El FMI, nuevamente
...y la cohorte romana





En consonancia con lo que es su tradición el Fondo Monetario Internacional ha intentado un nuevo golpe de efecto negativo hacia las políticas económicas que viene desarrollando nuestra Patria desde hace una década. Y digo golpe de efecto debido a que sustancialmente sus manifestaciones y reprimendas son de suma utilidad (y no es poca cosa) para que una porción del mundo mediático local obtenga sangre, y de la buena, para saciar sus caníbales instintos.

No es casual que en pleno proceso jurídico con relación al dilema de los bonos que detentan los fondos buitre el organismo internacional haya puesto sobre la mesa la variable de interés que impacta directamente sobre dichos papeles. Ya no se contentan con que un país ejecute esfuerzos descomunales para honrar sus deudas, es necesario disciplinar, sitiar su economía y sancionar, de modo a ninguna otra Nación se le ocurra instalar políticas populares inclusivas que contemplen, como principal objetivo político, las necesidades de su colectivo antes que brindar cobijos regresivos a favor de las utilidades del mundo financiero.




La construcción mediática, fronteras adentro, sin tener en cuenta el contexto político y económico, de que el INDEC engaña a su población ha sido muy efectiva, no sólo para lacerar al Gobierno sino además le han otorgado sospechosas excusas al FMI para intentar una nueva intromisión dentro de nuestro orden económico social. En ese caso la oposición ha sido de descomunal ayuda para el organismo internacional con el diseño de índices paralelos ciertamente insolventes.

Cuando la izquierda dogmática y cierta porción del progresismo se enfervorizan solicitando gravar a la renta financiera me pregunto: ¿Qué correlato económico significa tener pisada la variable que impacta en los intereses de los bonos de la deuda?. ¿Cuánto se hubiese pagado de no tener dicha variable manejada políticamente?. ¿Ese ahorro, esa quita, no es acaso una suerte de gravamen?. De alguna manera y deconstruyendo la tesis ¿no se está gravando directamente al mundo financiero, tanto internacional como nacional? ¿La quita negociada en el año 2005 por Néstor Kirchner no resultó otro inciso gravoso en contra de los especuladores?
Como progresista me gustaría que el campo de la progresía no se afilie a la idea de que los bonos de la deuda deben tener una tasa del 25% anual, simplemente porque así lo dicen los tendedores, en lugar del 10% que el estado maneja con mano soberana.

Existe la creencia de que el número exhibido por el INDEC tiene directa relación con el precio del tomate y los fideos. Cómo se duplica la ignorancia cuando de terquedad y mala fe hablamos. Esa variable que tiene que ver con el tomate y los fideos está resuelta en paritarias. No existe convenio colectivo que tome al INDEC ni siquiera como base de negociación, de modo que insistir con el tema sólo es atribuible a intereses concretos para que dicha variable no siga sufriendo el gravamen que le impone la política monetaria del Gobierno por medio del INDEC. Parece que esto no es percibido por el progresismo que aprobó y aplaudió el blindaje y el megacanje durante los tiempos de la Alianza. Me refiero puntualmente al Socialismo santafesino.

¿Puede admitir públicamente el Estado Nacional esta política? De ningún modo. Internacionalmente sería tan desdoroso como lo es la misma deuda. Lamentablemente ésta última variable cuenta con una imagen local mucho más benévola. Está en nosotros saber comprender los efectos que determinadas causas disparan. Por supuesto que el índice está manipulado políticamente sobre la base de una estrategia posible a propósito de un default heredado, de la crisis terminal 2001/2002, del 35% de desocupación, de lo que era por entonces una industria nacional inexistente. Cuando algunos hablan de la nula visualización del crecimiento experimentado durante estos años, me gustaría preguntarles de dónde creen que salieron los fondos para duplicar el presupuesto educativo, para incrementar el presupuesto de salud, para el desendeudamiento, para incorporar a dos millones y medios de pasivos, para la asignación universal por hijos y para embarazadas, para los planes habitacionales, para las rutas, para la importación de energía. Se habla que Argentina, en el año 1997, se autoabastecía en el rubro energético. Nadie duda de tal sentencia, pero esa solvencia energética se daba en el marco de un País desindustrializado, con índices de consumo paupérrimos, con un 50% de la población excluida. Me permito desafiar a cualquier transportista a que reconsidere su actividad en el año 2002 en comparación con el momento actual: Ingresos, estacionalidad laboral, seguridad social, niveles de modernidad de las herramientas de trabajo, todo lo que guarda relación directa con una sociedad en movimiento, sin dejar de observar que el dirigente sindical que afirma defenderlos es el mismo que protagonizaba aquellos tiempos de explotación e incertidumbre. Cuánto ganaba un científico de la CNEA, del INTI, del INTA, un investigador del Conicet, un ayudante de cátedra en el 2002 y cuánto ahora. De hecho muchas actividades no remuneradas pasaron a serlo. Eso se denomina inclusión.

La reciente moción de censura del FMI y que aplaudieron sus esbirros locales se exhibe dentro de aquel proyecto exclusivo añorado. Se aboga por un congelamiento de ese movimiento direccionando la renta nacional a favor de los sistemas financieros especulativos; la presión que ejercen los medios a favor de una devaluación drástica sobre la base del dólar ilegal es una pequeña muestra de la intención.

Hoy Víctor Hugo Morales nos desasnaba sobre un asunto interesante ocurrido en Estados Unidos en tiempos de la presidencia de Abraham Lincoln y que con suma precisión exhibe el reciente film estrenado sobre su vida y obra. El indiscutido prócer norteamericano, para poder instalar la ley en contra de la esclavitud, se vio envuelto en una encerrona política (mayorías esclavistas en el Congreso) que lo llevaron a tener que comprar (si, sobornar) a 12 legisladores opositores para que dicha norma humanitaria pueda ser aprobada. Así y todo la ley ganó por sólo dos votos. Ergo, tuvo que dejar su ética republicana de lado a favor de una medida maravillosa para su Nación. Me imagino los comentarios que nuestros republicanos hubieran lanzado sobre el asunto y ni que hablar de los titulares de La Nación y de Clarín.

¿Qué es mentira y qué es verdad dentro de la política cuando de modificar estructuras anquilosadas e injustas se trata? Es probable que el ejemplo de Lincoln sea un tanto exagerado a vistas de nuestra contemporaneidad, pero no es menos cierto que en ocasiones resulta imposible luchar en contra de una compacta cohorte romana portando solamente dos lanzas y acaso, un poco de razón.

La compacta cohorte romana exige devaluación y congelamiento de la economía,  liberalización de todas las variables, apertura indiscriminada de las importaciones y que el Estado deje de intervenir como ente regulador de la distribución de la renta nacional. El FMI, como guardia pretoriana elitista realiza su eficiente trabajo de presión, las legiones vernáculas, con sus poderosas armas y entrenamientos, diversifican sus ataques buscando todo flanco a perforar, en estos términos inferir que los números del INDEC constituyen el dilema esencial de la Patria mueve literalmente a risa. Veo a nuestro Gobierno Nacional enfrentando con salvas contables, acaso pisadas éticamente, a poderes externos e internos, absolutamente más abyectos e inmorales, corporaciones que buscan darle una nueva bienvenida a nuestros peores avernos del pasado.


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