Liliana, del colectivo Historias desobedientes y con Faltas de Ortografía
No se puede construir
una sociedad con un sujeto callado por Juliana Corbelli para Tiempoar
El Poder no sólo reprime; también
produce reacciones. Esta era impensable, pero llegó. (Sandra Russo)
"Somos las
ovejas negras de la familia", define Liliana, hija de Paulino Furió, jefe
de Inteligencia del Ejército en Mendoza durante la última dictadura
cívico-militar y actualmente recluido en su casa de Palermo, cumpliendo prisión
perpetua por delitos de lesa humanidad. "Mi padre era de Inteligencia. Una
contradicción total. Yo fui la única que lo enfrentó", cuenta, mientras
alza una bandera entre miles de mujeres que marchan como en todo el país
exigiendo Ni una menos. La bandera que identifica a su grupo llama la atención
a quienes los rodean: "Hijas e hijos de genocidas, por la Memoria, la
Verdad y la Justicia".
Liliana es documentalista, feminista
lesbiana y trabajadora de la danza tanguera con una práctica de inclusión que
llamó "el abrazo verdadero". Apasionada por el registro y activista
incansable, desde hace años circula por colectivos autogestionados contando su
historia y marchando por los Derechos Humanos. Durante mucho tiempo se sintió
sola, estigmatizada. En ocasiones, se encontraba con otra hija en su misma
situación o hablaba con especialistas de Derecho Penal o terapeutas, pero jamás
había vivido lo que experimenta desde hace menos de 15 días. "Estamos
desbordados con todo lo magnífico que está pasando. Este momento es distinto.
Siento que formo parte de un grupo", confiesa con emoción al describir a
la agrupación Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía, que camina a
cielo abierto contra todos los tipos de violencia hacia la mujer, por primera
vez de modo visible y colectivo.
Los miembros de Desobedientes piensan
distinto a los integrantes de su familia, lo que les implicó "sanciones
del clan" que resultaron en algunos casos en expulsión. Quienes forman
parte del grupo hasta el momento son seis hijos biológicos de genocidas, en un
caso confirmado por pruebas de ADN. Sus padres intervinieron en el plan
sistemático de represión de la última dictadura en distintas ciudades y con
diferentes rangos. La mayoría fueron juzgados y cumplen prisión domiciliaria;
otros están procesados aún sin juicio o han fallecido. Estos hijos e hijas
tienen entre 38 y 58 años; tienen a su vez hijos e hijas de quienes reciben
apoyo y hasta quieren integrarse a su nuevo espacio.
Hasta ayer habían marchado de un modo
silencioso como "actores sociales ausentes", como resalta un
integrante que pide no ser identificado. Y que admite: "Nuestra humilde
intención como grupo que se está conociendo es reconocer el trabajo y la lucha
de los organismos de Derechos Humanos, Madres de Plaza de Mayo, Abuelas e
H.I.J.O.S., con quienes compartimos la misma bandera, y lo hacen desde hace 40
años.”
Historia Desobedientes participó de la marcha
convocada por el colectivo Ni Una Menos desde Congreso a Plaza de Mayo para
romper esa realidad, esa "demorada identidad" con su acto de
presencia y poniendo nombre y cuerpo. "Además del dolor, compartimos los
ideales", añade el hijo que prefiere el anonimato, porque son artistas,
profesionales de la cultura, la comunicación y la Justicia. Cuando se reúnen lo
hacen en una casa, extendiéndose los encuentros hasta tarde. Y advierten que
les queda mucho para hablar y hacer, por lo que están pensando en formar una
ONG.
Erika Lederer –hija de Ricardo, segundo jefe de la maternidad clandestina que funcionó en el Hospital Militar de Campo de Mayo durante la dictadura– confirma que este 3J fue un buen punto de inicio, porque pudieron conocer otras caras e historias en el espacio público. Para ella es una necesidad en la que acuerdan todos los que entienden las historias particulares como herida social, "porque las mujeres de los genocidas son hijas sanas del patriarcado y la violencia de Estado se trasladó a otros lugares como el matrimonio".
El grupo se difunde por Facebook en una
página que fue abierta por Analía Kalinec, quien representa una de las primeras
voces publicadas en la prensa como hija del "Doctor K", subcomisario
de la Policía Federal condenado a prisión perpetua por su intervención en los
centros clandestinos de detención, torturas y exterminio El Atlético, El Banco
y Olimpo.
Antes que ella ya había hablado Rita
Vagliati, que también se sumó al grupo a través de un amigo documentalista.
