NO SE NECESITA SER PERONISTA PARA ENOJARSE CON ESE TAL COHEN... DE HECHO LOS QUE VISITAN ESTE ESPACIO SABE QUE NO LO SOY, Y ME ENOJÉ MUCHÍSIMO... POR SUERTE LA PLUMA DE MEMPO LE DIO ARGUMENTOS PARA QUE TENGA, GUARDE, AHORRE Y PIENSE, CUESTIONES QUE TAMBIÉN SE HACEN EXTENSIVAS A NUESTROS PATÉTICOS CIPAYOS
No, la Argentina no llora por usted, Sr. Cohen
por Mempo
Giardinelli para Página 12
En
The New York Times del jueves, una nota de opinión titulada “Llora por mí,
Argentina” y firmada por Roger Cohen, a quien La Nación presenta como “veterano
periodista”, plantea una vez más el viejo mito de la Argentina rica y próspera
del pasado, en contraste con un supuesto presente abominable.
La
circunstancia que hoy vive este país torna ineludible refutar los conceptos del
Sr. Cohen, que sostiene lo mismo que muchos artículos de Mario Vargas Llosa y
otros connotados columnistas de El País, The Washington Post, O Globo y otros
medios. De ello se hacen eco los exagerados corresponsales de los grandes
diarios porteños, que los reproducen y destacan en portadas y portales y los
celebran como victorias parciales contra el kirchnerismo.
Para
clarificar a colegas como el Sr. Cohen, en primer lugar hay que subrayar que
eso de que la Argentina “era un país más próspero que Suecia y Francia hace un
siglo” es mentira. En todo caso, éramos un país periférico, casi una colonia,
con muchas riquezas naturales pero estructuralmente atrasadísimo y gobernado
por dirigencias prebendarias, racistas, corrompidas y serviles.
Desde
luego que se puede entender que al Sr. Cohen le disguste tanto el peronismo,
pero lo que importa acá y ahora no es discutir el peronismo con él, sino
señalar su incapacidad de despojarse de prejuicios que lo llevan a confundir la
compleja realidad de una nación que hace 100 años no sólo no era mejor que
ahora, sino que era infinitamente peor, porque era mucho más injusta, de
conductas primitivas y sometida a una aristocracia ciega y mezquina y a la
codicia externa que siempre despertó su elogiada riqueza.
No vale
la pena responder sus clichés sobre estadísticas, tipo de cambio y
participación en los mercados de capitales, que parecen tomados de los
artículos que aquí firman economistas de oscuros pasados. Pero sí cabe
aclararle que en la Argentina no tenemos ninguna “obsesión” por lo que él llama
despreciativamente “pequeña guerra perdida” en Malvinas, y en cambio, sí
tenemos memoria de un atropello histórico, así como mucho dolor por la
estupidez criminal de un gobierno militar asesino al que el país del Sr. Cohen
protegió y ayudó de manera inmoral.
Por
cierto, a este respecto, bueno sería exhortar al Sr. Cohen a que se pronuncie
acerca de la moralidad política de las grandes guerras victoriosas de las que
participó su país en por lo menos los últimos 150 años, o sea todas las guerras
del mundo y en las que murieron varios millones de seres humanos.
Hay que
puntualizar, además, que la Argentina nunca fue más próspera que Suecia,
Francia, Austria, Japón y otros países que pone como ejemplo, porque desde la
Independencia éste fue un país acosado y expoliado, con enormes masas de
analfabetos, sobrado de explotación humana, sin leyes sociales y sin viviendas
ni salud pública ni escuelas suficientes, y encima dirigido por políticos
fraudulentos que sólo sabían medrar con el sudor de criollos e inmigrantes.
Es
cierto que “teníamos las tierras más fértiles del mundo en la pampa”, pero la
concentración en pocas familias y los nulos impuestos a la tierra improductiva
hacían de esa riqueza un espejismo para millones de ciudadanos y ciudadanas que
carecían de casi todos los derechos.
