Si Cristina Fernández de Kirchner entrega el 10 de diciembre la banda presidencial a un presidente electo que está a su derecha, ¿quiénes serán los garantes de defender los puestos de trabajo creados en estos años?



Las izquierdas emergentes en Argentina
Por Martín Rodríguez


Con Menem, el peronismo celebró su matrimonio con el neoliberalismo; con los Kirchner, reflotó algunas banderas progresistas de los años setenta. Al margen, han crecido grupos de izquierda, básicamente trotskistas.
Torcuato Di Tella solía decir que en Argentina la “izquierda real” era el peronismo. De ese modo, mostraba que en la política argentina los que se auto-percibían de izquierda invocaban una “identidad de clase” fantasmática frente a un peronismo hegemónico en su representación de la clase obrera y los sectores humildes. Una cosa es lo real, otra cosa es lo ideal. Muchos años antes, John William Cooke había hecho fórmula la inversión del signo: “En Argentina los comunistas somos nosotros, los peronistas”. El receptor de aquel mensaje era el castrismo cubano que aprendía a leer la Argentina peronista. 


Los años kirchneristas reintrodujeron varios factores en el peronismo, después de su anterior mutación, de la mano de Menem, cuando el peronismo (casi) en su conjunto, constituyó la fuerza social y política que avaló aquel ciclo de reformas liberales que, paradójicamente, autodestruyeron los cimientos sociales justicialistas. Con el kirchnerismo se aggiornó una versión progresista del peronismo, retomando las banderas testimoniales de la generación del 70, junto a las banderas democratizadoras de los renovadores de los años 80. Reubicó un romance no trágico esta vez entre capas medias progresistas y peronismo. 


Por lo pronto, diríamos que hoy hay varias ramas dentro del peronismo: el peronismo de las provincias (PJ), el sindicalismo con sus variantes oficialistas y no oficialistas y el kirchnerismo puro (que suma movimientos sociales y capas medias militantes). 


Con el kirchnerismo el peronismo de izquierda forma el núcleo ideológico del Estado, aunque no tenga un despliegue tan profundo en la organización territorial. Si bien la existencia del Movimiento Evita (cuyo origen se remonta a movimientos de desocupados) o La Cámpora (cuyo origen se remonta a grupos de militancia barrial y universitaria de los años 90), confirman la presencia de espacios de participación militante, sus dirigentes se promueven como nuevos gestores del Estado (sobre todo La Cámpora, con Kiciloff, De Pedro y Recalde), y tienen escasa representación electoral. La militancia juvenil es esencialmente barrial, urbana, no tiene intendencias municipales propias, ni peso en los centros de estudiantes universitarios, ni en los sindicatos. Incluso otros referentes sociales, como el renombrado Luis D’Elía, quien dirigía su Federación de Tierra y Vivienda (FTV), se convirtió más en un vocero del debate de las mil batallas culturales que en referente de “la tierra y la vivienda”. En definitiva, hasta hoy, el kirchnerismo tiene nada más y nada menos que el Estado para intervenir en el conflicto social. Y lo hace.


¿Qué es esto?


En la Argentina actual, ¿cuál es la izquierda real? O, dicho más concretamente: si Cristina Fernández de Kirchner entrega el 10 de diciembre la banda presidencial a un presidente electo a su derecha, ¿quiénes serán los garantes de defender los puestos de trabajo creados en estos años? Más allá de las grandes banderas “culturales”, de la lucha contra Clarín o diversas corporaciones, hay una pregunta nuclear: ¿quiénes pulsean por el Trabajo contra el Capital?


No se trata de pensar en la suerte social de los beneficiarios de las políticas sociales (como la AUH, y otras), sino de aquellos que en esta década pudieron ascender, tener trabajo formal, incorporarse a un convenio colectivo y sindicalizarse. Es ahí donde el kirchnerismo no tuvo evolución sino apenas un sistema de alianzas sindicales que fluctuó del liderazgo fuerte de Hugo Moyano (Camioneros) al más débil de Antonio Caló (UOM), pero, eso sí, sosteniendo el esquema de paritarias. Mérito excluyente del gobierno kirchnerista. Y estamos hablando de la porción de trabajadores formales (en Argentina hay un 34% de trabajo informal).

