Hace minutos me
acabo de pegar un cagazo padre. Estando en pleno trabajo de jardinería, tal
cual el Farmer que Andrés Rivera describiera en su excepcional novela, cierta
voz conocida irrumpió mis tareas para mi sorpresa y estupor...
Cómo le va don
Sala, me dijo el tipo....
Quedé atónito, no
podía comprender lo que estaba viviendo. No tenía testigos en ese momento ya
que el espectro había tomado la precaución de aprovechar la ausencia de Dorita.
Mi balbuceo dio nota del momento.
No se inquiete don
Sala, pasa que usted ni muerto me deja en paz, aseguró.
El hombre, o lo que
es lo mismo, su imagen, estaba embebida de una gracilidad notable y elegancia
que nada tenía que ver con su vida terrenal.
¡Qué pilchas, don
Sala! ¿Cuándo me vio vestido así? No se la pasa tan mal por allá. Ya lo dijo
Twain: para divertirse y por la compañía prefiero el infierno. Mi intención no
fue venir a sacarlo de quicio ni mi función es asustarlo, solo me tomé el
atrevimiento ya que debo comentarle algo que debe saber. Usted es una de las
pocas personas que me tomó seriamente y siempre se preocupó por mi suerte de
manera que mis actuales ventajas deben ser fiel custodio de tamaño acto de
nobleza.
Sigo sin entender,
le respondí.
Me enteré don Sala que lo rajaron del laburo y subí
de inmediato, pasando antes por el cuarto círculo del Dante, ese que habla de
la avaricia y la prodigalidad, luego paré en el primero, estuve en el limbo un
rato, releyendo viejos textos suyos para enterarme y entender lo sucedido. Le
cuento, entre paréntesis, que sus textos son muy apreciados por los distintos
estadios del infierno.
Me alegro que por lo menos alguien les de bola, es
mejor que ser ignorado, aunque más no sea en el campo santo maligno que propone
la fe judeocristiana, interrumpí.
Le cuento don Sala que mi actual estado me permite
entrometerme en distintos lugares para curiosear comportamientos con la
impunidad que otorga mi “no ser físico”. Apenas me enteré de su mala nueva hice
un trabajo de campo antropológico por el Pago Chico para saber como cayó la
novedad. Le cuento que ha hecho feliz a mucha gente, sobre todo dentro del
oficialismo. Nuestros vecinos de Cambiemos, algún concejal entre ellos, sienten
una suerte de redención, justicia divina le dicen, incluso han colocado a
quienes lo despidieron a la altura de justicieros contemporáneos, notables
ciudadanos artífices de la eliminación de un bastardo apátrida intelectualoide K.
Vio como son, les encanta que la gente pierda el trabajo...
Pero a contracara de lo que usted dice, le agregué,
le debo confesar que he recibido la solidaridad de algunos de ellos. ¿De manera
pública o privada? Me preguntó el tipo. Privada, le respondí. Ve, inquirió, eso
es hipocresía, ya que se evitan condenar a un sistema de exclusión, en este
caso con nombre, apellido y razón social, en el que están de acuerdo. Yo no me
fijo en esas cosas mínimas, sentencié, cada uno es como es y las maneja como
puede. Además, amo hacer feliz a la gente...
Sabe qué don Sala, tengo que regresar, pero quiero
decirle que hay gente de donde vengo que lo sigue con mucho interés, que cuando quiera y pueda será
bien recibido... No esperaba otra cosa, le respondí...
Don Sala, tiene algo de cierto el cuento?
ResponderEliminarque me echaron y hay gente muy contenta ... si
EliminarSupuse algo semejante frente al rarísimo mensaje venido del éter grahambelliano.
ResponderEliminarNo te pierdas.
Abrazo solidario y patagónico, compañero !!!
...
Gracias amigo... Tal vez y con un clima de época favorable y sobre la base de mis conocimientos me dedicaré a la especulación, gestionaré fugas de capitales a Panamá y armaré ONG a favor del gobierno, hasta que me pueda jubilar.. Todas actividades lícitas en la actualidad..
EliminarMi solidaridad para con vos, también. Vengo de decir ayer, entre próximos, que no hay que dejar de considerar las incesantes bajas individuales y cualitativas que vienen produciéndose día a día, por goteo, por causa de venganzas y represalias de pago chico o con origen en viejas pendencias (algunas ni siquiera ideológicas, sino triste constatación de envidias despertadas por la capacidad o agudeza ajena). El contexto policíaco-delacional en curso, promueve esta lamentable y malsana fruición punitiva; conductas que ruego no se extiendan, socialmente, algo más lejos que la simple supresión laboral. Reitero toda mi solidaridad, en la seguridad de que tu capacidad te permitirá sortear las intenciones enanas de quienes hoy festejan tu baja pero cuya victoria comprendemos, de antemano, pírrica. Saludos.
ResponderEliminarGracias Claudia por tu cálido mensaje...
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