Amigo (Relato)


Amigo 
(Relato)
                                               20 de Julio de 1998


Sé que soy injusto, que no te doy lo que debería...
Admito que en oportunidades convivo con la vagancia de pensar que mañana habrá tiempo y sé también que ese mañana nunca llega... al igual que un régimen para bajar de peso... siempre mañana... nunca hoy...
Y tu amistad es el hoy... Es el presente y la presencia de lo imprescindible...
En ocasiones, esa falsa generosidad hace su trabajo, y trato de persuadirme que es mucho mejor no cargarte con mis cosas. Me engaño, me convenzo con embustes: “No puedo fastidiar al “Zurdo” con mis dramas; dramas que en ocasiones son provocados por la inmadurez o por la locura de un orate que todavía cree en lo desechable de la imperfección...
Creo que nunca te dije que te necesitaba... Es más, creo que nunca se lo dije a nadie... Te juro, no es porque me de cosa necesitar, es que en realidad, a pesar de estar pisando los cuarenta, no encuentro los justos límites entre el afecto y el defecto, entre mis tiempos y aquellos juegos que quedaron en desuso, entre vos y tú historia, entre yo y la mía...
Quiero que sepas que entiendo tus broncas, tus dudas; el pensar a veces que este tipo se la guarda, que esconde dolor, que esconde alegrías. Si supieras que no es encubrir; es sólo temor, temor al robo de espacios que no estoy muy seguro que me pertenezcan; el estar inclinado a pensar que no tengo derecho a un protagonismo del cual no siento ser merecedor...
La soledad, dicen, es también un homenaje al prójimo, y vos sos mi prójimo, tal vez el más importante...
¿Qué es un amigo? ¿Cuántas respuestas se pueden dar?
La primera que se me ocurre es estar al corriente de una hermosa elección que el tiempo va esculpiendo y moldeando con la artesanía y la estética del cariño desinteresado. O tal vez, con el legítimo egoísmo que marcan los tiempos de cada uno...
Para nada juega como esperado salvavidas de apuro; es más; es nadar para salvarse juntos, porque la derrota de uno es la de ambos...
Es conversar uno de esos tintos que adulan a los sentidos, homenajeando al espíritu, convencidos, ignorantes que el péndulo del reloj existe...
Una segunda respuesta la das en los momentos en que estoy insoportable, asumiendo en silencio mis maldades, acaso mis olvidos. Y cuidado, no lo considero un perdón, lo veo como la síntesis del afecto: Estar a pesar de...
Habrá mil y una respuestas como tantos habitantes existen en el mundo, habrá subjetividades, impresiones y visiones monocordes o anacrónicas, pero creo que como todo afecto, tiene algo que no se puede discutir: Lo imperfecto y el paradójico recorrido de sus matizados senderos. Entender esa errata que cada uno de nosotros acarrea y que por falso orgullo nunca se termina de aceptar, y observar a la vez que esa misma aspereza logra también que alguien como vos me tenga en cuenta...
Y dije orgullo... Estúpida excusa para expulsar afectos. Creo que como bien decís, "si el orgullo sólo sirve para distanciar a la gente prefiero la entrecomillada humillación que sirva como imán de ternura"
No se si es la forma, tal vez peco en soslayar alguna que otra cosa a destacar. Disculpame por este probable abuso que hago de mi mediocridad, exceso que seguramente conspira e impide expresarme de mejor modo. ¿Sabés qué pasa, viejo...? Nada,  no te preocupes, no me des bola, déjalo ahí...No pasa nada...Servime un poco más de vino....

Gustavo Marcelo Sala





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