ERNESTO LACLAU


Entrevista a Ernesto Laclau
de Juan Carlos Palladino
Revistateína – Valencia – España – 2004

- ¿Es posible observar en la política rasgos lúdicos? Teniendo en cuenta que en ambos campos intervienen características como la acción libre, se desarrollan en un tiempo y espacios determinados, están sujetos a reglas, se lucha por algo...

- Yo diría que cuando hay política hay siempre algo más que ludismo; es decir, el que hace política no es el que juega dentro de las reglas de un sistema, sino bien el que patea el tablero. Es decir, que la política se relaciona con el momento del antagonismo, que para mí es más importante que la gramática que ajustaría todo el movimiento de piezas.
El punto es el siguiente: ¿Quién es exactamente el que juega y qué es lo que está implicado en el juego? Si, por ejemplo, uno tiene un juego muy elemental, tal como el ajedrez, la gramática del juego está fijada desde el principio. Pero para mí el juego viene a ser de una naturaleza diferente cuando el que juega no juega realmente, sino que es el que patea el tablero. Es decir, es el momento en que el juego se rompe en el que la política empieza. Por supuesto que hay una gramática incluso del juego. Pero hasta qué punto uno está jugando un juego o hasta qué punto el juego empieza en un juego sucio porque la ruptura de las reglas es lo que define el juego.

- Debemos pensar entonces que la política se renueva permanentemente.

- Si uno pudiera definir la política como un universo en el cual los juegos fueran definitorios, todo sería bastante lindo, pero eso es bastante irreal. Si uno define la política como un universo en el cual las reglas del juego son constantemente puestas en cuestión, entramos en un universo mucho menos pacífico, pero también mucho más real.

- Desde hace tiempo se escuchan con frecuencia críticas a las instituciones públicas por su "falta de eficacia", a la vez que se reivindica el mercado como el administrador ideal. ¿Cuál es el espacio de la política en este contexto?

- El espacio de la política emerge exactamente cuando ese espacio público deja de operar con sus requisitos habituales. El momento de la política es el momento en el cual el antagonismo predomina sobre cualquier forma agonística de juego.


- El panorama de la política y la economía actual nos muestra un campo donde la gran mayoría queda afuera de la puja por marcar el rumbo de los asuntos públicos. Sólo una elite parece intervenir en las grandes decisiones. ¿Cómo se interpreta esto en la dinámica democrática?

- Lo que ha ocurrido en la política contemporánea reciente, pensando en las democracias occidentales, es el hecho de que ha habido cada vez menos formas de construcción de políticas alternativas. Lo que ha estado ocurriendo es que en buena medida todas las decisiones han sido tomadas dentro de un marco ya acordado, de consenso; es decir, que todo lo que fuera más allá del consenso no tenía forma de presión política real. En esa medida se dio la marginación de la posibilidad de alternativas democráticas.

LA FALACIA DEL MERCADO COMO ADMINISTRADOR TOTAL

- ¿El sistema neoliberal, donde sólo algunos parecen tener derechos básicos satisfechos, no desvirtúa la idea de democracia como un sistema de participación común?

- En primer lugar, neoliberalismo es la idea de que el mercado de por sí generaría un tipo de acuerdo global que haría la pugna política innecesaria. Ahora, eso es evidentemente falso. Lo que se está dando es el comienzo de una puja política de tipo nuevo, por la cual distintos sectores en distintos niveles de la actuación política ponen en cuestión ese gran administrador que es el mercado. Es decir, que la teoría neoliberal está perdiendo sus fuentes de validez.

- Por un lado vemos grandes agujeros de corrupción y, por otro, ingentes poblaciones que tienen una mala concepción de lo que se dice "político", de todo lo que se anuncia como tal. ¿Se trata de un círculo que se retroalimenta y que va en detrimento de la política como actividad común?

