Irresponsabilidad Dirigencial







Algún día los actores políticos nacionales con responsabilidad dirigencial deberán darse cuenta el alcance de sus palabras y el correlato que tienen sus arengas. Que no exista el delito de calumnias e injurias debe comprometernos doblemente de modo aguzar equilibrios de modo no corrernos de los cánones críticos aceptables pasando una línea que por experiencia histórica sabemos no tiene retorno.
Durante este año que finaliza hemos observado con estupor una multiplicidad de eventos, proclamas y discursos  en donde la violencia dialéctica ha sido ejercida con extrema virulencia como estrategia política. Si algunas cuestiones nos sorprendieron en el 2011, este año podemos asegurar que el dilema ha demostrado no tener techo.
La constante amenaza dialéctica ha tomado un siniestro formato conceptual siendo curioso cómo dichas construcciones extemporáneas y con un alto grado de intolerancia han ocupado el centro del debate político.



Que el Gobierno no llega a fin de año, que la gente se halla encolerizada y con miedo, que estamos viviendo una situación socioeconómica terminal, que se vive bajo un régimen totalitario, que la situación es similar a la del 2001, que estamos a punto de una guerra nuclear, que el Gobierno es revanchista y rencoroso, son algunas de las irresponsabilidades que siembran el horizonte mediático.
Cada vez nos parecemos más a Venezuela, pero no por las políticas oficialistas – cuestiones que exhiben notorias diferencias -, sino por el comportamiento opositor: Destituyente, malevolente, inquisidor, deseoso que a nuestro Gobierno – y a la sociedad – le vaya mal, aliado con los más abyectos intereses corporativos – nacionales e internacionales – esperanzados que un cáncer terminal decida lo que las urnas por el momento les han negado.
Son fechas que invitan a pensar y a sentir. Tal vez por eso elegí al Pampa José Larralde para que nos ayude a meditar la cuestión. Nadie pone en duda que falta mucho por hacer pero no es menos cierto que no existe fuerza política como el Kirchnerismo que tenga los suficientes antecedentes como para atender a las cuestiones sociales que aún nos golpean. Especular con el fogoneo de asonadas minusválidas y vandálicas resulta de una miserabilidad y de una escasez política e ideológica suprema. Acaso algunos añoren los tiempos de la Revolución Productiva, - cuanto peor, mejor - esa misma que gracias a las políticas aplicadas por nuestro Gobierno Nacional finalizó sus días de modo inconcluso,  y que a pesar del tendal dejado se le ha puesto sumo coraje e inteligencia para revertir una inercia que parecía inexorable.





"Hojas quietas, aves inmóviles... Frases sin verbo. Tal vez sea el equilibrio último. O a lo mejor es simplemente mentira... Después de todo mentir es un procedimiento penoso por mantener las cosas tal cual están. El cambio se evita con falsedad, negando los gradientes. Por el contrario, la verdad precipita los acontecimientos, levanta ventarrones. El que está quieto miente". (Alejandro Dolina)



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