El discurso internacionalista de las izquierdas dogmáticas: No importa la latitud, ellos afirman que los demás son todos iguales…
La década desperdiciada del
progresismo. Entrevista a Vitor Taveira, comunicador social brasileño,
periodista y máster en estudios latinoamericanos
- ¿Cuáles son los
principales avances y limitaciones del llamado “ciclo progresista” en América
Latina? ¿Se puede decir que este ciclo se ha agotado?
Es complejo dar una respuesta amplía y
generalizable para todos los países. Cada proceso tiene especificidades. Pero,
cabría delinear algunos elementos gruesos. Empecemos anotando que los
“progresismos” en realidad no han sido gobiernos de izquierda, pues no han
afectado las estructuras de producción ni la propiedad de medios de producción,
ni siquiera fomentaron una verdadera reforma agraria. Tampoco han asegurado las
libertades de expresión, de organización y movilización popular, de vida
sexual, y hasta han mantenido una perspectiva utilitarista con la Naturaleza.
Son gobiernos que intentaron impulsar políticas
post-neoliberales, aunque sin llegar a cuestionar en la práctica al
capitalismo. La recuperación del papel del Estado en la economía sirvió
simplemente para la modernización capitalista de sus economías, al tiempo que
se disciplinan sus sociedades para conseguir los avances modernizadores
propuestos. Su preocupación por una mejor atención a las demandas sociales es
inocultable, pero sus resultados no son satisfactorios.
Estas gestiones se apuntalaron en crecientes
ingresos gracias a elevados precios de las materias primas y, en algunos casos,
en una mejor repartición de la renta minera o petrolera a favor de los Estados.
El problema es que, para sostener las políticas sociales, optaron por ampliar
los extractivismos: petrolero, minero, agrario… En definitiva, luego de tantos
años de “progresismo”, no hay señales de transformaciones ni en las estructuras
productivas (a veces nombradas tecnocráticamente como “transformación de la
matriz productiva”) ni en las relaciones sociales de producción. Se mantuvo, e
incluso profundizó, la modalidad de acumulación primario exportadora,
fortaleciendo las lógicas rentistas, las prácticas clientelares y se
consolidaron gobiernos autoritarios, es decir caudillezcos. Estos gobiernos
incluso empiezan a volverse peligrosos por su tendencia, cada vez más marcada,
a irrespetar los propios procesos democráticos que los vieron nacer.
- ¿Considera que ante la
disminución de la renta, sobre todo por la caída de los precios de los
commodities, que sostenían parte importante de las políticas sociales, los
gobiernos progresistas se quedaron sin respuestas contundentes ante la nueva
realidad? ¿Por qué?
Considerando que los “progresismos” no cambiaron
las estructuras productivas, no cuestionaron al capitalismo, y solo plantearon
meras reformas sostenidas con rentas extractivistas, entonces no es de extrañar
que, al caer los precios de los commodities,
ya no tengan recursos para sostener su manejo económico expansivo y
“benefactor”. En realidad, ya hace mucho tiempo estos gobiernos perdieron la
iniciativa de cambio. Sus respuestas innovadoras duraron muy poco. Por ejemplo,
Ecuador avanzó hasta en transformaciones civilizatorias en su proceso
constituyente de los años 2007 y 2008: tenemos la definición de la Naturaleza
como sujeto de derecho o la misma propuesta del Buen Vivir o sumak kawsay, en tanto alternativa al
desarrollo y hasta al propio capitalismo; conceptos que luego, con la práctica
gubernamental, fueron vaciados de su contenido revolucionario y se volvieron
dispositivos a favor del poder hegemónico burgués que se esconde detrás de la
fachada “progresista”.
En realidad estos gobernantes no estaban para
impulsar utopías como las orientadas por el Buen Vivir. Esto explica la
adhesión a un extractivismo exacerbado, sostenido bajo un discurso pseudo
revolucionario que dice necesitar esos recursos para sostener las políticas
sociales, cuando estas políticas deberían financiarse, por ejemplo, con mayores
cargas tributarias y redistributivas sobre los grupos más acomodados.
Así las cosas, el desarrollismo, la eficacia
tecnocrática, la provisión de infraestructura y el incremento del consumo solo
son emulaciones de modelos anclados en viejos patrones de raigambre colonial.
