El desprestigio logrado por
el Poder Judicial en estos últimos tiempos ha sido exponencial. Varias encuestas
privadas exhiben que es el segmento más preocupante para la ciudadanía. De
hecho la precepción social de su comportamiento está llegando a los mismos
niveles que en tiempos de la mayoría automática, pero a la inversa. La
sensación de indefensión es generalizada. La politización de las causas, la
judicialización de las acciones políticas emanadas de los poderes populares
como ariete intimidatorio, la pretensión de tutelar al poder popular a favor de
los poderes fácticos, los privilegios con que cuentan sus componentes, su
relación pornográfica con los servicios de inteligencia y con los medios
dominantes lo ha colocado en el ojo de la tormenta. En la actualidad su rol difuso
desconcierta a la sociedad, el ciudadano de a píe duda si acudir a ella para la
resolución de sus conflictos y dilemas temiendo que un adversario con más
libras pase por sobre la ley escrita a través de tecnicismos jurídicos. Por eso
no es de extrañar que alguien haya decidido, sea desde las más altas autoridades
del poder judicial o sea del poder político, intentar calmar las aguas para evitar
que la institucionalidad no se vea dañada. Por ahora algunos voceros han negado
la especie.
A mi entender sería muy
sano cortar definitivamente mediante un acuerdo político esta insana superposición
de roles que se viene desarrollando. Un golpe a golpe que no trata de
determinar verdades objetivas sobre las causas sino que intenta imponer
realidades políticas y de alguna manera intervenir en las futuras decisiones colectivas.
No podemos naturalizar que los gobiernos elegidos democráticamente sean extorsionados
y atacados por jueces y fiscales con fallos políticos durante sus últimos años
de gestión con el objeto de lacerar sus imágenes de cara al futuro o para
posicionar a otros candidatos o para disciplinar a quién arribe o para intentar
beneficiar a los medios corporativos o para colocarse particularmente ante
futuros nombramientos en la pirámide judicial. Es realmente perverso que
tengamos una visión corriente sobre estos asuntos. Me asusta como ciudadano
indefenso lo que manifestó Canicoba Corral hace pocos días.
Como mencioné y más allá
de las negativas de ciertos voceros sería dicho intento un aporte institucional
muy importante y más si eso no se exhibe como una agachada de nadie, sino como
un acto de severidad republicana y responsabilidad política. Y esto no
significa en lo absoluto negociar causas, todo lo contrario, sería un error
descomunal interpretar la cuestión de esa manera, sino colocar las causas en su
amplio y estricto sentido jurídico y no instalarlas a modo de ariete extorsivo
con fines políticos.
Pero algo hay que hacer con los jueces que inventan causas. Este turro de Bonadío llegó a prohibirle a Gonella salir del país.
ResponderEliminarhttp://www.infonews.com/2015/03/10/politica-189418-duro-reves-al-juez-bonadio-sobreseyeron-al-fiscal-gonella-juez-bonadio.php
En verdad no se (o no creo) que la mayoría de la población sea plenamente (o parcialmente) consciente del comportamiento corporativo (?), cuasi-mafioso de este poder que está desvirtuando peligrosamente las decisiones de la representación popular.
ResponderEliminarY, Daniel, desde siempre, el tipo de "pata en el suelo", supo instintivamente aquello de que "la ley es tela de araña". Aunque coincido con Gustavo en que nunca quedó tan en evidencia la obscenidad de sus procederes. Es una consecuencia de la década ganada, siempre estuvieron en el rincón mas oscuro del escenario protegidos de las miradas públicas, y estos doce años han volteado todos los muñecos detrás de los que se ocultaban, ahora están expuestos a los rayos del sol, y corren el peligro de Drácula...
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