¿Le apetece
escribir con este tiempo?
Me cambia mucho la
vida. Soy una persona que ama y agradece mucho el buen tiempo, incluso el
calor. Amo el calor, el agua y el mar desde que empieza el verano hasta
Navidad. A lo largo de todas mis actividades artísticas he procurado
desplazarme a la América austral en los meses de invierno, para pasar dos
veranos al año. El verano lo representa perfectamente un melocotón, comerme un
melocotón bien jugoso, que se me escurra el líquido por la barbilla y que me
deje las manos pegajosas…, eso es perfecto.
En sus
composiciones hay siempre tiempo. Canción de cuna es autobiográfica, como una
postal que le mandara la infancia: “Por la mañana rocío, al mediodía calor, por
la tarde los mosquitos, no quiero ser labrador”.
La vida del niño
cambiaba absolutamente cuando llegaba el verano, cuando se encendían las
hogueras de San Juan quemábamos todo el año y te ibas a la playa en libertad. O
la familia te mandaba al campo. Todo aquello cambiaba absolutamente la vida. Es
la relación del niño con el agua, con las balsas, con los sapos, con esos
insectos que flotan, con los barbos, con todos los seres vivos… Y de alguna
forma la tristeza que nos acompañaba cuando nos separábamos en septiembre y
teníamos que empezar a renunciar a aquellas escapadas.
¿Dónde estaban esos
paisajes?
Yo tengo dos
paisajes fundamentales, el mar y el campo. El mar es la Barceloneta de mi
niñez, con todo lo que representaba el recorrido desde la casa hasta la playa.
Primero, trincar algo de comer en casa, bocadillo, toalla y bañador, la
indumentaria que nosotros necesitábamos; colarte en el tranvía, colarte en los
baños que entonces no eran públicos, para llegar a las instalaciones con
piscinas y duchas. Hubo una época preciosa en la que me tocó ir a Navarra, con
13 años, a un lugar al que no había ido nunca, Viana. Ahora tengo una casa allí
y voy a pasar alguna semana con mis amigos, gente con la que crecí y aprendí
todo del campo. Mi madre tenía allí una amiga de la juventud. Iban al mismo
baile de sirvientas y estrecharon lazos, una amiga a la que le unía el más
profundo sentimiento que seguramente pueda unir a dos mujeres, que les ocurrió
lo mismo a las dos, se les murió el novio pocos días antes de casarse. Eso creó
en ellas un sentimiento mucho más allá de lo fraternal. Viana se convirtió para
mí en la tía joven que yo no tenía, la tía cercana. Cuando ella dejó el oficio
y se retiró, me llamó. Aquello fue maravilloso porque vivía en aquella casa
como un hijo (que lo era, el hijo malcriado de la casa) y al tiempo vivía en un
pueblo magnífico donde conocí a Alejandro y a Teófilo, toda esa gente con la
que me crié. Viví de lo bueno lo mejor y de lo malo pocas cosas; en la ciudad
somos peores.
¿Cómo era el
anterior muchacho, el niño, el hijo de Ángeles Teresa?
Era un chico muy
movido, muy activo, torpe, se me caían los vasos, estaba pensando en hacer la
tercera cosa cuando aún no había hecho la primera, tenía que hacer las otras
dos y no me acordaba de la anterior. Fui un excelente estudiante, muy brillante
en la escuela de agricultura y en la universidad.
¿Qué hizo en la
universidad?
Biología hasta
tercero; dejé la carrera porque siempre he tenido que financiar mis actividades
universitarias, parte la hice con becas y parte buscándome mis chapas, mis
clases, cantaba… En una época estuve trabajando como becario en el Consejo
Superior del Instituto Pirenaico. Era el año 1967, yo ya había cantado y
aquello acabó de decidirme a emprender mi carrera profesional.
En su primer
paisaje humano su madre fue fundamental.
