Una cosa es debatir políticas dentro
del espacio, fortalecer visceralmente nuestras visiones, analizar las diversas
formas que existen para resolver dilemas, intentar pensar los caminos a
escoger, no sólo para profundizar el modelo sino además para que esa
profundización no se observe distante en el tiempo, y otra muy distinta es
tirarnos con munición menor ingresando por los sinuosos senderos apolíticos que
la oposición mediática nos propone a diario.
Los medios dominantes, por medio de
sus autoponderadas plumas, han tratado permanentemente de encontrar fisuras
utilitarias dentro del Kirchnerismo estilando las más variadas estrategias:
Apología de figuras del proyecto mostrándolas en franca oposición a la Casa de
Gobierno, construcción de conflictos personales entre funcionarios mediante
versiones antojadizas, recrear viejos y aclarados desencuentros, y sobre todo
instalar divisorias de aguas mediante la calumnia y la injuria.
Hace
un par de años, dentro del propio oficialismo y a propuesta de las
corporaciones, se dieron ciertos cortocircuitos sobre temas llamativamente
menores. Desde este espacio no creemos que El Papa constituya un tema de debate
político trascendente de cara a nuestras problemáticas cotidianas, al igual que
si Horacio Verbitsky logró tener algún salvoconducto en el pasado para no ser
asesinado. Lo cierto es que la oposición mediática aprovecha de estos
cortocircuitos y como diría un viejo amigo: nosotros les damos el gusto
ingresando a esa pieza en cuyo frente reza un cartel francés que indica: “Sólo
para boludos”.
Ya
lo mencionó el Cid de Magnetto en su momento: “Voy a hacer todo lo posible para
que esta gente deje el poder”, tardíamente aclaró que con votos; partiendo del
interlocutor sabemos que los métodos fueron, son y serán de toda clase y tenor
para lograr dicho objetivo. Esto incluye mentiras, calumnias, falacias,
operaciones, trampas dialécticas, falsas denuncias, de modo que flaco favor le
estaríamos haciendo al proyecto Nacional sin en lugar de colocar todas nuestras
fuerzas en la política concreta y real nos enroscamos en las artificios de los
perversos. Nada podemos hacer con aquella porción de la sociedad que nos odia,
y más cuando ese colectivo utiliza dichas artimañas como pretexto de su odio.
Octubre
del 2011 demostró que los medios dominantes nada pueden hacer en contra de un
gobierno que atiende a las necesidades de las mayorías populares. Ocurre en
Ecuador, Venezuela, Bolivia, Uruguay. Cuestión que dichos medios aún no han
sabido leer y se me ocurre que nosotros tampoco hemos sabido leer. Ambas
disyuntivas me llaman poderosamente la atención. Lo de ellos me tiene sin
cuidado, acaso no tengan otra opción, hasta el momento la voluntad popular les
fue esquiva, me preocupa lo nuestro. Si tanto nosotros como nuestros cuadros
políticos gobernantes estamos seguros del camino y sabemos que poco a poco
existen más y más ciudadanos integrados a la Patria no existe ninguna necesidad
de incluirnos en las falacias. Quizás el problema radica en esa seguridad.
Más
que nunca debemos elevar el debate político, ponernos por encima de la
miserabilidad mediática. Más que nunca debemos expresar las bondades del modelo
en franco antagonismo con las propuestas que desean retornar a las recetas
neoliberales. Desde hace diez años nos estamos defendiendo por pecados
inventados, operados, pues contraataquemos con política, con argumentos. Cada
vez que Cristina nos habla debatamos lo trascendente, dejemos de lado la
chicana – método dialéctico de defensa que nuestra Presidenta utiliza a la
perfección -. Pongamos sobre la mesa de discusión qué significa recortar el
gasto público, a cuál porción de la sociedad le impacta directamente dicho
recorte, qué diferencia existe entre una administración pública responsable y
el “gestionalismo”, cuáles son las razones (causas) fundamentales del conflicto
social (efectos). Detenerse en el “quien es quien” es el juego preferido de las
corporaciones mediáticas y sus gestores, entretenimiento al cual se prende la
oposición política por ausencia de argumentos y una historia reciente que nos
los acompaña demasiado.
Muy de acuerdo...
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