Ella tomó, en homenaje a su madre, su apellido por vía judicial, y fue la suya
la primera historia contada de modo aislada allá por 2005, con apoyo de su
terapeuta. Rita es hija de Valentín Milton Pretti, integrante de la Bonaerense
durante el último gobierno de facto y denunciado por torturas en los centros
clandestinos El Pozo de Banfield, El Pozo de Quilmes y Puerto Vasco.
Una nueva voz
"Los hijos de genocidas que no
avalamos jamás sus delitos, juntémonos para hilvanar la historia, para producir
datos y para gritar más fuerte que nunca. Me ofrezco a gestarlo y darle
forma", posteó Erika en su muro de Facebook el 12 de mayo pasado. En pocas
horas llegó el primer llamado y al día siguiente se gestó la reunión con
Liliana y Analía. Crearon la página Historias Desobedientes y en cinco días ya
habían recibido centenares de mensajes privados y públicos, llamados de
reconocimiento directos o indirectos de organismos y, "lo más preocupante
y doloroso", admiten, las historias "muy densas de otras hijas y unos
pocos varones" que se disponen a canalizar de un modo orgánico y
organizado, repartiéndose tareas para alcanzar distintos territorios de gestión.
También han recibido frases de odio e
incluso una amenaza que fue publicada en la Web del Seprin, un sitio asociado a
los servicios de inteligencia. Allí, en los comentarios de una nota con el
testimonio de Erika alguien pide "que emitan un padrón de los rejuntados,
así tendremos una lista negra, aportada por ellos mismos… y a no chillar cuando
cambien de verdad los tiempos".
A la oscuridad heredada, este grupo le
responde con sus colores ocres y azulados como lo muestra su foto de perfil en
la red social y la bandera que estrenaron ayer en la movilización contra la
violencia machista. Pero también se distinguen por sus voces disidentes de la
agrupación "Hijos de los setenta", que nació después de la
publicación del libro homónimo, fomentando reuniones de hijos e hijas de
genocidas y de desaparecidos en función de la pacificación y la espiritualidad.
En los últimos días, Historias
Desobedientes concedió pocas entrevistas y rechazó notas gestionadas por
multimedios como La Nación o el brasileño O Globo. También de programas de
televisión como Animales Sueltos, porque "hay que saber equilibrar y
elegir los medios", dice Erika, asumiendo por un instante la voz de todos.
Su historia, además, lleva otro hito de
fundación. Después del fallo de la Corte del 2x1 que convocó a medio millón de
personas con pañuelos blancos a decir "Nunca más, ni un genocida
suelto", la voz de Mariana, hija de Miguel Etchecolatz, fue clave para
quebrar el mandato de silencio. "Estamos saliendo a la luz porque somos actores
que estábamos ausentes o en silencio. No se puede reconstruir una sociedad con
un sujeto callado. Eso es lo que estamos rompiendo", afirman
colectivamente, como decidieron asumir este nuevo momento.
Criminal de lesa humanidad,
violento
El Tribunal Oral en lo Criminal y
Correccional Nº24 condenó a un año y seis meses de prisión por violencia de
género a Ramón Ojeda Fuentes, un represor que ya había sido condenado en
diciembre de 2013 en Tucumán a 20 años de cárcel por crímenes de lesa
humanidad. Curiosamente, el represor fue dejado en libertad porque aguarda que
su sentencia quede firme y solo debe respetar una prohibición de acercamiento y
contacto con la víctima.
"Me quitó las ganas de ser mujer, las
ganas de vivir", había dicho la pareja de Ojeda Fuentes, quien lo denunció
tras la golpiza que recibió el 28 de julio de 2016. Ella había conocido al
represor a fines de 2015 y rápidamente habían empezado a convivir. En los
últimos meses, Ojeda Fuentes salía del departamento que compartían y la dejaba
encerrada, le decía que no utilizara la luz ni prendiera la televisión. La
agredida declaró que el represor la amenazaba diciéndole: "Yo soy de
arriba, te voy a matar a vos y a toda tu familia, tus nietos pueden
desaparecer."
¿Se puede heredar la culpa?
Hace 30 años, la revista alemana Der
Spiegel publicó por primera vez una serie de testimonios de hijos de familias
nazis de Alemania y Austria, lo que provocó un fuerte impacto. Más tarde, un
libro llamado Nacidos culpables, escrito por el periodista austríaco Peter
Sichrovsky, recopiló los testimonios de 15 mujeres y hombres, que tenían entre
26 y 43 años, hijos de ex jerarcas nazis. Comenzado el siglo XXI, la compañía
teatral valenciana Moma Teatre representó un "documental escénico"
basado en ese libro. La pregunta central era: ¿se puede heredar la culpa? Esos
descendientes se movían entre dos esferas irreconciliables: un "entorno
democrático" en el ámbito público, "una estructura familiar
autoritaria" en el privado.
Fuentes: Tiempoar
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