El Estado se recuperó en desmedro del fortalecimiento de la sociedad, inclusive
a través del debilitamiento de los propios movimientos sociales que elevaron al
poder a los gobiernos “progresistas”. Y a la postre podemos decir que estamos
frente a por lo menos una década o más desperdiciada desde una perspectiva
histórica.
- ¿Qué factores internos
y externos contribuyen para este “giro a la derecha” que se observa en diversos
países del subcontinente?
Repito lo dicho. Cada caso concreto merece su
propio estudio. Lo que sí debe quedar claro, incluso para la memoria histórica,
es que el actual “giro a la derecha” empezó de la mano de los propios
“progresismo” con el abandono de sus propuestas iniciales. Es más, la “derecha”
ya vive en las entrañas del “progresismo” de los últimos años. Lo que ahora
sucede es que ese “giro” se vuelve cada vez más explícito con nuevos y viejos
actores. Por eso tenemos que aceptar que el “giro a la derecha” empezó cuando
los “progresismos”, hace tiempo, dejaron de representar a la verdadera
izquierda.
Por tanto, asumir, sin una severa y profunda autocrítica,
que dicho giro es el producto de viejos grupos oligárquicos y sus emporios
mediáticos, del Imperio o la CIA, es casi tautológico: la oposición a procesos
que puedan conllevar cambios en las estructuras de poder, inclusive de mano de
los tibios “progresismos”, es su función. Es más, haber forzado los
exctractivismos, los gobiernos “progresistas” terminaron por consolidar viejas
y nuevas alianzas con las grandes empresas transnacionales y sus recaderos
criollos.
Aquí cabría destacar, por otro lado, los efectos
desmovilizadores que han provocado el clientelismo de las políticas sociales y
el consumismo que alentó el manejo económico expansivo sin transformaciones
estructurales, que han facilitado el establecimiento de una suerte de
conservadurismo en sociedades que aceptan liderazgos autoritarios a cambio de
(pocos) logros sociales y económicos y de la idea de que se marcha hacia la
modernidad a través del desarrollismo...
Como saldo, entonces, tenemos que en gran medida
los “progresismos” son responsables directos de su fracaso, sobre todo
-digámoslo sin rodeos- porque no intentaron enfrentar al capitalismo, sin que
esto signifique que este reto puede ser resuelto en el corto plazo.
De alguna manera también cargan con algo de
responsabilidad aquellos aplaudidores oficiosos de los “progresismos”, sobre
todo europeos, incapaces de formular críticas oportunas cuando empezaron a
presentarse profundas desviaciones de las propuestas originales. Inclusive
callaron ante los reiterados atropellos a los Derechos Humanos y Derechos de la
Naturaleza, argumentando –torpemente, por cierto- que no se debía hacer el
juego a la derecha. Ese respaldo acrítico y su silencio cómplice no puede ser
olvidado.
- ¿Se puede considerar
realmente que hay una "nueva derecha" como algunos dicen? ¿Qué tiene
de nueva?
Con el tiempo sabremos cuáles son aquellos
elementos nuevos, si es que los hay. Lo que nos consta es que la derecha
siempre ha sido muy hábil, y más en la actualidad. Luego de un primer
desconcierto, grupos conservadores y hasta oligárquicos se insertaron en los
“progresismos” o convivieron con ellos, haciendo estupendos negocios. Ese el
caso de Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, para mencionar unos cuantos casos.
Incluso hoy vivimos nuevas formas de imperialismo, como la que se experimenta
de la mano de la expansión china en América Latina, frente a la cual el propio
“progresismo” se ha vuelto cómplice.
Por otro lado, otros grupos de derecha aprendieron
sobre la marcha. Luego del golpe de Estado contra Chávez en 2003 y de haberse
marginado de la institucionalidad electoral creada por los “progresismos”
-sobre todo en Venezuela- estos grupos incursionan dentro de dichas
instituciones inclusive con éxito, al aprovechar las artimañas electorales que
en su momento los propios “progresistas” armaron para enquistarse en el poder.
- ¿Podrá la derecha que
llega al poder hacer los ajustes que plantea y mantener las políticas sociales
y la ampliación democrática de los últimos años como suele prometer? ¿O los
avances de los últimos años están en riesgo?
