SOLILOQUIO DEL SOLTERON
Roberto Arlt
Me
miro el dedo gordo del pie, y gozo. Gozo porque nadie me molesta. Igual que una
tortuga, a la mañana, saco la cabeza debajo del caparazón de mis colchas y me
digo, sabrosamente, moviendo el dedo gordo del pie:
-Nadie me molesta.
Vivo solo, tranquilo y
gordo como un archipreste glotón.
Mi camita es honesta, de una plaza y gracias.
Podría usarla sin reparo ninguno el Papa o el arzobispo. A las ocho de la
mañana entra a mi cuarto la patrona de la pensión, una señora gorda, sosegada y
maternal. Me da dos palmaditas en la espalda y me pone junto al velador la taza
de café con leche y pan con manteca. Mi patrona me respeta y considera. Mi
patrona tiene un loro que dice: "¡Ajuá! ¿Te fuiste? Que te vaya
bien", y el loro y la patrona me consuelan de que la vida sea ingrata para
otros, que tienen mujer y, además de mujer, una caterva de hijos.
Solterón
Soy
dulcemente egoísta y no me parece mal. Trabajo lo indispensable para vivir, sin
tener que gorrear a nadie, y soy pacífico, tímido y solitario. No creo en los
hombres, y menos en las mujeres, más esta convicción no me impide buscar a
veces el trato de ellas, porque la experiencia se afina en su roce, y además no
hay mujer, por mala que sea, que no nos haga indirectamente algún bien. Me
gustan las muchachitas que se ganan la vida. Son las únicas mujeres que
provocan en mí un respeto extraordinario, a pesar de que no siempre son un
encanto. Pero me gustan porque afirman un sentimiento de independencia, que es
el sentido interior que rige mi vida. Más me gustan todavía las mujeres que no
se pintan. Las que se lavan la cara, y con el cabello húmedo, salen a la calle,
causando una sensación de limpieza interior y exterior que haría que uno, sin
escrúpulos de ninguna clase, les besara encantado los pies. No me gustan los
chicos, sino excepcionalmente. En todo chiquillo, casi siempre se descubren
fisonómicamente los rastros de las pillerías de los padres, de manera que sólo
me agradan a la distancia y cuando pienso artificialmente con el pensamiento de
los demás que coinciden en decir: "¡Qué chicos, son un encanto!",
aunque es mentira. Me baño todos los días en invierno y verano. Tener el cuerpo
limpio me parece que es el comienzo de la higiene mental. Creo en el amor
cuando estoy triste, cuando estoy contento miro a ciertas mujeres como si
fueran mis hermanas, y me agradaría tener el poder de hacerlas felices, aunque
no se me oculta que tal pensamiento es un disparate, pues si es imposible que
un hombre haga feliz a una sola mujer, menos todavía a todas. He tenido varias
novias, y en ellas descubrí únicamente el interés de casarse, cierto es que
dijeron quererme, pero luego quisieron también a otros, lo cual demuestra que
la naturaleza humana es sumamente inestable, aunque sus actos quieran inspirarse
en sentimientos eternos. Y por eso no me casé con ninguna. Personas que me
conocen poco dicen que soy un cínico; en verdad, soy un hombre tímido y
tranquilo, que en vez de atenerse a las apariencias busca la verdad, porque la
verdad puede ser la única guía del vivir honrado. Mucha gente ha tratado de
convencerme de que formara un hogar; al final descubrí que ellos serían muy
felices si pudieran no tener hogar. Soy servicial en la medida de lo posible y
cuando mi egoísmo no se resiente mucho, aunque me he dado cuenta que el alma de
los hombres está constituida de tal manera, que más pronto olvidan el bien que
se les ha hecho que el mal que no se les causó. Como todos los seres humanos he
localizado muchas mezquindades en mí y más me agradaría no tener ninguna, mas
al final me he convencido que un hombre sin defectos sería inaguantable, porque
jamás le daría motivo a sus prójimos para hablar mal de él, y lo único que
nunca se le perdona a un hombre, es su perfección. Hay días que me despierto
con un sentimiento de dulzura floreciendo en mi corazón.
Entonces me hago
escrupulosamente el nudo de la corbata y
salgo a la calle, y miro amorosamente las curvas de las mujeres. Y doy las gracias a Dios por haber fabricado un
bicho tan lindo, que con su sola presencia nos enternece los sentidos y nos
hace olvidar todo lo que hemos aprendido a costa del dolor. Si estoy de buen
humor, compro un diario y me entero de lo que pasa en el mundo, y siempre me
convenzo de que es inútil que progrese la ciencia de los hombres si continúan
manteniendo duro y agrio su corazón como era el corazón de los seres humanos
hace mil años. Al anochecer vuelvo a mi cuartujo de cenobita, y mientras espero
que la sirvienta -una chica muy bruta y muy irritable- ponga la mesa,
"sotto voce" canturreo Una furtiva lágrima, o si no Addio del passato
o BEI giorni ridenti... Y mi corazón se anega de una paz maravillosa, y no me
arrepiento de haber nacido. No tengo parientes, y como respeto la belleza y
detesto la descomposición, me he inscripto en la sociedad de cremaciones para
que el día que yo muera el fuego me consuma y quede de mí, como único rastro de
mi limpio paso sobre la tierra, puras cenizas.
"Soy dulcemente egoísta y no me parece mal. Trabajo lo indispensable para vivir, sin tener que gorrear a nadie, y soy pacífico, tímido y solitario"....Pavada de definición! Muy bueno lo de Roberto Arlt. De Pavarotti no opino porque me sale el corazoncito tano y lo amo, asi que, no sería objetiva mi opinión....
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