En ese contexto, parece haber, de un modo autónomo, persistencia del eslogan kirchnerista del “Nunca menos” en un delegado clasista de una fábrica de la Panamericana o en un representado del sindicalismo clásico peronista (oficialista o no). Todos no kirchneristas. Los delegados y trabajadores que cortan la Panamericana, el maximalismo sindical que lucha contra el “impuesto al salario” (Impuesto a las Ganancias) o las pujas salariales ordinarias en el marco de las paritarias son muchas veces percibidos como un problema, un quiste de aristocracia obrera, una “infiltración” distorsiva de lucha sindical, incapaces de dar tributo a un gobierno que generó las condiciones para este nivel de vida productiva. No se trata de decir algo que las estadísticas del Ministerio de Trabajo podrían desmentir (la idea de que existiría una escalada ascendente de conflictos laborales, cosa que no ocurre), sino de saber quiénes, con el tiempo, protagonizarán los conflictos potenciales. 


“Panamericana” de izquierda


En este corredor de la Zona Norte está la concentración obrera industrial más importante del país. Se calcula que desde Campana a la General Paz hay unos 100 mil obreros industriales. Reconstruimos un mapa de la presencia sindical trotskista en ese corredor:


• La dirección del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), junto a activistas no partidarios, dirige las internas de la “legendaria” Kraft (hoy Mondeléz Pacheco) y PepsiCo Snacks, dos de las plantas más importantes de la industria de la alimentación del sindicato STIA, dirigido por Rodolfo Daer. En la ex Stani (hoy Mondeléz Victoria) la oposición a la Interna cuenta con cerca del 40% de los votos. Allí los congresales son miembros de la Lista Bordó, que sacó el 40% de los votos en la elección del sindicato en 2012. 


• Otro emblema de “la Panamericana” es la ex Donnelley, donde el PTS dirigía la Comisión Interna hasta que la fábrica cerró (la Presidenta CFK tomó ese cierre en su discurso “anti-buitre” como parte de un contexto inquietante de operaciones disciplinarias contra Argentina), pero la empresa se ocupó y se transformó en la “Cooperativa MadyGraf” bajo gestión de sus trabajadores. La empresa trabajaba en (y está retomando) la impresión de las más importantes revistas del país (entre ellas las de Editorial Atlántida). Es una planta grande y moderna. 


• Finalmente, el PTS dirigía la Interna en la autopartista que protagonizó el conflicto más importante del 2014 (Lear Corporation), donde hubo despidos, resistencia y terminó en una derrota, con el enfrentamiento de esa base clasista con el tradicional sindicato (SMATA). Este conflicto lo sacó, vía un fallo legal, a Berni de la Panamericana, después de la acción del “gendarme carancho”, cuando un efectivo fingió ser atropellado por el auto que conducía uno de los activistas. La ridícula acción victimizante colocó una luz de alarma sobre los modos en que estas mismas protestas debían ser contenidas por las fuerzas del orden.


• En el Parque Industrial de Pilar está WorldColor, donde el sindicalismo clasista es parte de la oposición gráfica en la que convergen varias internas, como la misma ex Donnelley, Interpack o AGR Clarín (las dos últimas influenciadas por el PO). También en el parque está Procter&Gamble, que tiene una Comisión Interna independiente, y forman la oposición en Jaboneros junto a la Comisión Interna de la ex Jabón Federal (PTS).


• Si de la Panamericana se habla, la línea 60 de colectivos cuenta con delegados de izquierda, aunque el cuerpo de delegados hoy está identificado con la CGT conducida por Hugo Moyano.


• Además está el clásico Cuerpo de Delegados y Seccional Oeste de la Unión Ferroviaria (UF), bajo la dirección del “Pollo” Sobrero (un referente de importancia que responde a Izquierda Socialista, la IS), también muy cercano a la dirigencia moyanista. La Corriente Multicolor. Hay varias seccionales del sindicato docente de la provincia de Buenos Aires (SUTEBA), que están en manos de la izquierda, la “Corriente Multicolor” ostenta la conducción de 9 seccionales. 


• En la provincia de Buenos Aires hay 350.000 docentes; sus referentes calculan que la Multicolor representa un 20% del total de la provincia. El SUTEBA, conducido por Roberto Baradel (la Agrupación Celeste vinculada al kirchnerismo) es el sindicato provincial más grande, que integra junto con la FEB y UDOCBA el Frente Gremial Docente que se rompió este año, pero el año pasado dirigió en frente único el paro provincial hasta unos días antes que se separaron los “combativos” de UDOCBA. 


• La corriente Multicolor está compuesta por todas las agrupaciones y partidos de izquierda trotskista y “populista” de distinto calibre (desde “autonomistas” hasta maoístas) que tienen distinto peso en las direcciones de las seccionales. La Matanza es la seccional más grande de las “recuperadas” y en la que tienen más peso las corrientes trotskistas, en concreto del FIT: PO, IS y PTS. La Secretaría General está en manos del Partido Obrero. 


