Gracias a la Biblioteca Popular de Coronel Dorrego por su reconocimiento en la reciente Feria del Libro local






“El tipo se acercó, dijo que el libro era una porquería... para luego aclararle a las anfitrionas del stand...¡ bah!... especialmente por el autor, porque lo cierto es que no lo leí. Luego despectivamente lo tiró sobre la mesa, y se retiró hacia su stand”.



Los lectores de este espacio estarán enterados del error de carga, de la involuntaria errata, en la que incurrió el gobierno local de Cambiemos y su departamento de Cultura con relación al interés demostrado y expresado a favor de mi participación como escritor de la feria del libro que acaba de finalizar. No está demás recorrer los aspectos salientes de dicho antecedente recordando el artículo en cuestión:





Vaya mi asombro cuando las autoridades de la Biblioteca Popular de Coronel Dorrego, enterados del desaguisado y acaso motivados por una necesidad reivindicatoria, más humana, más militante que amistosa, solicitaron mi permiso para exhibir varios libros de la novela Los Rincones del Anfitrión, ejemplares que poseen en su entidad para lectura de la masa societaria. Más allá de la humillación diseñada por las psicóticas autoridades de turno era imposible negarme ante semejante premio, tal vez excesivo, ya que por un lado se jugaban a favor de mi honor y escasos talentos artísticos, de algún modo desafiando esa perversión bocetada por el ejecutivo municipal y por el otro me invitaban a compartir una mesa con los más notables ejemplares que la Biblioteca posee en su inventario, obras que por su carga histórica y antigüedad son verdaderos alegatos literarios, testimonios incunables de nuestro distrito. De manera que accedí sin protesto con la gratitud que la altruista acción incluía, por fuera de que no soy muy amigo de estos eventos, ya aquí adjunto las razones:





Pero el establishment de Coronel Dorrego acostumbra a reservarnos algún souvenir para que atesoremos y nunca olvidemos que pasamos por sus dominios. Hete aquí que en pleno desarrollo se acercó al stand de la Biblioteca Popular Coronel Dorrego un conocido librero, expositor también, portador de credenciales eruditas dentro del campo de la literatura, a tal punto que figura en la grilla como un columnista temporal y consejero mediático a la hora de recomendar textos en las radios locales. El hombre arribó al stand, con rictus de curiosidad, tomó entre sus manos la novela Los Rincones del Anfitrión cual si fuera un trozo de madera ideal para la pira, al segundo manifestó que el libro era una porquería, aclarando luego, “bah ! especialmente por el autor, porque lo cierto es que no lo leí”. Despectivamente lo tiró sobre la mesa, y se retiró hacia su stand. Parece que la estigmatización conspira en contra de la crítica literaria de quién se propone como un ícono de la asignatura a nivel local. Juro que no le robé novia alguna, la diferencia etaria lo impide, sino lo hubiera hecho con mucho gusto. Y digo estigmatización debido a que el librero no me conoce, amén que indague en mis ensayos sociopolíticos; apenas cruzamos algunas palabras en ocasión de visitar su negocio para adquirirle algunos títulos de interés que vislumbraba en su vidriera. Y esta actitud insolvente desde lo intelectual, me refiero a la estigmatización prejuiciosa, es el primer paso hacia la “delación vecinal”, cuestión que tristemente tengo entendido que se dio casi de manera corriente durante aquellos años dentro de los límites del distrito. Pero dejemos al hombre y sus odios, tal vez como me comentó un buen amigo, “al no tener dibujitos tu novela le resultó compleja de encarar o acaso se ofendió porque optaste por comercializar la edición por otras vías, prescindiendo del negocio como fin exclusivo”...

Además del stand de la Biblioteca Popular de Coronel Dorrego, el librero inquisidor obtuvo uno similar al igual que la Biblioteca Popular José A. Guisasola (aclaro que a pesar de mi historia personal con relación a ella las autoridades de esta entidad estimaron prudente no presentar ningún ejemplar de mi novela en la muestra. La próxima vez que me ofrezcan un cartón para el Bingo prometo aceptar), una librería de Villa Ventana, otro mobiliario a favor de un señor Juan Ignacio Gilligan, propietario del semanario denominado El Mensajero con textos cuya temática centralizaba incisos de autoayuda y dos escritoras bahienses que se llegaron al distrito para firmar sus obras. Tristemente me cuentan que la escasa asistencia de público determinó el rotundo fracaso del intento, menos de 25 personas exploró el recoleto frontispicio municipal durante las horas que duró el evento en sí propio, acaso dando cierta razón a lo expresado en el adjunto sobre la relativa importancia que tienen esta clase de programas si no media la posibilidad de comercializar novedades o en su defectos contar con charlas y conferencias de interés. Tal vez, mientras se desarrollaba el proyecto, muchas personas que deseaban asistir a él se estaban preparando para el suceso principal que se daría más a la noche y que tendría como protagonista a la poetiza local Laura Forchetti, y el lanzamiento de su libro Mil Horas, obra galardonada en primer lugar rubro poesía, el año pasado, por el Fondo Nacional de las Artes.

Y regreso al principio. Mi profundo agradecimiento a los amigos de la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular Coronel Dorrego, por haberme demostrado una vez más su sincero y altruista interés por los modestos caprichos literarios que desarrollo desde hace más de 30 años. Ya lo habían exhibido cuando la presentación de la obra promoviendo un evento que vaya paradoja contó con una interesante e inesperada cantidad de asistentes y más si tenemos en cuenta lo que el establishment y la intelligentzia local le tienen reservado a uno. Vale decir, lo importante, ergo la obra, estuvo en la muestra gracias a nuestra ya nonagenaria institución y tanto molestó su presencia que uno de esos históricos correveidiles, siempre  dispuestos a inmolar su sagacidad, se acercó al Rincón en donde el Anfitrión lo esperaba con humildad, simplemente para derramar su pus.







Comentarios

  1. Ya le dije Sala, hay mucha gente que mas allá de los 140 caracteres se bloquea...

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  2. Veo Sala que lo de la delación no se le ocurrió por azar. Es un rumor que corre en las calles de Dorrego que ese se dedicaba a marcar gente

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  3. admirador de Massot

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  4. librero , portador de credenciales eruditas, comentatore,en fin ... estar cerca de un libro y no curiosearlo , echarle un vistazo,sentir el olor de las paginas lo descalifica automaticamente, a su vez me pregunto si habra escrito algo. Es tu libro el que esta en la foto compartiendo el lienzo con grandes autores y eso es lo que le da bronca,sin embargo tendra su minuto de gloria cuando se presente y sea exitoso en el casting para el papel de Saglieri cuando el musical Amadeus llegue al pueblo(esa sera su venganza)

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