Antes que nada tengamos claro que, sean los
“progresismos” o la derecha explícita, tarde o temprano todos tendrán que hacer
ajustes en función de los intereses de la acumulación capitalista. Ahora, en el
caso de las derechas explícitas, si estas pretenden instrumentar un manejo
económico abiertamente neoliberal, con enormes impactos sociales, entonces su
estabilidad puede verse seriamente afectada; en este momento se puede analizar
lo que sucede en la Argentina del neoliberal presidente Macri. De todas formas
la situación será aún más compleja en medio de la crisis de los precios de las
materias primas y de la consiguiente disminución de recursos fiscales para
sostener las políticas sociales.
Actualmente dudamos que las sociedades estén mejor
preparadas ahora que antes de los gobiernos “progresistas” para defender
algunos logros sociales conseguidos. Bien sabemos que gracias a la gestión
autoritaria de los “progresismos” los movimientos sociales han sido duramente
golpeados o aún desmantelados. Hasta diera la impresión, en cierta medida, que
en términos políticos el propio “progresismo” implícitamente está dejando la
mesa servida para un nuevo y masivo ajuste neoliberal, en especial al debilitar
aquellas fuerzas que lideraban la lucha popular.
- La corrupción ha sido
un argumento frecuente utilizado por la derecha política y la prensa que afecta
a la opinión pública y desacredita a gobiernos progresistas. ¿Cómo analiza el
tema de la corrupción en estos gobiernos de izquierda?
Aceptémoslo, ya no son gobiernos de izquierda.
Quizá lo fueron en su momento, pero cuando actuaron sin cuestionar las
estructuras capitalistas -orgánicamente corruptas y corruptoras- que
actualmente rigen en nuestras sociedades, terminaron siendo absorbidos por la
podredumbre del juego de intereses del capital. La izquierda en esos gobiernos
murió hace tiempo, y solo queda una careta tras la cual se esconde muchas veces
un nido de ratas.
La gran prensa –alineada con la derecha explícita-
pretende presentar a los “progresismos” como izquierda y lo está logrando,
gracias a la misma indefinición y tibieza de gobiernos que ponen direccionales
a la izquierda, pero curvan a la derecha… Si bien reconocemos que la corrupción
no es un invento de los “progresismos”, lo lamentable es que los gobiernos
“progresistas”, que ganaron las elecciones levantando la bandera de la
anti-corrupción, hayan caído en las redes de la misma.
¿Pero qué podíamos esperar de quienes solo querían
“domar al capital” sin recordar que este esconde fuerzas inmanejables para los
individuos? Por eso parece hasta incomprensible como el gobierno del PT se alió
con aquellos grupos políticos corruptos que ahora impugnan a la presidenta
Rousseff, cuyo partido también está directamente envuelto en el entramado
corrupto del Mensalao y con el turbio manejo del Petrolao.
Debe quedar claro, por lo demás, que si no hay
acciones concretas orientadas a superar el horizonte capitalista necesariamente
se aceptan sus reglas del juego, en donde la corrupción y la impunidad
conforman un dúo inseparable. Para superar al capitalismo la experiencia
histórica nos ha enseñado, hasta la saciedad, que no bastan las buenas
intenciones.
- En el actual momento
político, ¿cómo usted cree que la izquierda pueda actuar para contraponer este
avance de la derecha?
Las izquierdas tienen ante sí una tarea muy
compleja. En muchos casos enfrentan desde hace rato a los caudillos
progresistas sea en las urnas o en las calles, al mismo tiempo que combaten a
las derechas fuera o dentro de los gobiernos progresistas, procurando recuperar
un espacio propio en condiciones muy adversas. A eso sumemos que, gracias
incluso a los grandes medios, la imagen de la izquierda nuevamente se va
deteriorando: la izquierda se muestra como inviable en base a ejemplos de la
vieja Unión Soviética o de la actual Venezuela.
