El plan del FMI. Como afirmó Keynes hace casi un siglo: No les crean, a largo plazo, estaremos todos muertos…
El nostromo peregrino de Zdzislaw
Beksinski
No se crean al Banco
Mundial: los robots se quedarán con nuestros salarios
Larry Elliott, dirige la sección de economía del diario británico
The Guardian. Para Revista Sin Permiso
Fuente: Revista Sin Permiso
El Banco Mundial tiene un mensaje tranquilizador
para quienes temen quedar obsoletos por la automatización. La era de los robots
no supone nada de lo que preocuparse. Al igual que todas las demás olas de
avance tecnológico, la cuarta revolución industrial creará empleos, más que
destruirlos, de modo que los temores de desempleo masivo resultan en buena
medida infundados.
Tampoco debería preocuparnos que la llegada de la
nueva era de las máquinas vaya a ensanchar el abismo entre ricos y pobres,
porque la idea de que el mundo se está convirtiendo en un lugar menos
equitativo tiene más de impresión que de realidad.
La automatización, de acuerdo con el Informe de
Desarrollo Mundial [World Development Report], constituye una oportunidad, no
una amenaza. Ciertamente, hay algunos empleos que desaparecerán, pero se
crearán otros para satisfacer una gama de futuras necesidades de las que somos
actualmente inconscientes. Puesto que no se puede detener la automatización,
los gobiernos tienen que hacer dos cosas. Formar a su población mediante
inversiones en educación de modo que dispongan de las habilidades necesarias
para la era de los robots, y reducir los gravámenes a las empresas, eliminando
leyes y restricciones laborales perjudiciales. La necesidad de una mayor
desregulación para impedir que las empresas prefieran utilizar robots en lugar
de humanos es un tema constante.
En lo esencial, el Banco Mundial ha aparecido con
una forma recalentada de la teoría del chorreo (“trickle down”) que Margaret
Thatcher habría respaldado encantada. A las empresas privadas se les debería
permitir hacer lo que consideren mejor para sus intereses, y los políticos
deberían quitarse de en medio.
He aquí una muestra de lo que dice: “Un contrato de
empleo asalariado formal sigue siendo la base más común para las formas de
protección que permiten los programas de seguridad social y para regulaciones
como las que especifican un salario mínimo o indemnización por despido. Los
cambios en la naturaleza del trabajo causados por la tecnología desplazan el
modelo de exigencia de prestaciones para los trabajadores de los patronos a una
exigencia directa de prestaciones de Bienestar del Estado. Estos cambios
suscitan preguntas acerca de la pertinencia continuada de la actual legislación
laboral”.
La crítica que ha recibido el informe de los
sindicatos y los activistas contra la pobreza es bien merecida, y no sólo por
su obsesión ideológica con la desregulación sino por su falta de consciencia
histórica. Las anteriores olas de cambio tecnológico provocaron tensiones
sociales tan profundas que los responsables políticos se vieron obligados a
intervenir. Eso vino a significar más regulación, no menos.
En el siglo XIX, el desarrollo de los sindicatos,
la ampliación del derecho a voto, la implicación del Estado en la
educación y la presión en favor de un mayor gasto en bienestar fueron
todos ellos intentos de inyectarle igualdad al sistema. A despecho de lo que
afirma el Informe de Desarrollo Mundial, sin un intento similar de encajar el
cambio tecnológico en un marco político que comparta los beneficios del
crecimiento impulsado por los robots, hay por delante un potencial de graves
turbulencias.
¿Por qué? Pues porque no es verdad que la
desigualdad sea una fantasía de la imaginación. La evidencia que aporta el
Banco muestra que la desigualdad o bien descendió o permaneció igual entre 2007
y 2015 en 37 de una muestra de 41 países desarrollados y en desarrollo.
Aun dejando a un lado que esta muestra concierne
sólo a cerca del 20% de los países miembros del Banco Mundial, el periodo
escogido es significativo, porque comienza con el año en que se inició la
crisis financiera global, y entre 2007 y 2009 los individuos de altos ingresos
perdieron una fortuna.
Rusia se utiliza como ejemplo de un país en el que
descendió la parte de la renta de los ricos, como fue ciertamente el caso. El
banco lleva mucha razón al decir que el 10% superior de los rusos se llevó el
52% del pastel en 2008 y sólo el 46% en 2015. Lo que olvida mencionar es que
los precios del petróleo cayeron en picado entre 2008 y 2015. Eso no fue bueno
para los oligarcas.
Es difícil evitar la conclusión de que el Banco
Mundial se ha comportado selectivamente en su uso de las estadísticas con
el fin de probar algo. La idea de que la igualdad es cosa de percepción va en
contra del trabajo realizado por otros, entre ellos la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo (OCDE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La
directora gerente del FMI, Christine Lagarde, declaró al inicio de este mes que
“desde 1980, el 1% superior se ha hecho con el doble de ganancias del
crecimiento que el 50% inferior”.
