El “Excel” neoliberal incluye la celda de una suerte de estigmatización social mitológica... Nos invita a reflexionar Ezequiel Ipar para Artepolítica
El Mito del Huevo Cósmico
Pintura al óleo “Niño
geopolítico observando nacimiento del hombre nuevo” (1943) de Salvador Dali
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La
única realidad es la ideología: apuntes sobre las mitologías políticas de Durán
Barba
Por
Ezequiel Ipar para Artepolítica
Fuente:
El
periodismo político sostiene que los mitos están ocupando, con una intensidad
que no existía en el último tiempo, el lugar de los argumentos y el análisis
racional de los problemas que conciernen a la política. No quisiera entrar aquí
en el debate entre mitófilos y mitófobos en el campo de la teoría política. Lo
que me interesa, en cambio, es analizar la lógica de los mitos de la
comunicación política del gobierno, eso que un gran antropólogo de las
comunidades americanas llamaba las “mito-lógicas” de una determinada cultura.
En
esta oportunidad, quisiera analizar las lógicas de los mitos políticos a partir
de uno de sus extremos, explorando ese espacio de textos y mensajes un tanto
nauseabundo que nuestro lenguaje político denomina “pescado podrido”. Voy a
concentrarme en lo putrefacto que circula en los mitos de la comunicación
política del oficialismo, intentando demostrar que en sus exageraciones
destempladas, en sus distorsiones alucinadas y en sus prejuicios agresivos
aparecen con más claridad fragmentos de las mitologías que luego nutren y
estructuran al discurso serio y oficial del gobierno. Así, veremos que todo lo
exagerado, inexacto, fantaseado e ilusorio de estos mensajes no tiene nada de
arbitrario o absurdo, sino que está construido a partir de una distorsión que
posee una lógica muy potente.
La
pieza por la que voy a comenzar –y que fue incluso criticada por simpatizantes
intelectuales de Cambiemos– fue escrita por el responsable de la estrategia
político-cultural del gobierno, el “consultor profesional” Durán Barba, y lleva
por título: “Cristina, Maduro y el autoritarismo”. Allí leemos que “si
Cristina gana las elecciones, cambia la Constitución y arma a los barras
bravas, a su Vatayón Militante de presos comunes, a los motochorros y a grupos
de narcotraficantes para que maten a sus opositores”. Esta es la primera
versión del mito (m1), que no es un mensaje aislado, un momento excepcional del
enunciador o un descuido del comunicador oficial, provocado por el vértigo de
la campaña del 2019, sino que forma parte de una familia de mensajes que giran
en torno al mismo mito (cuya formulación se remonta, al menos, a los inicios de
2016). Las otras tres versiones del mito son las siguientes:
m4)
“Un país al margen de la ley”, que puede confundir por su título, pero su tema
no deja dudas de que pertenece a la misma familia del mito originario:
“Cristina lidera a un millón de personas vinculadas al narcomenudeo, fanáticos,
que quieren que caiga este gobierno para que vuelva a funcionar con
tranquilidad el país al margen de la ley”.
Podemos
ver que el tema principal de estos mitos es el problema del autoritarismo en
general, y del autoritarismo político en particular. Las asociaciones lógicas
que provee son siempre explícitas, simples, absolutas y narran de mil formas
que el problema del autoritarismo se circunscribe a todo lo que expresa y se
asocia con una serie de nombres propios: Cristina, Perón (Yrigoyen), el
peronismo. Si esta fuera una mitología que sólo narra el “origen del
autoritarismo en la Argentina”, no quedan dudas de que sólo reencontraríamos
allí el léxico trivial del anti-peronismo, difundido en distintas zonas de nuestra
cultura política. Pero el momento, la forma y el uso que se hace de este mito
cambian significativamente las cosas. En primer lugar, porque estos textos
(estrategias) aparecen en un contexto en el que efectivamente está creciendo el
autoritarismo político entre la ciudadanía. En un trabajo recientemente
publicado, intenté mostrar la dificultad interna del concepto de autoritarismo,
así como su pertinencia para comprender la fase actual del capitalismo
neoliberal. Analizando distintas fuentes de datos de opinión pública, queda
claro que el sesgo político es exactamente el contrario al que se difunde en la
mitología oficial sobre el autoritarismo, ya que lo que aparece en estos datos
es una asociación estadística significativa (que no es absoluta, ni simple)
entre los votantes de Mauricio Macri y los posicionamientos más autoritarios
dentro de nuestra sociedad.
