El Neoliberalismo y "su" violencia. Anticipo que nos dejara hace ya 20 años el Subcomandante Marcos en su rompecabezas del mundo global.
El Estado, en el
neoliberalismo, tiende a contraerse al "mínimo indispensable". El
llamado "Estado Benefactor" no sólo se convierte en obsoleto, se
desprende de todo lo que lo constituía en tal y se queda desnudo. En el cabaret
de la globalización, tenemos el "show" del Estado sobre una
"table dance" que se despoja de todo hasta quedar con su prenda
mínima indispensable: la fuerza represiva. Destruida su base material, anuladas
sus posibilidades de soberanía e independencia, desdibujadas sus clases
políticas, los Estados Nacionales se convierten, más o menos rápido, en un mero
aparato de "seguridad" de las megaempresas que el neoliberalismo va
erigiendo en el desarrollo de esta IV Guerra Mundial. En lugar de que la
inversión pública la orienten al gasto social, los Estados Nacionales prefieren
mejorar su equipo, armamento y preparación para cumplir con eficacia la labor
que la política dejó de cumplir hace años: el control de la sociedad. Los
"profesionales de la violencia legítima" se llaman a sí mismos los aparatos
represivos de los Estados Modernos. Pero, ¿qué hacer si la violencia está ya
bajo las leyes del mercado? ¿Dónde está la violencia legítima y dónde la
ilegítima? ¿Qué monopolio de la violencia pueden pretender los maltrechos
Estados nacionales si el libre juego de la oferta y la demanda desafían ese
monopolio?
¿No está demostrado
acaso que el crimen organizado, los gobiernos y los centros financieros están
más que bien relacionados? ¿No es palpable que el crimen organizado cuenta con
verdaderos ejércitos sin más frontera que el poder de fuego del rival?
Así que el
"monopolio de la violencia" no pertenece ya a los Estados Nacionales.
El mercado moderno lo puso a venta. Viene a cuento esto porque, debajo de la
polémica entre violencia legítima e ilegítima, también está la disputa (falsa,
pienso) entre violencia "racional" e "irracional". Cierto
sector de la intelectualidad mundial (insisto en que su quehacer es más
complejo que el simple ser "de derecha o de izquierda",
"progubernamental o de oposición", "etcétera bueno o etcétera
malo") pretende que la violencia se puede ejercer de modo
"racional", administrar de forma selectiva, (hay quien, incluso,
adelanta algo así como la "mercadotecnia de la violencia"), y aplicar
con habilidad "de cirujano" en contra de los males de la sociedad.
Algo así inspiró la pasada etapa armamentista en la Unión Americana: armas
"quirúrgicas", precisas, y operaciones militares como bisturí del
"nuevo orden mundial". Así nacieron las "smart bombs" (que,
según me platicó un reportero que cubrió "Desert Storm", no son tan
"inteligentes" y batallan para distinguir entre un hospital y un
depósito de misiles, en la duda, las "smart bombs" no se abstienen,
destruyen). En fin, el Golfo Pérsico, como decían los compañeros de los pueblos
zapatistas, está más allá de la capital estatal de Chiapas (aunque la situación
de los kurdos tenga semejanzas espeluznantes con los indígenas de un país que
se precia de ser "democrático" y "libre"), así que no
insistamos en "aquella" guerra cuando tenemos la "nuestra".
Bien, la pugna entre violencia "racional" e "irracional"
abre una vía de discusión interesante y, lamentablemente, no es inútil en los
tiempos actuales. Podíamos tomar, por ejemplo, qué se entiende por
"racional". Si se responde que es la "razón del Estado"
(suponiendo que eso existiera y, sobre todo, que se le pudiera reconocer alguna
razón al actual Estado neoliberal), entonces cabe preguntarse si esa
"razón de Estado" se corresponde a la "razón de la
sociedad" (siempre suponiendo que la sociedad de hoy retiene algo de
racionalidad) y, más todavía, si la violencia "racional" del Estado
es "racional" también a la sociedad. Aquí no hay mucho que discurrir
(como no sea ociosamente), la "razón de Estado" en la modernidad no
es otra que "la razón de los mercados financieros". Pero, ¿cómo
administra su "violencia racional" el Estado moderno? Y, ojo a la
historia, ¿cuánto tiempo dura esa "racionalidad"? ¿El tiempo que va
desde una a otra elección o golpe de Estado (según el caso)? ¿Cuántas
violencias de Estado, que fueron aplaudidas como "racionales" en su
tiempo, son ahora "irracionales"?
Lady Margaret
Thatcher, de "grata" memoria para el pueblo británico, se tomó la
molestia de prologar el libro "The Next War", de Caspar Weinberg and
Peter Schweizer. (Regnery Publisihng, Inc. Washington, D.C. 1996). En este
texto, la señora Thatcher, adelanta algunas reflexiones sobre las tres
similitudes entre el mundo de la Guerra Fría y el de la Post Guerra Fría: La
primera de ellas es que el "mundo libre" nunca carecerá de agresores
potenciales. La segunda es la necesidad de una superioridad militar de los
"Estados democráticos" sobre los posibles agresores. La tercera
similitud es que tal superioridad militar debe ser, sobre todo, tecnológica.
Para terminar su prólogo, la llamada "dama de hierro" define la
"racionalidad violenta" de los Estados modernos al señalar: "Una
guerra puede ocurrir de muchas maneras diferentes. Pero la peor usualmente pasa
porque un poder cree que puede alcanzar sus objetivos sin una guerra o al menos
con una guerra limitada que puede ser ganada rápidamente y, en consecuencia,
fallan los cálculos". Para los señores Weinberg y Schweizer los escenarios
de las "Guerras Futuras" son: Corea del Norte y China, Irán, México,
Rusia, y el Japón.
No hay, pues, duda
de quiénes serían los posibles agresores: asiáticos, árabes, latinos y
europeos. ¡Casi la totalidad del mundo es considerado "posible
agresor" de la "democracia" moderna!. Lógico (cuando menos en la
lógica liberal): en la modernidad, el poder (es decir, el poder financiero)
sabe que sólo puede "alcanzar sus objetivos" con una guerra, y no con
una "guerra limitada que puede ser ganada rápidamente", sino con una
guerra total, mundial en todos los sentidos. Y, si le creemos a la nueva
secretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright, cuando dice:
"Uno de los objetivos prioritarios de nuestro gobierno es el de asegurar
que los intereses económicos de los Estados Unidos puedan extenderse a escala
planetaria" ("The Wall Street Journal". 21/I/1997), entonces
debemos entender que todo el mundo (y quiero decir "todo todo") es el
teatro de operaciones de esta guerra. Es de entender, entonces, que si la
disputa por el "monopolio de la violencia" no se da de acuerdo a las
leyes del mercado, sino que es desafiado desde abajo, el poder mundial
"descubra" en ese reto a un "posible agresor". Este es uno
de los desafíos (de los menos estudiados y más "condenados", entre los
muchos que representa) lanzado por los indígenas en armas y en rebeldía del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en contra del neoliberalismo y
por la humanidad.
Aquí el ensayo
completo con los 7 capítulos.
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