Según un estudio estadístico realizado a escala mundial por la Agencia Edelman estaríamos viviendo una época prerrevolucionaria... Trazando paralelismos históricos andaríamos transitando el año 1787..
Macroencuesta a escala
mundial: la mayoría dice que el sistema no funciona. Espectacular aumento de la
desconfianza en los gobiernos, los medios de comunicación, las elites y las
ONGs
Por Florian
Rötzer, columnista habitual
de la revista alemana de izquierda Telepolis, para Revista Sin Permiso
De acuerdo con una
encuesta realizada a escala planetaria, que también ofrece pistas sobre las
razones del triunfo electoral de Trump, diríase que vivimos en una época
prerrevolucionaria.
Diríase que basta
con señalar a otros con el dedo para sacar ventajas decisivas. Donald Trump parece
haber ganado también porque ha conseguido sembrar desconfianza; desconfianza en
el Congreso, en los demás políticos, en la elite, en los medios, en los
expertos, en el extranjero y en los extranjeros y en muchas otras cosas. A los
ojos de muchos electores parece corporeizar la verdad, la transparencia y la
honorabilidad, lo que, a fin de cuentas, le granjea su confianza, aun cuando él
mismo mantiene en la opacidad sus negocios, incorpora a la parentela a la Casa
Blanca y no pocas veces ha divulgado mentiras y medias verdades.
Partes del
electorado no sólo parecen aplaudir su rechazo y desprecio de las autoridades
establecidas cuando hay cosas criticables y precisadas de cambio: se orientan
extrañamente no hacia políticos y medios de comunicación que proceden con
rectitud y tratan de ofrecer una imagen bien perfilada y diferenciada, sino que
se entregan sin más a pintores políticos, ideológicos y mediáticos de brocha
gorda, como Trump o Breitbart.com. Algo parecido puede observarse en Alemania
con los seguidores de la AfD (Alternativa para Alemania, por sus siglas en
alemán).
Acaba de aparecer un informe de la agencia de relaciones públicas y
comunicación Edelman. En él se registra que la confianza se halla en crisis en
todo el mundo. Desde 2012 viene ofreciendo anualmente esta empresa un
“Barómetro de confianza” y ahora constata que la confianza en las cuatro
instituciones socialmente importantes –economía privada, gobierno, ONGs y
medios de comunicación— se ha desplomado profundamente. Las personas han dejado
de creer cada vez más que el sistema trabaja para ellas. Y no les falta razón.
Las preocupaciones suscitadas por la globalización, la velocidad de la
innovación y la destrucción de los valores sociales se estaría transformando en
miedo y, a su través, alimentando movimientos populistas cada vez más fuertes
en las democracias occidentales.
Ni que decir tiene
que esta empresa, ella misma un actor de alcance global, no ve en la
desaparición de la confianza en el sistema motivos para una revuelta o para
transformaciones positivas, sino que se sirve de la información extraída de las
encuestas realizadas en 28 países para invitar a tomar medidas que permitan a
las instituciones recuperar la confianza perdida. Se observa que en 5 de las 10
grandes potencias económicas (EEUU, Gran Bretaña, Brasil, Corea del Sur e
Italia) el gobierno se halla en aprietos o se ha operado ya un cambio en el
poder. Se daría un profundo desencanto con las izquierdas y las derechas políticas
allí donde la globalización, la desregulación, la innovación y las
instituciones trasnacionales más rechazo suscitan.
Sólo el 15% de la
población, en el conjunto de los 28 países escrutados, diría todavía que el
presente sistema sigue funcionando. Para el 53%, eso ha dejado de ser así. El
32% no está seguro. Más de dos tercios de los encuestados en Francia, España,
Italia, México y Sudáfrica coinciden en la afirmación de que el sistema ha
dejado de funcionar. No muy lejos de eso se hallan los alemanes, con un 62%; y
un 57% de estadounidenses opina eso mismo. En Rusia, un 48%; en China, un
23%; y en los Emiratos Árabes Unidos, sólo un 19%, lo que naturalmente tiene
que ver también con la relación con las autoridades. Casi la mitad de las personas
con instrucción universitaria en el cuarto superior del nivel de ingresos ha
dejado de confiar en el sistema. Y tres cuartos de todos los entrevistados
dicen que el sistema favorece a los ricos y a los poderosos.
A juzgar por las
apariencias, diríase que tienen que producirse transformaciones revolucionarias
del tipo de las que ha empezado a introducir Donald Trump denunciando los
tratados de libre comercio. Habrá que esperar, de todos modos, para saber si
estará a la altura de los niveles de descontento y desconfianza manifestados
por sus electores. Acaba de llegar al gobierno, y podría malbaratar rápidamente
el valor añadido concedido al intruso. Lo cierto es que más del 70% de los
encuestados se manifiestan a favor de más proteccionismo estatal. Casi el 50%
dan por supuesto que los tratados de libre comercio son una amenaza para los
puestos de trabajo. El 60% tiene miedo de perder su puesto de trabajo a causa
de su deficiente calificación. Un número parecido teme a la concurrencia
extranjera; el 58%, a los inmigrantes; el 55%, a la deslocalización en países
más baratos; y el 54%, a la automatización.