La CABA. Otra de las inserciones destacadas en la Capital es la del Cuerpo de Delegados de Coca Cola Planta Alcorta (Pompeya), que dirige el PTS (junto a activistas no partidarios). Es la planta más importante del país y, desde ya, la fábrica más grande de la ciudad de Buenos Aires. 

• Luego está la referencia de Claudio Dellecarbonara, la figura más reconocida de la oposición clasista del sindicato del subte y que dirige especialmente la línea B. La dirección del sindicato (AGTSyP), se alineó con el kirchnerismo y la oposición está integrada básicamente por las corrientes del FIT, Dellecarbonara, que es del PTS, y también referentes del PO. El 19 de marzo hubo elecciones en el sindicato y la dirección actual retuvo la conducción con el 55% de los votos, y la oposición de izquierda, sumada (fueron dos listas) obtuvo el 45%. 

• Además, hay un importante polo de concentración de activismo de izquierda en Aeroparque (y en menor medida en Ezeiza), que cada tanto protagoniza los cortes de la Costanera. Allí, la izquierda dirige la Comisión Interna de LAN (APA gremio “k”) y la Comisión Interna de la empresa tercerizada Falcon (gremio UPADEP barrionuevista). 


La extensión del FIT


La creación del Frente de Izquierda de los Trabajadores se remonta a 2011 y es uno de los resultados exitosos de la ley de reforma política que creó las Primarias Obligatorias (PASO) en el sistema electoral argentino. Digamos que obligó a la izquierda trotskista a uno de sus “imposibles”: unirse. 


Dentro del FIT las dos fuerzas más destacadas son el PO y el PTS. El PTS tiene un desarrollo más profundo en el movimiento obrero industrial y de servicios. El PO tiene un trabajo más barrial o “geográfico poblacional” (con la apertura de muchos centros en la Capital, por ejemplo). El PTS definió una estrategia de desarrollo a la que llaman “geográfico estructural”. Fernando Rosso, dirigente del PTS y periodista de La Izquierda Diario, subraya: “El PTS posee un desarrollo y un despliegue más extendidos en el movimiento obrero ocupado en general y en el industrial en particular, como un resultado de su apuesta estratégica a ese sector cuando muchos de la izquierda se jugaron a la organización de los desocupados y la administración de los planes del Estado, tras la debacle del 2001”.

En 2013, el FIT se presentaba en 17 de los 24 distritos electorales. En las elecciones de este año se va a presentar en 21 distritos, lo que significa una cobertura de cerca del 95% del padrón electoral del país.


Jujuy. En 2013 el FIT obtenía para diputados nacionales el 7% y para diputados provinciales el 6,17%, y una cláusula provincial que exige el 5% del padrón electoral impidió la entrada de legisladores provinciales. Una encuesta realizada por Aresco, la consultora de Julio Aurelio, en diciembre pasado, le daba al FIT una proyección del 14,9% provincial para gobernador, bajo la candidatura de Alejandro Vilca, un recolector de basura que es parte del SEOM, el sindicato municipal que lideró históricamente el “Perro” Santillán. 


Neuquén. El FIT tiene, desde 2011, un legislador provincial. En 2013, en el departamento de Confluencia sacó un 11,4%, que incluye además de la capital provincial ciudades como Centenario, Plottier, Plaza Huincul y Cutral-Có.


Mendoza. La ciudad cuyana es uno de los dos bastiones nacionales del FIT; el otro es Salta. Digamos que en la división de los dos partidos más importantes del Frente, el PO tiene hegemonía en Salta y el PTS en Mendoza. En Mendoza Capital hubo elecciones a intendente el pasado 22 de febrero y el FIT consolidó su espacio, con Nicolás del Caño a la cabeza (sacó 14,5%). El 19 de abril habrá PASO para gobernador: la hoy senadora Noelia Barbeito (PTS) encabeza la boleta.


Córdoba. Aquí hay una banca desde 2011 que ocupó dos años Liliana Olivero (IS), histórica legisladora provincial; un año Cintia Frencia (PO) y este último año, Laura Vilches (PTS). En la elección provincial consideran que hay una “autopista para el FIT”. Se registró el giro a la derecha de Luis Juez (con Macri y quizá los radicales “de derecha”, como Oscar Aguad) y el fracaso de Carolina Scotto (ex rectora de la Universidad), una candidata “progresista” con la que el kirchnerismo había logrado romper su techo del 10% y llegar al 15%, que renunció a su banca. El FIT espera colocar dos legisladores provinciales y volver a pelear el diputado nacional en octubre. Todavía no hay fechas de elecciones provinciales. 


