Amnesia del saqueo






Como afirma nuestro amigo Frank Underwood la democracia en la actualidad está sobrevalorada por decisión y para placer de los que manejan sus resortes cardinales...
No sólo era necesario democratizar a los medios de comunicación, dilema que hoy en día rompe los ojos, no solamente hacía falta que a la justicia se le proveyera de renovados y aperturistas ungüentos democráticos, es imprescindible que comencemos a reconsiderar a la democracia del siglo XXI: Una democracia subsumida a las corporaciones en donde los Gobiernos, cuando no coinciden con sus psicópatas apetitos antropófagos, ven jaqueados sus intentos a favor del colectivo. La democracia contemporánea no resulta per-se el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, banal definición que como tal, si no es elaborada, comienza y finaliza con su mera enunciación; debe existir en el medio una decisión política para que lo sea, y cada vez que esa intención se plasma concretamente a través de una fuerza popular, ésta se ve emboscada por el poder real de manera desdorosa.

Hace poco publicamos un reportaje de la fallecida politóloga Silvia Bleichmar. Entre el país posible y el país deseado hay un país urgente decía, y me atrevo afirmar que ese país urgente es el que nos debe quitar el sueño, el que nos debe preocupar y ocupar. El país urgente es el que colectivamente debe reconocer a cada individuo material como sujeto político. Hasta que eso no ocurra no habrá democracia plena, existirá solamente como una quimérica formalidad retórica, sistema burocrático establecido muy a la medida de las mediáticas corporaciones falsamente republicanistas.

Escribió Antonin Artaud en El Teatro y la Peste:

“Cuando la peste se establece en una ciudad, las formas regulares se derrumban. Nadie cuida los caminos; no hay ejército, ni policía, ni gobiernos municipales; las piras para quemar a los muertos se encienden al azar, con cualquier medio disponible. Todas las familias quieren tener la suya. Luego hay cada vez menos maderas, menos espacio, y menos llamas, y las familias luchan alrededor de las piras, y al fin todos huyen, pues los cadáveres son demasiado numerosos. Ya los muertos obstruyen las calles en pirámides ruinosas, y los animales mordisquean los bordes. El hedor sube en el aire como una llama. El amontonamiento de los muertos bloquea calles enteras. Entonces las casas se abren, y los pestíferos delirantes van aullando por las calles con el peso de visiones espantosas. Otros apestados, sin bubones, sin delirios, sin dolores, sin erupciones, se miran orgullosamente en los espejos, sintiendo que revientan de salud, y caen muertos con las bacías en la mano, llenos de desprecio por las otras víctimas”. Y volvemos a Frank Underwood: “La política ya no es solo un teatro, es la farándula, entonces montemos el mejor espectáculo”...



“... y nosotros, piensa el establishment, nos quedamos con la indignidad de bajarnos los impuestos directos, condonarnos las deudas y los defalcos, blanquearnos la guita que le robamos al Estado durante 50 años, ergo al pueblo, luego evadimos y fugamos, y demás cuestiones menores que provocan que hoy la dignidad y la indignidad se hagan tantas concesiones que llegan a parecerse”.

Afirmábamos el 23 de noviembre pasado: “Gobiernan los mismos que tienen como práctica usual endeudar empresas poniendo de garantía sus activos no financieros, apropiarse de los descomunales activos financieros solicitados, desviarlos, para más tarde mandarlas a la quiebra. En muchos casos, luego de años de asociatividad bajo distintos formatos, los trabajadores logran recuperar económicamente esas empresas, desde lo productivo y lo comercial. Algo de esto ocurrió con el país, no sin dificultades y errores, durante el período 2003-2015. Es allí que aquellos, una vez activada la máquina productiva y con la inestimable ayuda de una justicia cómplice, inician un proceso "legal" de reclamo y reintegro bajo el sofisma de la seguridad jurídica. Si lo hacen con sus sellos empresariales, por qué razón no han de poner en práctica dicha fórmula del éxito con un país al cual consideran propio porque buena parte de la ciudadanía ha decidido servírselo en bandeja. De este modo se reinicia un nuevo ciclo perverso, una nueva vieja etapa: El eterno retorno al saqueo...


Uno de los más extraordinarios pensadores que dio la Argentina fue sin lugar a dudas Ezequiel Martínez Estada. En cierta oportunidad manifestó que nuestra Patria es como un enfermo crónico. No se muere ni se sana, pero le hace gastar una fortuna a la familia. Y me atrevo agregar que tal afirmación se cumple rigurosamente en nuestro presente. Mucho nos costó sanarnos de los males del pasado, sin embargo parece que el enfermo nunca terminó de entender que sus debilidades lo seguirán persiguiendo si no continúa con el tratamiento. Al parecer el enfermo ha decidido volver a las andadas, visitar sus viejos boliches neoliberales y sus añejos modelos exclusivos y excluyentes, panteón en donde morirá solo, yermo de egoísmo y amnesia, no puede ser de otro modo cuando ambas se ponen de acuerdo.. 

Comentarios

  1. Salí a la calle y mirá. Hay cuatro entre diez atrapados en la lógica que va del miedo a la codicia. "Si la mayoría no tiene gran cosa!" me dirás. Ese no es el caso... no hace falta.

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  2. yermo de egoísmo y amnesia, impresionante!!Triste, amargao y sin garufa,
    neurasténico y cortao...diria Cadicamo en su descripcion de la crisis del 30 "Hoy la gente en pilchas rotas , repitiendo palabrotas que trajeron bancarota,misiadura y desguasaje
    Y con falta de memoria suena a nuevo la corrida, el usurero y el blindaje"

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