Era la que ponía el
orden cotidiano, el trabajo, que era mucho, y el ejemplo, que también era
mucho. Mi padre era lampista y trabajaba en Catalana de Gas. Muy mañoso, podía
hacer cualquier cosa, desde una nevera hasta toda la instalación eléctrica de
la casa, pintaba las paredes, alicataba el baño, lo hacía todo. Con todo lo
habilidoso que ha sido mi padre, yo he sido muy torpe. El ejemplo no me lo daba
con esto, me lo daba con su comportamiento, con su respeto a la gente, a su
mujer, estas cosas tan importantes, el espejo con el que aprendes cómo son o cómo
deberían ser las cosas. Mi madre también era un poco hiperactiva, con un genio
más levantisco, me recuerda a la madre de Juan José Millás, cuando él cuenta
que ella era desconcertante porque abría la nevera y decía: “¡Ay, cuánto pan,
qué haremos con tanto pan!”. Y al día siguiente decía: “¡No hay pan, no hay
pan!”. Tanto por exceso como por defecto mi madre pensaba que la hecatombe
estaba a la vuelta de la esquina, aunque era muy instintiva y repentina, en
realidad era capaz de conducir un ejército. Tenía un carácter muy sólido, menos
duro de lo que ella quería aparentar, pero muy consistente. Y a pesar de todo
lo que he dicho, muy cariñosa.
Ese episodio de la
infancia y la adolescencia que es central no sólo en su vida sino en sus
canciones, ¿le devuelve imágenes, postales de casa, con otros, de cosas que
hayan ocurrido y que le vengan de vez en cuando a la memoria?
Sí, pero vienen más
si las reclamas. Y ahora las he reclamado para conmemorar mis 50 años en el escenario. Y previamente estoy preparando la presentación de “un
objeto” para Navidad que contiene 50 canciones y 50 relatos, no sabemos muy
bien aún cómo será ese objeto. Las 50 canciones no son lo que podría ser un
relato histórico, en principio traté de hacer una lista cronológica y que la
cronología llevara de una canción a otra, pero era bastante aburrido al oído y
seguramente como documento. Sin embargo, lo que sí puede ser interesante es que
escoja 50 canciones entre las cuales habrá algunas que puedan resultar muy
curiosas. Por ejemplo, una de ellas va a ser el La la la, que voy a cantar en
alemán, la grabé en alemán y es la versión que voy a poner; aquello fue un hito
en mi vida, pero me niego en estos momentos tanto a prescindir de ella como a
señalarla de una u otra manera. La hago en alemán para que quede constancia y
que cada cual piense lo que quiera. Hay otras canciones, 25, que las hago con
dúos con diferente gente. Y hay 50 relatos, no son memorias, son 50 ocurrencias
u ocurridos que me han pasado en la vida o que yo he pensado, no creo que
ninguna excesivamente dramática.
¿Qué le ha
sorprendido entre lo que se ha encontrado?
La claridad con la
que aparecen, los ves con una nitidez extraordinaria y se pierde más lo
accesorio pero lo que es lo mollar viene caminando solo. A veces, no sé cómo
explicarlo bien, ves que el recuerdo tenía una falda plisada y ojos azules,
pero no sabes cómo se llamaba.
Oyéndole hablar de
sus padres parece que ahora es cuando ya es usted una combinación de los dos.
Estaría bien. Nunca
eres la combinación de tus padres, un hijo es el resultado de sus padres
evidentemente, pero yo también soy el resultado de todo lo que me ha ocurrido
en la vida. Lo que me ha ocurrido en la vida me ha hecho ser de una forma o de
otra, continuamente nos va mutando, nos levanta, nos baja, nos mejora, nos
empeora…
¿Cómo vivieron
ellos la evidencia de que era un artista apreciado?
Antes de ser un
artista conocido y apreciado, a mi madre le
produjo un patatús saber que yo iba ser un músico y mi padre respondió con una
extraordinaria serenidad dándome toda la confianza cuando les anuncié que iba a
dejar la universidad y que me iba a dedicar plenamente al oficio de cantar y
viajar. Hasta entonces yo había sido la gran esperanza blanca de mi familia, el
que iba a convertirse en profesor de instituto, y a mi madre le rebrincó bastante
aquello. Cuando ocurrían estas cosas mi madre no decía nada, optaba por
sentarse en un sillón, mirar hacia otro lado y llorar, pero no decía nada. Mi
padre le dijo: “Mujer, estate tranquila que el chico sabrá lo que hace”.
¿Qué hubo después
cuando vieron que su padre tenía razón?