El FMI tiene también una opinión bastante distinta
del debate de la automatización de la de su organización hermana. Distribuyó un
documento de trabajo en mayo con un título que se explicaba solo: ¿Hay
que temer la revolución de los robots (la respuesta correcta es que sí) [Should
we fear the robot revolution? (the correct answer is yes)].
Los autores concluían que la actual revolución
tecnológica era distinta de las del pasado. Los robots podrán realizar una
serie de tareas que han sido hasta ahora competencia de los humanos, y hacerlo
de más rápido y de modo más barato. Aumentará la productividad, pero bajarán
los salarios, afirma el FMI. Ganarán los propietarios de los robots, pero no
los trabajadores. “Nuestros principales resultados son sorprendentemente
sólidos: la automatización es buena para el crecimiento y mala para la
igualdad”.
Tampoco piensa el FMI que la inversión en capital
humano sea una bala mágica que contrarreste el avance de los robots. La
educación, afirmaba, puede considerarse una forma de convertir a los trabajadores
de no cualificados en cualificados, lo que reforzaría la demanda de
trabajadores no cualificados.
“Pero ¿pueden compensar los enormes recortes de los
salarios reales que sufren los trabajadores no cualificados y el descenso de la
parte del trabajo en la renta en conjunto a un precio aceptable? Y si la
respuesta es que sí, ¿cuánto tiempo tardarán en subir los salarios de aquellos
que sigan siendo no cualificados?”.
El FMI declaró que al final un crecimiento más
fuerte se traduce en salarios más altos, pero, aun entonces, descendería la
parte del trabajo en la renta nacional y aumentaría la desigualdad. Lo que es
más, “al final” resuena como un eco de la afirmación de Keynes según la cual, a
largo plazo, todos muertos. Por “al final”, entiende el FMI hasta cincuenta
años. Con el actual ánimo enojado, es poco probable que los votantes vayan a
esperar tanto.
Keynes…
Los gastos "ruinosos" de préstamos pueden, no obstantes
enriquecer al fin y al cabo a la comunidad. La construcción de pirámides, los
terremotos y hasta las guerras pueden servir para aumentar la riqueza, si la
educación de nuestros estadistas en los principios de la economía clásica
impide que se haga algo mejor».
«Estamos siendo afligidos
por una nueva enfermedad, de la cual algunos lectores tal vez no han escuchado
el nombre, pero de la cual escucharán a gran escala en los años por venir -
"desempleo tecnológico"».
«Si bien los trabajadores suelen resistirse a una reducción
de su salario nominal, no acostumbran abandonar el trabajo cuando suben los
precios de las mercancías para asalariados»
“Sé lo que
hace a un hombre más conservador... No saber nada del presente o nada del
pasado”.
El análisis de contar el numero en que países aumentaron o disminuyeron la desigualdad no es útil para ningún análisis, produce lo que se llama estandarizar la muestra ,países con mayor planes sociales esconden numeralmente la desigualdad creciente en países más descarnados. Siempre se habla de salario mínimo , es hora de introducir sin pruritos la ganancia máxima, Si una empresa introduce una tecnología , digamos robots , deja gente sin empleo, reduce en forma importante su costo y aumenta en forma importante su ganancia . Esto no es secreto , por eso se hace y es inevitable . Lo que no es inevitable son las consecuencias. La empresa ocasiono o incremento el costo social del estado (en los países en que este se hace cargo)al transferir este costo al fisco. En el caso de trabajadores de bajo ingreso su salario constituía probablemente un 90% de su consumo o necesidades . Esto tampoco es secreto porque esa, es la razón intrínseca de porque le cuesta salir adelante, comprar una casa o realizar inversiones, O sea que la matemática es sencilla 100 obreros en la calle son 100 salarios menos para el empresario y son 100 personas más en "welfare". beneficio de desempleo o como quiera. Porque el empresario o empresa , sus CEO, etc van a incrementar sus ganancias sin contribuir con la devastación producida.
ResponderEliminarPorque Jose' pago mis impuestos " se enerva con esos 100 pobres desempleados y no con el que produce su perdida? porque al cabo de un tiempo el fisco le exigirá a el más contribución y menos a aquellos que produjeron el desbande pues a mayor ganancia mayor poder , mayor influencia y mayor evasión legal e ilegal. Porque es un misterio o la clave del problema.
Ahora como aclare' entre paréntesis , a medida que los países tienen menos responsabilidad social y estos 100 obreros desaparecen de las estadísticas a medida que descendemos en la escala de preocupación social en la tabla de países , Sin embargo notaremos que el número de “JOses pago mis impuestos a tiempo” permanece constante o incluso aumenta borsoneando (o sea incluye a gente que ni siquiera paga esos impuestos). Hay que entender que cualquiera que tiene más de 100 millones de U$S de fortuna personal es un ladrón y hay que dejar de admirarlo y buscar las formas de hacerlo responsable de las tragedias que produce.