde aquel momento hasta la fecha, desde aquella invitación al sueño cuál es el balance. Hay cientos de contadores que se esfuerzan por exhibir lo que debió haber sido sin especificar los cómo, los modos. Por ejemplo: ¿Puede haber AUH respetable sin la nacionalización de los fondos de pensión y sin las retenciones que afectan a los productos primarios? ¿Podemos establecer estrategias industrialistas para agregarle valor a nuestras exportaciones sin tener el manejo soberano de nuestras fuentes de energía? ¿Cómo se logra estar cerca del hambre cero sin afectar intereses de los sectores dominantes?.
John W. Cooke sentenció por el 64 que “Para saber cuáles son nuestras fallas y llegar a sus causas hay que tener una visión global de la Argentina, de las fuerzas que chocan en su seno, de las características que revisten esos conflictos. Dentro de ese marco histórico, hay que examinar el significado del peronismo, con qué tendencias sociales es irreductiblemente antagónico, qué políticas lo condenarán a frustrarse y cuáles sirven al objetivo de realizarnos como destino nacional. Por no plantearse correctamente todo esto, las burocracias siempre rectifican los aciertos y reinciden en los errores. La indigencia teórica arrastra a los desastres estratégicos. Lo primero que procuramos demostrar en la brevedad de este informe es que la teoría política no es una ciencia enigmática cuya jerarquía cabalística manejan unos pocos iniciados, sino un instrumento de las masas para desatar la tremenda potencia contenida en ellas. No les llega como un conjunto de mandamientos dictados desde las alturas, sino por un proceso de su propia conciencia hacia la comprensión del mundo que han de transformar”.
Resulta muy fácil caer en la celada reduccionista cuando el antagonista es tan básico. No se puede salir a jugar sin entrenar, y uno entrena con los propios. Por eso desarrollar pensamiento crítico dentro de nuestro colectivo, dentro de ese multitudinario pogo popular del 25 me parece esencial en los tiempos que corren. De ese modo nos evitaremos caer en la indigencia teórica de la que nos habló Cooke. Ante la existencia de una contemporaneidad exigente nos debemos exigir, pero ante la ausencia de ella, nos debemos interpelar doblemente, sin flagelarnos, la comodidad intelectual nunca ha sido  buena novia.


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