Para LA NACIÓN Y para OPPENHEIMER, Faena y Constantini son los argentinos, son la Argentina. Si alguien localiza un artículo más TURRO que este por favor avise...



Los funcionarios de Miami deberían erigir una estatua en honor de Cristina Fernández de Kirchner; gracias a sus desastrosas políticas económicas, los argentinos están invirtiendo masivamente en esta ciudad: desarrolladores argentinos construyen algunos de los proyectos inmobiliarios más espectaculares.
Según resultados preliminares de un estudio de la Asociación de Agentes de Bienes Raíces de Miami, que será publicado el mes que viene, este año los argentinos sólo serán superados por los venezolanos como el principal grupo de compradores extranjeros del área de Miami. En 2011, ocupaban el tercer lugar, detrás de los venezolanos y los brasileños.
Pero los argentinos están dejando una marca más importante que otros, porque las empresas constructoras argentinas están construyendo algunos de los proyectos más ambiciosos del área de Miami. El fin de semana, el principal artículo de la portada del Miami Herald reportó sobre los hoteles y edificios de lujo que construye Alan Faena cerca de South Beach. Según el artículo del Herald, Faena está convirtiendo una zona letárgica de Miami Beach en el "nuevo y fulgurante epicentro de la ciudad". El precio del penthouse del edificio Faena House cuando esté listo será de 50 millones de dólares.
Otro artículo reciente del Miami Herald hacía referencia a la familia Melo, de la Argentina, un grupo de desarrolladores que está modernizando el área de Edgwater, cerca del centro de Miami.
Otro argentino, Eduardo Costantini, está terminando un barrio cerrado en Key Biscayne -el primer proyecto nuevo allí en 13 años- y construye un enorme proyecto de lujo en Bal Harbour. Otros empresarios argentinos, uruguayos y chilenos están construyendo departamentos de lujo, muchos de los cuales están vendidos con antelación a ansiosos compradores argentinos.
Según me dijo un agente inmobiliario, "te puedo resumir en una palabra las razones por las que mis clientes argentinos vienen aquí: pánico".
Durante la bonanza de las materias primas de los últimos años, el gobierno kirchnerista entregó enormes subsidios a la población para ganar votos, en lugar de atraer inversiones para reducir la pobreza de manera permanente.
Un asombroso 45% de los argentinos ahora recibe dinero mensualmente del Gobierno, ya sea porque son empleados públicos o porque cobran subsidios, según un artículo publicado en este diario el 18 de agosto. El número de empleados públicos aumentó un 52% durante la última década, dice el grupo de investigación económica FIEL.
Todo eso contribuyó con la victoria de Cristina Kirchner en 2011 y llevó a muchos argentinos a creerse el cuento chino de que el país había descubierto un nuevo "modelo económico". Pero ahora que los precios internacionales de la soja y otras materias primas se estabilizaron, la dura realidad se hizo evidente: el Gobierno ha estado gastando mucho más de lo que puede.
Los argentinos han visto esta película muchas veces en el pasado y ya saben cómo termina: con devaluaciones que dejan a la mayoría más pobre que antes. Y, como tantas otras veces, aquellos que pueden, están comprando dólares o comprando propiedades en el exterior.
Desde principios de año, las reservas han caído desde los 43 mil millones de dólares hasta los 35 mil millones. La inflación, que según cifras oficiales es del 10%, es calculada por la mayoría de los economistas independientes en cerca del 26%.
El ex presidente del Banco Central entre 2004 y 2010, Martín Redrado, no pareció sorprendido cuando en una entrevista telefónica le conté sobre las nuevas oleadas de compradores argentinos en Miami. "No hay confianza en la Argentina, porque nuestras políticas económicas son improvisadas, erráticas y cambiantes -me dijo Redrado-. Es como en Venezuela, en menor escala."
Mi opinión: lo más triste es que, en vez de usar los ingresos de las exportaciones de materias primas para mejorar la educación, la salud y la infraestructura, tal como está haciendo Brasil, la Argentina sigue derrochando dinero en subsidios pasajeros y vendiendo la idea de que todo está bien. Pan para hoy, hambre para mañana.
Mientras tanto, los otrora buenos niveles de educación del país se han desmoronado, la infraestructura tambalea y los inversores argentinos huyen a comprar departamentos en el exterior. Nadie debería sorprenderse si los funcionarios de Miami se van a dormir todas las noches pensando: "¡Gracias, Cristina!".

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