Sobre la "muerte del periodismo" y otras desventuras por Alejandra Cebrelli para La Tecl@ Eñe



Hace unas semanas, Washington Uranga alertaba desde Página 12 sobre las mentiras reiteradas de ciertos diarios, señalando que ello constituía un método de operación política con la finalidad de instalar el relato del caos y desestabilizar a la democracia. La participación de los medios hoy denominados ‘hegemónicos’ en lo que se podría considerar reiterados intentos de golpes ‘blandos’ a los gobiernos de turno opuestos a sus intereses no es nueva. Su estudio es un capítulo vacante en la historia de la comunicación en nuestro país.

Que los medios sean empresas con intereses centrados en el consumo y ajenos a los de los gobiernos democráticos tampoco constituye una novedad. De hecho, durante la larga lucha de este tipo de medios contra el kirchnerismo, la publicación de supuestas noticias basadas en rumores, sin fuentes confiables (nunca hubo tantos ‘allegados’ a los altos funcionarios del Poder Ejecutivo) se ha rutinizado en esas redacciones aunque transgreda –de forma escandalosa- todos los estándares internacionales de ética y calidad periodística. La moneda de cambio es una moralina superficial, un ‘deber ser’ puesto en la boca o en la pluma de algún periodista reconocido quien, tras el falso disfraz de la ‘objetividad’, no hace sino editorializar desde el sentido común, acudiendo a los prejuicios más cristalizados de la sociedad, frecuentemente relacionados con formas de discriminación más o menos solapadas. De este modo, se toman, se reelaboran y se ponen nuevamente en circulación formas de representación de la inseguridad y del narcotráfico como situaciones ‘inmanejables’ en las grandes ciudades, de la ‘inestabilidad’ de las instituciones democráticas, de presidentes ‘enajenados’ de la realidad, de una inflación ‘galopante’ y de una ‘crisis generalizada’ del país, todas éstas amplificadas por el tratamiento mediático mencionado. Esta distorsión de la vida política y social es tan grave que, días atrás, el mismo Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Dr. Ricardo Lorenzetti, pidió públicamente mayor responsabilidad en la emisión de este tipo de juicios y señaló la necesidad de respetar el funcionamiento de la democracia y no demonizar en el debate a personas y grupos.

La gran paradoja es que estos periodistas sostienen su imagen profesional sobre una supuesta capacidad analítica que, en realidad, no es más que decirle a la gente lo que piensa –y por eso mismo, quiere escuchar- sin ningún tipo de análisis crítico. Inclusive los datos propios del periodismo de precisión se contaminan y se distorsionan al adosarles un juicio de valor apoyado en una moral que se presenta como única. De este modo, el discurso moral ha reemplazado a la ética y, en el relevo, muere la misma práctica periodística. El opinólogo ha reemplazado al investigador, al crítico, al analista comprometido con la producción de una información veraz, capaz de permitir al ciudadano participar con conocimiento en la arena pública.

Tal encabalgamiento de supuestos, ocultamientos y mentiras envueltos en frases hechas se vuelve verosímil porque se sostiene en el mismo contrato social transgredido: el convencimiento de que el periodismo comunica hechos ‘verdaderamente acontecidos’ en tanto están sometidos a un trabajo de chequeo de la información (precisamente, lo que acá no se hace). Pero, claro, no todos los lectores entran en este juego de espejismos y castigan donde más duele: dejan de consumir.

Días atrás, la ‘Zona Dura’ de Diario sobre Diarios publicó un artículo sobre la vertiginosa caída de ventas de los ‘grandes’ matutinos de referencia, Clarín y La Nación y del cuasi semanario Perfil: Allí el análisis, basado en los datos del IVC relaciona esta crisis con la ‘guerra’ contra el gobierno nacional que, en el caso del matutino de Noble, lleva casi seis años. Durante el 2013,Clarín vendió la misma cantidad de ejemplares que en 1959, cuando había un tercio menos de lectores en todo el país. Claro está que esta baja de circulación inusitada puede relacionarse también con otras variables: el consumo on line, la inflación real con el consecuente deterioro de los sueldos, un cambio en las prácticas de los consumos culturales de la ciudadanía, por citar algunas.


Lo que resulta intrigante, sin embargo, es el verdadero motivo que tienen estos importantes diarios para rutinizar pésimas prácticas periodísticas ya que de ninguna manera se le puede achacar a sus profesionales o a su conducción, inexperiencia o ingenuidad. Entonces, ¿por qué insistir con una operación política que atenta contra sus propios intereses económicos? Y acá se llega a la hipótesis que sustenta estas reflexiones: ¿No será que estos prestigiosos diarios han dejado de funcionar como empresas solamente periodísticas?

Tal vez sea el momento de comenzar a pensar que estos holdings tampoco están apostando a la desestabilización del gobierno nacional para hacerle el juego a algún partido del ‘arco’ opositor (por más que algunos políticos se ‘compren’ un boleto en ese tren), sino que –en realidad- están jugando el juego de los intereses trasnacionales, para los cuales un país en quiebra, sin información, sin democracia es un campo fértil para la expoliación de sus bienes, la expropiación de sus recursos naturales y la colonización de su cultura. Un problema para seguir pensando.





Comentarios

  1. Mientras algunos blogs involucionan o directamente se caen a pedazos, como ese de la Soja, el tuyo es de los más interesantes de la red. Muy buenas notas. Felicitaciones

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  2. Hay una cuestión que es la de la ignorancia supina de muchos comunicadores que solo leen los papers que les preparan digeridos para que "opinen" libremente sobre esa base. Así tenemos "periodistas" que pueden informar sobre el tamaños de las tetas de cualquier mujer a la que degradan por ser mujer, a opinar sobre economía y últimamente de drogas y narcotráfico y como no del Código Penal como grandes especialistas en el tema y la verdad que se notan como repiten el mismo paper y la ignorancia y el desconocimiento de lo que hablan y como lo dicen es digna de lástima.

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