Lágrimas de Amparos
De aprobarse los proyectos de ley que tratan
sobre la democratización de la justicia ya están prestos una batería de
amparos, a lo largo y lo ancho de país, preparados por los sectores más
reaccionarios de la justicia para frenar el intento del ejecutivo nacional. De
modo que si luego de cuatro años la ley de medios, mediante ese mecanismo
dilatorio, ha logrado llegar a los ponchazos hasta la Corte Suprema ya
podríamos asumir que dichos proyectos jamás serán resorte del actual ejecutivo.
Podemos inferir que todo lo que se percibe como excusa opositora so pretexto de
un formato hegemónico se constituye como una gran puesta en escena que decora
las pantallas de los medios.
Lo que sin dudas enriquece a la situación es
el conflicto de poderes que quedará instalado y el debate que indefectiblemente
cruzará de forma transversal a toda la sociedad. Y cuando digo conflicto hablo
de conflicto político ya que parte del Poder Judicial pasará a configurarse
como el estamento determinante que supervise la voluntad popular. Y no me
refiero a cuestiones que ya están muy bien explicitadas en la Constitución y en
los Códigos complementarios, incisos que los críticos de las leyes suelen
exponer falsamente como si tales prerrogativas corrieran peligro.
Daniel Sabsay, como tantos otros defensores
e ideólogos de los textos oligopólicos, sostenía hace pocos días que los
amparos, de manera exclusiva, fueron los le permitieron en su momento a los
ahorristas recuperar el dinero de sus cuentas bancarias y que la justicia tuvo
un alto protagonismo en el dilema. La mitad de una verdad se constituye en una
gran falacia apenas nos atrevemos a repensarla un poco. Justamente la Justicia,
durante las segunda década infame, fue parte del problema como cómplice
determinante y silente de un sistema que desbastó a más de la mitad de nuestros
compatriotas. Si hubieran existido las normativas excepcionales que los
proyectos actuales presentan acaso todos los afectados al corralito/corralón
hubiesen sido incluidos más allá de sus espaldas debido a que se constituía
como una resolución de carácter general.
Situación Personal que sirve como ejemplo:
El mismo día que el dólar trepó los $ 4.00, marzo del 2002, me pesificaron la
indemnización a peso cuarenta por dólar. Me habían despedido poco tiempo antes
y tenía un plazo fijo de U$S 36.000. Aquel que lo desee puede sacar la cuenta
del enorme aporte efectuado a la causa de la licuación de pasivos. (Luego de
hacer el cálculo en pesos efectuar la operación de cambio hacia la moneda americana
quedando a las claras el tenor de la estafa y el impacto negativo de aquella
operatoria). Teniendo en cuenta mi estado de desocupación y estando fuera del
sistema jamás podía plantar un amparo y menos solventar un abogado. Quizás por eso entiendo que
Correa no haya salido aún de la dolarización en Ecuador. Una devaluación
intempestiva, acompañada por una licuación de pasivos es el mejor de los
amparos con que cuentan los poderosos cuando de beneficiarse de las crisis se
trata.
Sabsay omite que la justicia no amparó a la
población sino solamente a aquellos que con suficiente solvencia pudieron
aguantar el cimbronazo y elevar causas judiciales. Los más, los desocupados de
entonces, los que quedamos al margen del sistema, quedamos en el camino; un amparo
también nos mataba ya que nos inmovilizaba los depósitos que teníamos.
Aparentemente Daniel Sabsay desconoce que no se puede vivir sin dinero. Y me
refiero puntualmente a todos aquellos que no tuvimos opción, aquellos que
estuvimos obligados a pesificarnos de lo contrario no teníamos para comer,
pagar el alquiler, pagar los servicios, mandar los pibes al colegio. Mientras
esto nos sucedía la misma justicia era la que se encargaba de avalar dicha
licuación de pasivos, aquella descomunal estafa social, por ejemplo, sin poner
objeción a la duhaldista ley de bienes culturales que justamente benefició
taxativamente al grupo Clarín, consorcio que Sabsay defiende a capa y espada.
Si la justicia sólo puede contener a aquellos que tienen espaldas abandonando en
el medio de la tormenta a las grandes mayorías populares no es justicia.
