para Miradas al Sur
El anuncio de la Presidenta el pasado lunes del
pago del Boden 2015 despertó sorprendentes reacciones del arco opositor de
derecha (lo que en la Argentina actual significa prácticamente la totalidad de
las alternativas opositoras). El latiguillo utilizado fue que en un país normal
no se festeja el pago de deuda. Irónicamente (o cínicamente) así lo expresaron
algunos de los que fueron responsables y cómplices del fenomenal proceso de
endeudamiento externo llevado a cabo durante la última dictadura militar y la
década del 90 hasta la explosión del 2001/2002. Mauricio Macri y su economista
y presidente del Banco Ciudad Federico Sturzenegger y también el macrista
Alfonso Prat Gay se refirieron al anuncio de la Presidenta y a señalar cómo
debiera ser un país normal.
El pago del Boden 2015 se inscribe en el
inédito proceso de desendeudamiento iniciado en el año 2003, aunque los
opinólogos y analistas económicos pretendan establecer bajo estrafalarias
ecuaciones que el nivel de deuda actual es superior al del año 2001. En la
historia argentina, que un gobierno cancele deuda, y en dólares, sin
pesificarla, ni renegociarla, ni dejársela de regalo al gobierno siguiente, a
dos meses de dejar el poder, es lo que sí hace un país normal, y eso no sucedió
jamás en la Argentina gobernada durante al menos los 30 años anteriores al
2003. Sin embargo, sueltitos de cuerpo olvidan que fueron ellos, y los
gobiernos de los que formaron parte o apoyaron explícitamente, los que
endeudaron y estrellaron al país en el 2001. Esa deuda emitida, bajo el
pagadiós neoliberal, la tuvo que pagar este pueblo. El último tramo del país
normal fue el de Domingo Cavallo y Federico Sturzenegger sellando la estafa del
Blindaje y el Megacanje por 50.000 millones de dólares, dejando una bomba de
tiempo que no tardaría sino pocos meses en hacer estallar al país.
El pago del Boden 2015 fue otro paso en el
proceso de desendeudamiento, luego del pago del Boden 2012 con el objetivo de
“compensar” a los bancos que habían fugado del país los dólares que se
encontraban dentro del sistema financiero. “Compensar” es el eufemismo que
utilizan los pregoneros del país normal ocultando que quien pagó la fuga de los
bancos fue, una vez más, el pueblo argentino.
El país normal que tanto añoran, y que comparan
con el de la anormalidad actual, es el de volver a los mercados de capitales y
tomar deuda a tasas bajas, aunque a lo largo de las andanzas neoliberales las
tasas bajas terminaran siendo mucho más altas en términos de las posteriores
consecuencias. La toma de deuda de manera sistemática, la devoción por recurrir
a los mercados, y la estrategia de no pagarla sino de incrementarla
sistemáticamente representa el fenomenal mecanismo de transferencia de ingresos
que experimentó el país con las trágicas consecuencias de décadas pasadas. Ese
es el país normal de la derecha argentina, el de redireccionar la transferencia
de ingresos a partir de endeudamiento para los sectores de privilegio.
El parámetro de normalidad que utilizan
habitualmente, es el que los tuvo de protagonistas cuando alcanzaron
responsabilidades como funcionarios, dirigentes políticos, del sistema
financiero, y empresarial local. En la Argentina anterior al 2003 el país
normal era parte del mundo, ponderado por “los mercados” a la vez el que no
honraba ninguno de sus compromisos, como suelen denominar a la toma de deuda.
Se sirvieron del endeudamiento como mecanismo de demolición de la estructura
productiva, económica y social. Ese era el país normal, donde las deudas no se
pagan sino que se renegocian eternamente hasta llevarla a niveles insostenibles
para disponer de la indispensable contracara: que los acreedores impongan sus
condicionamientos y ajustes. Las imposiciones de los acreedores son el
subterfugio de la derecha local para imponer sus propias políticas y planes
económicos.
A ninguno de los que reclaman un país normal
nunca se los escuchó explicar por qué estalló el país en el año 2001, qué
sucedió, qué políticas económicas, fiscales y tributarias se aplicaron, por qué
aquél Banco Central independiente se quedó sin reservas, por qué hubo Lecops y
Patacones y un nivel de deuda que hacía al país inviable. Para todos ellos, el
fracaso neoliberal no se produjo. No existió. Cuando el gobierno nacional se
remonta al año 2003 para demostrar de dónde se viene y lo que se logró en estos
doce años y medio desde que asumió la presidencia Néstor Kirchner, sin
vergüenza responden que el año 2003 no es parámetro de comparación porque
cualquier dato contra los de esos años no es válido, y que por lo tanto toda
referencia es nula porque el país estaba en llamas, pero no se hacen cargo de
quién le prendió fuego.
Aquél país normal y
para unos pocos no vuelve más. Lo saben.
Claro y contundente.
ResponderEliminarUn abrazo,
Esther