No queda la menor duda, las izquierdas están
abocadas a empezar una vez más aprendiendo de las lecciones de estos años de
“progresismos”, recuperando la visión utópica de futuro que pasa por enfrentar
el capitalismo. Y, así mismo, la izquierda debe replantearse el papel que le da
al liderazgo. ¿Acaso hay una persona capaz de dirigir el proceso revolucionario
con su ilustre intelecto? Por más de izquierda que sea esa persona, la
respuesta debería ser contundente: ningún individuo puede enfrentar al sistema,
por más “iluminado” que se crea... es una tarea que recae en la organización
popular, no pensada desde la cúpula estatal.
Entonces, la tarea es revertir el dominio
capitalista actual y crear un poder desde los intereses de toda la sociedad,
así como repensar el Estado desde lo comunitario, democratizando la democracia.
Esto demanda una democracia directa en todos los ámbitos posible de la
sociedad; la intervención directa de la propia sociedad organizada, sobre todo
desde los ámbitos comunitarios y, todo esto, plantea la necesidad de crear
espacios de autogestión desde los propios territorios. En síntesis, como
proponemos desde Monstecristi Vive, la solución no está en el Estado -mucho
menos en el mercado-, aunque este, sin ser una herramienta de dominación, si
podría contribuir a la construcción de una sociedad no jerarquizada y
autoritaria, siempre que esté controlado desde lo comunitario.
Desde esa perspectiva, el planteamiento de un nuevo
Estado debe incorporar otros elementos clave: el Buen Vivir o sumak kawsay; los
Derechos de la Naturaleza, que incluye su desmercantilización, tanto como la de
los bienes comunes; la descolonización y la despatriarcalización. Desde la
lógica de los derechos colectivos se abre la puerta a ciudadanías colectivas y
comunitarias. Por igual, desde la lógica de los Derechos de la Naturaleza se
necesita otro tipo de ciudadanía, que se construye también en lo ambiental. Ese
nuevo tipo de ciudadanía es plural.
En suma, asegurar la vida de los seres humanos y de
la Naturaleza es el clamor generalizado que demanda una democracia real y
participativa, así como una economía que liquide el abuso del capital
financiero y extractivista. Ese es el primer paso para una transición hacia una
economía comunitaria y sustentable sustentada en la solidaridad, la cooperación
y la reciprocidad, sobre bases de equidad en la distribución del ingreso y de
redistribución de la riqueza. Desde esa perspectiva la atención económica
prioritaria debe centrarse en el ser humano como parte de la Naturaleza; es
decir en la reproducción de la vida antes que en la reproducción del capital.
Esto demanda un gran esfuerzo y mucha creatividad.
Si aceptamos que la igualdad de los ingresos y la riqueza incrementa la
libertad, la igualdad del poder político hace aún mayor esa libertad. A la
inversa, donde no hay libertad, la igualdad carece de sentido. La igualdad está
ligada a la libertad y la justicia. Sin igualdad perecen todas las garantías y
todos los derechos. Y la libertad será siempre la libertad de quien piensa
diferente, como planteaba Rosa Luxemburg.
- Por último, ¿cómo
analiza la situación de Ecuador en este contexto?
Ecuador grafica mucho de lo arriba expuesto. De las
propuestas iniciales del año 2006 a la práctica gubernamental hay un gran
trecho. Inclusive las acciones progresivas de los primeros años están en franco
retroceso. Ejemplos sobran: el gobierno empezó desmontando los esquemas de
flexibilización laboral, hoy los vuelve a introducir; se opuso a firmar un TLC,
hoy está a punto de firmar uno con la Unión Europea; alienta las
privatizaciones, a las que se cerró la puerta en sus primeros años de gestión.
Se llega hasta a niveles realmente perversos. Ha utilizado como pretexto el
terremoto de Pedernales del 16 de abril de este año para financiar los enormes
déficits públicos recurriendo a impuestos indirectos -regresivos- como el IVA y
tributos a cigarrillos, bebidas azucaradas y alcohólicas, y hasta entregando grandes
campos petroleros en explotación -campos maduros- a empresas transnacionales,
lo que el propio Correa en 2005 consideraba una “traición a la patria”; en este
recuento no puede faltar la promoción activa del extractivismo por parte del
correísmo: explotación de petróleo en el centro sur de la Amazonía, la apertura
de la mega minería o el fomento de los agro negocios a través de grandes
plantaciones.