El "Make
America Great Again" de Trump no sólo halla oídos despiertos en
Norteamérica. El 69% de todos los encuestados dice que los intereses del propio
país deberían ponerse por encima de los otros. Y el 72% exige que el gobierno
proteja los puestos de trabajo de la economía nacional, incluso al precio de
ralentizar el crecimiento económico.
La confianza en los
ejecutivos empresariales y en los gobiernos ha caído espectacularmente. Sólo
para el 37% resultan creíbles los jefes de las empresas privadas. De los
gobernantes –elegidos por ellos mismos en las democracias— sólo dicen eso mismo
el 29%. El nivel más bajo de confianza es el depositado en los políticos. La imagen
de las elites está por los suelos. Los académicos o los expertos no gozan, para
el 60%, de más confianza “que una persona como tú o como yo”: la confianza en
ellos también se ha desplomado. Los políticos y los dirigentes empresariales
están muy por debajo. No sólo en los países industrializados, también en los
países en vías de desarrollo los gobiernos son considerados “incompetentes,
corruptos y banderizos”.
Casi dos tercios de
los encuestados confían en las informaciones filtradas más que en los comunicados
de prensa, cosa que, como observa Edelman, habla menos de la cámara de
resonancia que del escepticismo realista frente a las autopresentaciones
habitualmente maquilladas. Para más de la mitad, las personas individuales son
mas confiables que las instituciones. Y –para muestra, Trump— los oradores
espontáneos, abiertos y chocarreros, gozan de más credibilidad que los
reservados y diplomáticos.
Igualmente bajo han
caído los medios de comunicación en el último año. Los medios se ven
politizados; a causa de sus cuitas económicas, ya no informan como es debido y
van a la zaga de los medios sociales. Comparando con el informe de 2016, los
medios de comunicación son los que más credibilidad han perdido: caen 5 puntos,
de 48 a 43; los gobiernos y las empresas sólo pierden un punto, y las ONGs, dos
puntos. Sólo en China, Singapur, Holanda, India e Indonesia encuentra una magra
mayoría creíbles a los medios. El 59% de los encuestados confiaría antes en un
algoritmo buscador que en un redactor periodístico. En suma: se ha generado un
mundo en el que las personas viven en burbujas autorreferenciales. En Alemania,
un 42% confía en los medios, dos puntos menos que en el informe de 2016. En los
EEUU declara eso todavía el 47%, mientras que menos de un tercio lo manifiesta
en Turquía, en Irlanda, en Polonia, en Rusia, en Australia, en Japón y en Gran
Bretaña, una polícroma amalgama de países.
El informe apunta a
que, a pesar de retroceder también, la economía privada despierta más confianza
que los gobiernos, los medios de comunicación y las ONGs, aun no siendo claro
qué entienden exactamente por estas últimas. Hay diferencias muy contrastadas
entre Corea del Sur, Hongkong, Rusia y Polonia, en el extremo más bajo, y
China, México, India e Indonesia, en el extremo más alto de esperanza en un
aumento venidero del bienestar. En Alemania, la confianza en la economía
privada es, con un 43%, relativamente baja, pero podría haber crecido un punto.
Menos sorprendente resulta que los empresarios resulten para el informe de esta
empresa poco menos anclas salvadoras en el diluvio de una desconfianza que
amenaza con llevarse todo por delante.
La victoria
electoral de Trump podría explicar también, junto con la desconfianza en la
elite, el que las empresas estén bien vistas en los EEUU por el 58%: pueden
haber ganado 7 puntos en el último año. De confianza disfruta tal vez el
empresario Trump, que ahora, sin embargo, se ha hecho político. Tal vez por eso
confían más en él cuando se presenta resuelto y dispuesto a la acción y pronto
a menospreciar y dejar de lado a las instituciones. Es como si Trump se hubiera
servido de los resultados de esta encuesta en su campaña electoral y, sobre
todo, en su discurso de toma de posesión.
Fuente: Revista Sin Permiso
Sólo el 15% de la población, en el conjunto de los 28 países escrutados, diría todavía que el presente sistema sigue funcionando. Para el 53%, eso ha dejado de ser así. El 32% no está seguro.
ResponderEliminarEs como si Trump se hubiera servido de los resultados de esta encuesta en su campaña electoral y, sobre todo, en su discurso de toma de posesión.
UN SISTEMA BASADO EN RELACIONES COMERCIALES VENTAJERAS, QUE TERMINA DEPRIMIENDO LA ECONOMÍA.
PRODUCIR ES PRODUCIR DINERO Y NO MERCADERÍAS.
EL DINERO ESTA EN MANOS DE POCOS Y LA GENTE SE OPONDRÁ A QUE ESOS POCOS SE QUEDEN CON TODO EN LA ECONOMÍA QUE DEPRIMIERON.
LA GENTE DE PUEBLO SE SIENTE COMO ANIMAL LIBRE, AL QUE LE CORTAN LAS VÍAS DE ESCAPE, POR MAS HERBÍVORO ,TIENE QUE INTENTAR ESCAPAR Y VA HA EMBESTIR.