Buenos Aires. Un diputado provincial por la sección tercera que ahora ocupa Christian Castillo. Acá es la banca nacional más segura para que renueve el FIT, y un diputado provincial por la primera (por cómo es el sistema de renovación en la provincia). Ahora la banca nacional la ocupa Néstor Pitrola (PO), luego Myriam Bregman (PTS) y finalmente Carlos Giordano (IS).


Capital Federal. La banca en la Ciudad ahora la ocupa Marcelo Ramal (PO), luego, a fin de año, Patricio Del Corro (PTS). En este distrito, el FIT tiene un camino más complicado, porque se presentan varias listas identificadas con la izquierda. Sin embargo, la buena candidatura de la abogada de derechos humanos Myriam Bregman les mide según sus encuestas casi 6%.


Salta. El FIT viene de obtener en la última elección un 18%, colocando un diputado nacional, cuatro diputados provinciales y un senador provincial. Las elecciones son el próximo 12 de abril, y vale recordar que acá el FIT (con la fuerza del PO) le ganó al peronismo en la Capital. No sabemos si se mantendrá esa cantidad de votos, pero en todo caso podría ser de piso, como los resultados en Mendoza (arriba del 15%).


Movimiento estudiantil (UBA) y publicaciones. En conjunto, las listas del FIT tienen la presidencia de 4 centros de estudiantes (Sociales, Filosofía, Psicología, FADU, Arquitectura y Urbanismo). Es decir, dirigen las tres facultades más politizadas de la UBA (hubo un retroceso de la corriente independiente, Mella). El PO conduce la FUBA junto a La Mella, aunque no tiene mucha existencia real en la vida política.


Y además de publicar las “prensas” tradicionales, se sostiene el proyecto de La Izquierda Diario (hoy está entre los 180 sitios más vistos de Argentina, según el ranking Alexa) y la revista mensual Ideas de Izquierda. 


El moyanismo


También vale una digresión sobre el sindicalismo peronista. ¿Alguien recuerda la toma conducida por el “villano” Pablo Moyano del supermercado Coto en 2005, que terminó con más de veinte heridos en Camino de Cintura, y por la que Alfredo Coto salió a estigmatizar a la familia Moyano? O, más acá en el tiempo, en 2010, cuando Paolo Rocca dijo sin ruborizarse: “Tenemos que poder contratar empleados tercerizados para desarrollar nuevos proyectos. Los excesivos costos laborales solo hacen que crezca el empleo en negro”, confesando así que las grandes empresas en nuestro país tercerizan la informalidad. Un año antes, Moyano también encabezó el conflicto por el encuadramiento de quienes distribuían los diarios de Clarín, que se encontraban en cooperativas dudosas, sin aportes patronales, obra social o ART. Después de la pelea con el gobierno las reivindicaciones se sostuvieron: en agosto de 2013 quien tuvo que regularizar la situación de las empresas con que tercerizaba el transporte fue Monsanto. 


La combatividad contra la explotación laboral no es un patrimonio de las izquierdas. Sin embargo, la capacidad de adaptación de las estructuras sindicales clásicas, reacias a cualquier expresión de libertad sindical, amparadas en el rezo efectivo del sindicato único por rama, mostró mayor ingenio y porosidad en expresiones sindicales de izquierda. Pero no es un camino lineal ni un enfrentamiento entre estereotipos (clasistas versus burócratas). De hecho, Facundo Moyano conduce el “nuevo” sindicato de peaje, que representa a 6.000 trabajadores de las rutas y autopistas argentinas. 


Conclusión


El éxito relativo del FIT a nivel electoral y de la izquierda como sujeto real no puede ser pensado sin tener en cuenta: 1) la recuperación del trabajo industrial; 2) la re-politización urbana de estos años; 3) la adaptación o el aggiornamiento discursivo de esta izquierda, con un discurso terrestre donde la inflación, el salario, el transporte e incluso la seguridad urbana forman parte de su dicción. 


El historiador argentino Sergio Wischñevsky comentó en la Radio Pública donde tiene su columna diaria (programa Gente de a Pie) que recibió la oferta de una empresa de alimentos del cordón fabril de Panamericana para que semanalmente imparta un curso de formación política para la línea gerencial, la que estaba desbordada por el conflicto laboral y la presencia persistente de delegados de base con formación de izquierda. “Nuestros gerentes son chicos educados en universidades privadas, no saben cómo manejar este nivel de conflicto”, fue el fraseo ideológico con el que quisieron convencerlo.  Dijo que no.



© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur

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