Lo que si debe quedar claro es que, en casi todos
estos países, pero concretamente en Ecuador la pobreza se redujo en tanto hubo
dinero excedentario de las exportaciones petroleras, mientras los sectores
empresariales más grandes sacaban la gran tajada de una economía en expansión.
Tan es así, que en un documento interno del gobierno ecuatoriano se reconoció que, “en síntesis, nunca antes los grupos
económicos poderosos estuvieron mejor, nunca antes los más excluidos de la
Patria estuvieron menos peor.”
Por tanto, si en Ecuador se establece la derecha
explícita, sobre todo la derecha del siglo XX -la derecha del siglo XXI en
realidad ya la lidera el propio Correa, pero manteniendo la imagen y el
discurso de izquierda- en el ámbito económico ya es bastante lo que se ha
avanzado desde la perspectiva del librecambio con esta suerte de neoliberalismo
transgénico: el Estado fortalecido ha servido para cristalizar muchos de los
objetivos neoliberales, que no se avanzaron antes gracias a la resistencia
popular. Es más, en tanto que dichos sectores -sobre todo movimientos sociales-
han sido debilitados por el progresismo caudillista, no habrá actores con la
fortaleza de antaño para enfrentar una derecha que se avizora incluso
revanchista. Es más, un gobierno de la derecha tradicional, que podría incluso
haber aprendido a no ser tan dogmática, dispone de todo un instrumental
jurídico represivo desarrollado por el correísmo, con el que se ha reprimido y
criminalizado la protesta popular.
Ahí está pues la gran tarea de las izquierdas:
reaccionar frente a esta embestida de las múltiples “derechas” que hoy viven en
nuestra región y, de esa lucha, atreverse por fin a cuestionar a la propia
civilización del capital, civilización que no debe ser “domada”, sino superada
en base a un proceso de transiciones múltiples que exige mucha responsabilidad
y siempre más democracia.
Fuente
Revista Sin Permiso
le dejo un par de acotaciones Gustavo
ResponderEliminar"Juan Juarbes, un valiente luchador del nacionalismo de Puerto Rico, me dijo una vez:
Pues, mire UD, estas izquierdas sudamericanas, cada vez que se les reclama por nuestra causa tienen un motivo para postergarla. Que la Guerria Civil Española, quel nazismo despues, quel totalitarismo ruso. Y como Puerto Rico es el "culo" del mundo, pues nunca hay ocasion para nosotros. Siempre hay algo mas importante y urgente"
"33- Sume esa mentalidad a la disciplina de un partido extranjero y usted obtendra esto: "que perezcan por ultimo estos veinte pueblecitos(se refiere a los latinoamericanos) con tal que se salve la Revolucion Rusa" "A un comunista no le interesa sino la campaña de la II Internacional aunque para sostenerla se sacrifiquen quince paises..." (Victorio Codovilla, frente a los planteos nacionales latinoamericanos en el Congreso Anti Imperialista de Bruselas 1927.
Por tanto, asumir, sin una severa y profunda autocrítica, que dicho giro es el producto de viejos grupos oligárquicos y sus emporios mediáticos, del Imperio o la CIA, es casi tautológico.No ver una maniobra descomunal a nivel continental para desestabilizar y desacreditar estos debiles progresismos con sus "endebles" logros es pelotudo
ResponderEliminarVitor Taveiro piensa que p ej en el caso de Argentina se hubiera logrado ganar las elecciones introduciendo transformaciones más hacia la izquierda
ResponderEliminarCree que ese 2% que faltaba para ganar se encuentra a la izquierda del Kischnerismo y estaba dispuesto a marchar con las banderas de la reforma agraria y de los cambios de las estructuras proponiendo más estatizaciones. Asume que el pueblo detesta el capitalismo y el consumismo, me pregunto si alguna vez salió de vacaciones, se fue a una playa, comió en un restaurant, se compró ropa , ( si lo hizo no vio gente alrededor?), esto es lo que la gente quiere y no cortar caña o cosechar papas con las manos (no es que esto tenga algo de malo).
Autocritica para analizar medidas concretas , actitudes y formalidades que hubieran podido ayudar a convencer a unos cientos de miles de votantes y suavizar el efecto de la feroz campaña en contra sí; inocentísimo revolucionario de café….. no creo