- En parte, eso es verdad. La cuestión es cuál es la alternativa frente a esto. Hay toda una política alternativa que dice "abandonemos el campo de la política"; como se decía en Argentina hace algunos años: "que se vayan todos". Pero que se vayan todos quiere decir "que alguien se quede". Y entonces, ¿quién se queda? Es decir, lo que yo creo que tenemos que pensar es una forma de ir más allá de una política institucionalista como la que ha existido, pero no ir más allá de la política. La política tiene que quedar y es esencial.

- En este sentido, una de las funciones de lo político es poner orden al caos de la realidad. Sin embargo, es común escuchar frases que reniegan de lo político. ¿Puede la gente mantenerse al margen de lo político por simple elección?

- Lo político es una dimensión de la convivencia social que no puede ser evitado; no hay forma de ir más allá de lo político. Lo que sí se puede poner en cuestión es la forma en que la política ha sido construida hasta hoy día. Por ejemplo, en cuanto al caos de la realidad, pensemos el comienzo de la teoría política moderna: Hobbes planteaba una situación de caos extrema que es lo que llamaba "estado de Naturaleza", un momento en el cual no había formas de construcción de la comunidad en ningún sentido. Evidentemente, hay momentos en que la comunidad política está afectada por situaciones de ese tipo, pero no es frecuente. Más bien lo que se da es la construcción de lo político a partir de formas intermedias; eso es lo que estamos enfrentando hoy día.

- ¿Tiene sentido entonces hablar de apatía política? ¿Esta apatía política no termina siendo en definitiva una posición política?

- La apatía política de las sociedades actuales es el resultado del llamado pensamiento único. Hemos llegado a situaciones en las cuales la gente piensa que las opciones políticas que les representan no ofrecen realmente alternativa. Por ejemplo, si uno dice: entre la izquierda y la derecha no hay realmente diferencias, en este caso cuál es el sentido de una opción política. Tony Blair dijo hace un tiempo que no hay políticas económicas de izquierda o de derecha, hay sólo políticas económicas que funcionan. En ese caso, si no hay opciones políticas internas al juego institucional, las únicas opciones son las políticas que se opongan al juego institucional. Éste es el momento en el cual una derecha radical empieza a tener un cierto discurso eficaz.

- Frente a las voces que proclaman la consagración de un pensamiento único, y teniendo en cuenta la necesidad de alternativas, ¿cree que existe margen actualmente para la creatividad política?

- Yo creo que sí, y las alternativas están siendo creadas por el sistema dentro del cual estamos viviendo. Estamos viviendo una transformación del sistema político mundial como resultado del avance del neoconservadurismo en Estados Unidos. Es esencial en este momento en que existe un mundo unipolar que podamos movernos hacia un modelo multipolar de la política. El movimiento unilateralista de los Estados Unidos tiende evidentemente a crear una noción de un imperio que tiene un solo centro y que tiene una parte de decisiones que no es discutida. Un mundo multipolar tendería a crear puntos de desacuerdo. Eso es importante desarrollar.

- ¿No se cae con frecuencia en el "no" reiterativo por parte de los movimientos antisistema? Es decir, se sabe lo que no se quiere en cuanto al rumbo del mundo; ahora, ¿cómo hacer para concretar las alternativas?

- Todos los movimientos sociales han sido siempre así. Usted me menciona movimientos recientes, pero yo le diría los movimientos clásicos. Cuando la gente se proponía, en un sentido anticapitalista más clásico, la lucha por el aumento de salarios o la lucha por la redistribución del ingreso o cosas similares; finalmente, ninguna de estas medidas eran totalmente antisistémicas. La cuestión es que lo que puede llegar a ser antisistémico no son las propuestas concretas de un grupo u otro, es simplemente el hecho de que ciertas demandas que de pronto no son tan corrosivas respecto al sistema en sus objetivos específicos, representen algo que ponga en cuestión un arreglo más global; ahí es donde yo veo la posibilidad de un cambio. No sé exactamente lo que un cambio puede significar hoy día en Europa occidental o en el arreglo mundial del cual Europa occidental es una parte. Pero de lo que estoy seguro es de que eso va a ser siempre resultado de una aglutinación de demandas, que pueden ser demandas aparentemente muy puntuales, pero que su efecto global puede ser más álgido.


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