Por eso,
le guste o no al Sr. Cohen, ese “coronel llamado Juan Domingo Perón y su mujer
Eva” fueron quienes empezaron a cambiar las cosas. Con estrategias populistas y
demagógicas, si se quiere, y con exaltaciones y una desprolijidad general que
hubiera sido mejor evitar. Pero abrieron la posibilidad de una vida digna a los
que hasta entonces solamente padecían humillaciones.
El Sr.
Cohen escribe: “Había tanto para saquear, tanta riqueza en granos y ganado, que
instituciones sólidas y leyes – sin mencionar un sistema de impuestos que
funcione – parecían una pérdida de tiempo”. Claro que no se pregunta quiénes
fueron los saqueadores, los dueños de granos y ganado o los que impidieron
durante décadas “un sistema de impuestos”. La respuesta, si se lo preguntara,
es muy fácil: eran y siguen siendo más o menos los mismos que hace 100 o hace
30 años, los mismos que ahora que sí tenemos un sistema fiscal evaden a lo
bestia.
No soy
quien para defender al peronismo, pero debiera el Sr. Cohen saber que por una
neutralidad que ni su país ni la Europa blanca le perdonaron jamás, se inventó
el mito de un Perón nazi-fascista con una esposa puta y ambiciosa, y así
enlodaron toda posibilidad de comprensión y análisis. Sólo ignorando eso puede
escribir que los argentinos amamos esa “mezcla extraña de nacionalismo,
romanticismo, fascismo, socialismo, pasado, futuro, militarismo, erotismo,
fantasía, lloriqueo, irresponsabilidad y represión”.
La nota
del Sr. Cohen sólo muestra que no sabe nada de este país. Puros lugares
comunes, frases hechas y los mismos, viejos eslóganes de ciertas derechas
latinoamericanas.
Finalmente,
escribir que “Brasil está en proceso de ser la Argentina, la Argentina está en
proceso de transformarse en Venezuela y Venezuela, en Zimbabwe”, como postula
el Sr. Cohen, es un comentario racista, discriminatorio y ofensivo para la
nación africana, Brasil y nosotros, pero sobre todo es una afirmación
equivocada y no inocente. Quizá le duele el ALCA, todavía, o no soporta la
Unasur ni la Celac, pero un buen periodista profesional no debería desconocer
que todos los pueblos en desarrollo tienen conflictos severos y que los
procesos nacionales son únicos e intransferibles.
Y es
cierto que hoy tenemos inflación y no tenemos políticas anticorrupción. Y
también que las clases medias están enervadas y quedan todavía por lo menos
tres millones de marginados. Pero al menos los nuestros salen a la calle y
protestan, y tienen escuelas y hospitales gratuitos en muchos casos
insatisfactorios, pero no padecen como los 40 millones de pobres que hay en el
país del Sr. Cohen y que no pueden ir a hospitales públicos gratuitos porque de
hecho no existen.
Tengo
algunas diferencias con el gobierno actual, pero es el gobierno que eligió el
pueblo argentino y el día que se retire será solamente porque otro partido le
ganó en elecciones libres. Mientras tanto, las personas que como el Sr. Cohen
opinan sobre la Argentina con tanta presuntuosidad y desconocimiento resultan patéticas.
Tanto como los que aquí, en la Argentina, celebran su patetismo.
Fuente: Página 12 y el blog de Mempo
hay un cuento de Gibran en el que belleza y fealdad dejan sus ropas en la orilla para internarse a nadar en el rio al salir se confunden sus ropas y muy pocos desde enronces pueden diferenciarlas.Se podria cambiar el nombre de ellas por el de mentira y verdad o por el de razonamiento valido y falacia
ResponderEliminarLo que resulta llamativo es que ningún peronista opositor al kirchnerismo ha salido al cruce de esta bruta y brutal editorial del New York Times.
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