“No es al amor a quien hay que pintar ciego. Es el odio el que no ve ni
comprende. Las ideas se aman, y sólo se odian las personas. El odio es mezquino
como su objeto. Toda la ilusión del que odia consiste en herir la miserable
envoltura ya condenada por leyes fatales a desvanecerse. ¿Cuál será tu triunfo,
odio que caminas con los ojos bajos, buscando un arma que se clave, un alfiler
que pinche, un pedazo de lodo que manche? Desgarrar unas entrañas: ahí concluye
tu obra. El amor las fecunda, y su obra no tiene fin.
Odiamos demasiado. Al despojarse del prestigio que le daban los
tradicionales factores históricos, semi-anulados hoy por la democracia, el odio
social se ha desnudado de cuanto lo volvía interesante y casi poético. Ha sido,
como tantas otras cosas, reducido a su verdadero tamaño por el positivismo del
siglo XIX. Se ha revelado individual, vulgar y monótono. Ha descubierto
netamente su repugnante raíz, la envidia, y su procedimiento habitual, la
calumnia. De gigante que dislocaba fronteras se mudó en microbio que infecciona
el hogar y hace irrespirable la política”.
Fragmento de El Odio de Rafael
Barret
La Sospecha como teoría política… (
Viejo texto relacionado con el tema)
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