Otros
trabajos recientes van en la misma dirección. Ezequiel Adamovsky ha reflexionado
sobre el vínculo histórico que Macri reactualizó entre liberalismo y
autoritarismo. Gabriel Kessler y Gabriel Vommaro analizaron el crecimiento de
las nuevas sensibilidades autoritarias, que coincide con la circulación de esta
mitología que estamos buscando comprender. En el mismo sentido, desde el
observatorio crítico de la opinión pública (OCOP) estudiamos las afinidades que
existían entre el electorado de Bolsonaro y el de Macri. En estos análisis y en
estos datos (publicados, junto con sus fuentes y su metodología) podemos ver
que el momento que elige Durán Barba para hacer circular el mito
“Cristina-peronismo=Autoritarismo” no es para nada casual, ni una mera
repetición ritual de un prejuicio anti-peronista. Esos mitos, en su circulación
actual, aluden a problemas reales, pero invierten los hechos y su significado
político.
Ahora
bien, estos textos excesivos en su retórica y distorsionados en términos de su
pretensión de verdad, poseen una gramática y un léxico muy bien organizado.
Veamos lo que sucede con los personajes que se van agregando en esta historia.
La lógica de aparición de los personajes es muy precisa, siempre aparecen de a
pares las figuras públicas, que combinan por lo general a un intelectual y un
político. Voy a esquematizar esta dialéctica del “nosotros y los otros” según
se trate del “nosotros intelectuales” o del “nosotros políticos”. Lo mismo
sucede con la categoría “the others”. Debido a la proliferación de nombres que
aparecen en los textos de Durán Barba, en algunos casos voy a recurrir a una
economía de su exposición, que no modifica nada sustancial relativo a su
construcción. Como ya dijimos, la contraposición en los personajes es muy clara
y se refiere a: “Nosotros los amantes de la libertad” y los “otros los
autoritarios”. Agrego en el esquema las propiedades que estos mitos le
atribuyen a los Otros, tal como aparecen en los textos:
Sería
largo analizar todo lo que aparece en la lógica de los personajes de estos
mitos. Me detengo en dos o tres elementos. Comienzo por algo que siempre aparece
borrado, que desaparece en estos textos de Durán Barba: los intelectuales
peronistas. Por más hiperbólica o disparatada que sea la asociación, siempre
queda claro desde dónde habla el Nosotros intelectual sobre el que funda su
mensaje el gobierno, es decir, en sus mitos, ese lugar siempre aparece lleno
(Adorno = Aleksiévich = Nino = Durkheim = Durán Barba). En cambio no hay
pensadores entre “los otros” con los que se pueda discutir, no hay
intelectuales con nombre propio para polemizar o negociar visiones sobre la
Argentina, salvo una vaga alusión a Marx (un “borrachín”, según m2) y Norberto
Ceresole (el ideólogo típico del peronismo, un ser que no piensa según m1:
antisemita, homofóbico, machista, mesiánico, etc.).
El
hecho de que estos mitos nunca refieran o confronten con intelectuales del
“otro campo” deriva en un segundo elemento relevante que se deduce de esta
estructura: los otros no piensan, o no pueden pensar por sí mismos, o no
pueden pensar correctamente (por eso son peronistas, parece sugerir esta
mitología). Toda esta construcción sobre el origen del pensamiento defectuoso
aparece en reiteradas asociaciones de los Otros con situaciones en las que el
hombre pierde (de manera momentánea o duradera) la razón o se transforma
directamente en un animal (astuto, escurridizo, pero “insignificante”). En sus
diferentes versiones los Otros de Durán Barba son: borrachos, autistas, locos,
cucarachas. Obviamente el mito no analiza ni discute la causa del pensamiento
defectuoso, simplemente lo diagnostica y lo usa en el cuadro de las oposiciones
que construye y reproduce esta mitología: independientes/dependientes,
demócratas/autoritarios, argentinos/venezolanos, decir la verdad/engañar,
respetan las normas/fuera de la ley.
Vemos
que ahora el mito no clasifica a los representantes, sino directamente a la
ciudadanía y propone rígidamente dos polos excluyentes que en todas las
versiones aparecen de la misma manera. Estos polos, como lugares de
reconocimiento e identificación, son puestos a disposición del “público”, bajo
la condición de adquirir y reafirmar el paquete completo: sólo nos podemos
reconocer como seres independientes, que pensamos correctamente (en el límite,
que no estamos locos), si aceptamos que Macri se animó a decir la verdad en
tiempos de crisis y es un demócrata ejemplar que combate a los autoritarismos.
Lo
importante acá no es el juicio de cada término o situación por separado. El
mito funciona bloqueando precisamente esa posibilidad y proponiendo la
asociación obligatoria desde uno de los términos hacia el conjunto: Macri –
independiente – se animó a decir la verdad – me permite pensar correctamente –
es un demócrata – lucha contra los venezolanos autoritarios.