Llámela como quiera, pero no mancille su significado. El ejemplo de Sabsay es
bastante pobre para defender su postura con relación a la efectividad concreta
de los amparos. Quien resuelve esos dilemas es la política, no la letra fría
judicial. A esta altura del partido confundir intencionalmente amparo con
cautelar forma parte de la estrategia para darle sustento al sofisma.
Se suele criticar al Gobierno por su falta
de diálogo, por su falta de apertura. Más allá de considerar la idea como una
falacia construida por los medios dominantes de la cual la oposición saca su
rédito político, la cuestión es fácilmente refutable si nos detenemos a leer
los diarios de sesiones observando el número de leyes presentadas por la
oposición que fueron aprobadas (hasta el año 2012 el 43% de los proyectos
aprobados por el Congreso fueron iniciativas opositoras – Fuente:
chequeado.com) añadiendo a dicho estudio la cantidad de modificaciones que
sufrieron los proyectos del oficialismo por consenso con la misma oposición.
Con ambos datos nos vamos a dar cuenta cómo y con qué intencionalidad somos operados diariamente por los que
pretenden instalar determinadas falacias.
Con relación al paquete de leyes para
democratizar la justicia se ha llegado, carpa del ridículo mediante, al clímax
del fraude intelectual. No sólo el Cels ha marcado sus disidencias logrando
modificar el tema de las cautelares, la propia Corte Suprema ha colaborado para
mejorar dicho paquete incorporando incisos que tienen relación con la
administración de los fondos y demás cuestiones ligadas al régimen laboral. De
inmediato y antes de cualquier tipo de análisis y elaboración de los contenidos
se instaló la idea de un acuerdo espurio entre Cristina y Lorenzetti. Algo
ciertamente demencial que partió de la tenebrosa cabeza de la Naranja Mesiánica
y que fue tomada inmediatamente por los medios dominantes con el inestimable
auxilio del resto de la caterva opositora. Lo peor es que la especie presenta
un formato de un contubernio plagado de corrupción en donde el Presidente de la
Corte es seducido y “comprado” por el manejo presupuestario que tendrá del
Poder Judicial. Esta actitud de Lorenzetti no modifica mi opinión con relación
a la escasa voluntad que posee el Presidente de la Corte por respetar la voluntad popular. El manejo de
fondos lo observo como un tema encorsetado y que no tiene relevancia dentro del
dilema político principal.
Vale decir. Si no se abre al diálogo es
totalitario y hegemónico, si se abre y escucha, acordando modificaciones que
proponen los distintos sectores sociales lo hace mediante la prebenda,
ensuciando dialécticamente todo tipo de consenso. Si se la ponen grita si se la
sacan llora.
Lamentablemente esas
lágrimas de impotencia y frustración política desembocarán en una lluvia de
amparos que tristemente tendrá el mismo recorrido que la Ley de Medios. La
voluntad de las democráticas mayorías populares, más el Cels, más el grupo de
juristas que conforman “Justicia Legítima”, más la Corte Suprema no tendrán el
poder suficiente para enfrentar al poder real, de modo que esa alianza política opositora, repleta de frustración e
impotencia, será canalizada por esa suerte de iracundia "apolítica" que tiene como ariete y estandarte a los poderes fácticos.
Parecería que atacando a la CSJN se estarían mordiendo la cola. YA no les queda nada más que el poder que les banca el grupo. Hasta ayer tenían a Lorenzetti como posible aliado y, como no, futuro presidenciable. Hoy atacan a la corte quedando con el culo al aire. Si acusan de prebendas a una "institución republicana" como la corte, que les queda por decir?, Ensucian y demuestran su propia incapacidad para construir consenso.
ResponderEliminarComo levantan el muerto que le pasaron a la corte?, sera que perdido por perdido, como hizo lanata, agarraron la media y la llenaron de mierda y la comenzaron a revolear cual Jaimito?
Saludos
http://elblogdelfusilado.blogspot.com.ar/2013/04/algunas-suposiciones.html
ResponderEliminarAntonio
ResponderEliminarJustamente la lectura de tu artículo más los acontecimientos que luego se produjeron fueron la base de este escrito.