El
último punto que me interesa analizar es la estrategia que utilizan los mitos
de Durán Barba, que se confiesa un “amante del hombre común”, para llegar a sus
destinatarios y cobrar sentido en sus propias vidas. Es decir, cómo atraviesan,
interpretan y codifican estos mitos distintas situaciones –rutinarias o
novedosas– de la experiencia cotidiana de la ciudadanía. Lo podríamos
llamar: el código político del PRO. Lo que voy a proponer es simplemente una
variación “lógica” que está contenida en la estructura de este mito. Para ello
sólo voy a modificar el lugar de los términos, sin modificar la esencia del
mito, que supone la permutabilidad de los términos asociados. El mensaje
quedaría así: venezolanos – seres dependientes – que nos engañan – permaneciendo
fuera de la ley – esconden su autoritarismo y su deseo de matarnos. Este
mensaje está parcialmente sugerido en m1, recordemos: “Las que cometen
asesinatos masivos en Venezuela son guardias revolucionarias paramilitares. Si
(Cristina) radicaliza su posición revolucionaria podría participar directamente
del negocio del narcotráfico como lo hace la cúpula militar venezolana, apresar
a los jueces que combaten el delito como anuncia uno de sus voceros y dictar
una amnistía preventiva para todos los asesinos y narcotraficantes” con el
objetivo de “matar a sus opositores”. No nos detengamos ahora en el episodio,
hagámosle a este fragmento del mito la pregunta por su uso político y su
relación con “el hombre común”: ¿qué experiencia cotidiana pretende interpretar
esta variación sobre los venezolanos, el engaño, la deslealtad y el deseo de
matar, que muestra en toda su eficacia al código político del PRO?
En
un trabajo de Nicolás Tereschuk y Nicolás Freibrun sobre la base electoral del
macrismo, los autores analizan, junto con otras representaciones sobre el orden
social y la imaginación sobre las jerarquías, las vivencias y las opiniones
sobre los venezolanos que tenían los simpatizantes de este espacio político. En
uno de esos grupos de discusión organizados por Tereschuk y Freibrun una
simpatizante del PRO resumía de este modo su punto de vista sobre lo que vivía
como una invasión por parte de los venezolanos: “Las guardias de los hospitales
están llenas de venezolanos, que trabajan por menos plata” y hacen que “nuestros
profesionales terminen manejando un taxi”.
Este
miedo a ser desplazado en el mercado de trabajo o a que te maten los que se
“dedican al narcotráfico”, iba de la mano de un diagnóstico que afirmaba que
los venezolanos siempre aparecen como seres dependientes, que “dan pena”. Pero
en el fondo se terminan revelando desleales y personas que viven al margen de
la ley, porque “trabajan en negro” y buscan que los argentinos tengan que
“pagar con sus impuestos a un venezolano para que se opere de cáncer, de vesícula
o lo que sea”.
Es
fácil darse cuenta ahora cuáles son las experiencias cotidianas que busca
codificar el mito de Durán Barba, ya que estas experiencias incluyen varios de
los términos que aparecen luego en la mitología: venezolanos = fuera de la ley
= engañan = nos atacan. Lo que hace el código político del PRO es completar esa
serie difusa de experiencias, seres y propiedades, y la ordena con mucha
precisión. Al pasar por el sistema de codificación de Durán Barba esa
experiencia difusa (recogida en los grupos focales) queda organizada tal cual
aparece en el mito originario (m1) que hemos analizado: Cristina – junto con
los venezolanos – que engañan – como todos los dependientes que dan pena – nos
van a matar – porque son desleales y autoritarios. El reverso de este mensaje
se completa sólo: el único modo de escapar de esta amenaza es aceptar la
propuesta de Macri – que siempre dice la verdad – porque es independiente – y
nos permite pensar correctamente.
No
me detuve en esta mitología por la relevancia del tema en sí mismo, sino porque
me parece que ilustra cómo construye el partido de gobierno sus mitos y cómo
los usa en el espacio público democrático. Lo que observamos en estos textos
destemplados de Durán Barba no es la comunicación política oficial
trastabillando, sino el mito oficial comunicándose en todo su esplendor con los
“hombres y las mujeres comunes”. Sería un error creer que por esta vía el
oficialismo busca no hablar de la economía, de la realidad o de la vida
cotidiana, porque lo que hacen estos mitos es precisamente hablar de la
realidad, la economía y la vida cotidiana de otra manera.
Por
Ezequiel Ipar para Artepolítica.
Esclarecedor, muy bien elegido. Gracias. Alicia.
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