Orgullo. Mi padre
dejó el trabajo, ya podríamos vivir sin que tuviera que tragar más gas,
compramos un R-5 de segunda mano y mi padre se dedicó a hacer de chófer de mi
madre, la llevaba siempre, hasta tal punto que cuando murió mi padre ella
apareció un día muy jodida por mi casa, muy compungida, había olvidado las
líneas de autobuses, los metros, había olvidado casi que levantando una mano se
podía parar un taxi. La llevaba a todas partes. Mi padre murió el 29 de abril
de 1980. De cáncer.
Llevaba 13 años en
los escenarios.
¡Más!, desde 1965,
en 1967 ya fue profesionalmente, ya había escrito Cançó
de matinada, Ara que tinc vint anys,
que habían sido éxitos.
¿De dónde le venían
las canciones?
La inspiración me
llegaba de un imaginario en el que había una gran parte de recuerdos, pero
también una parte de pesebre, de jugar con las figuritas y adornarlas, por
ejemplo, yo no tenía una tía como La tieta pero las veía, las adornaba, las
llenaba de tópicos. De alguna manera es lo que sigo haciendo.
Creó un universo
que coincidió con el mundo de otros. Como Mediterráneo. Los del Atlántico lo
escuchábamos como si fuera nuestro.
Otras ya venían de
otros caminos y de otros lugares, algunas con pretensiones más amplias, pero en
ningún momento me planteé si unas eran muy locales y otras muy globales, a fin
de cuentas no lo sabía. Luego entendí que la única forma de que algo pueda ser
realmente internacional y que le interese a gente de todo el mundo es que sea
bien provinciano porque lo entiende cualquiera en cualquier parte.
Ahora se enfrenta a
toda su trayectoria. ¿Qué estado de ánimo le produce ese regreso?
Cuando esto salga
ya habrá pasado toda la época laboriosa. Han sido meses muy trabajosos para
preparar algo que aparecerá de una forma muy sencilla, pero todo lo que he
tenido que escribir, grabar, cantar con otros o que mezclar es una barbaridad.
Ahora ya no me bajo del carro, pero cuando esto sea algo real lo único que
tendré será una gran satisfacción. Y el cantarlo me dará mucha más
satisfacción. El disco se llama Trencadís, es el
mosaico que hacía Gaudí a partir de fragmentos que unía. Cada fragmento, cada
canción de este Trencadís llevará un número que se verá en la pantalla, y la
gente podrá escoger 10 y votarlas por Internet en cada concierto. Yo preservaré
cinco, y otras cinco que no hará falta que voten porque irán fijas
(Mediterráneo y otras). Las 10 más votadas se tocarán cada día. Este es el
ambiente que quiero generar en estos conciertos, nada más alejado de la
solemnidad y grandiosidad, será enorme y grandioso porque nosotros lo vamos a
hacer posible.
Usted ha alegrado
la vida de mucha gente en tiempos difíciles. Y también ha tenido sus momentos
duros: el exilio, la enfermedad… ¿Qué estímulos ha tenido en esas situaciones?
En 1975, cuando me
tuve que quedar fuera a raíz de los últimos fusilamientos de Franco, eso me
afectó bastante en la parte creativa; era muy difícil escribir, todo lo que
tengo escrito de aquella época es francamente malo, como si con todo lo que
ocurría me hubiera quedado vacío. Tuve que inventar una gira por México de
varios meses para alargar el proceso de la muerte de Franco, que parecía que no
acababa nunca, hasta la transición que llevaba a la desaparición de los
mecanismos represivos. Tuve dos cosas muy buenas, la primera fue haber conocido
en aquella época a un grupo maravilloso de gente en el exilio en México,
de Max Aub a Mantecón; y la suerte de conocer un país y de intimar con él.
Llegó un momento en que ya no pude aguantar más y me vine. Recuerdo con la
misma amargura también los años que no podía ir a Argentina o a Chile cuando estuve
vetado por aquellos Gobiernos. La
prohibición me parece un castigo injusto para el que nunca estás preparado. ¿La
enfermedad? Ya ves, ni me acuerdo.
Esa gente que se
encontró en el exilio mexicano le ayudó a descubrir su propio país…
El exilio es un
mundo en el que siempre se vive pensando en lo provisional que es todo. Cuando
compruebas que esta situación de provisionalidad se ha prolongado tanto que te
ha hecho perder casi todas tus ilusiones, que has creado una familia en otro
lugar y que te tienes que reciclar seriamente, ya es muy difícil mantener una
comunicación respecto al país que dejaste. El exilio ha sido muy duro para
todos los que tuvieron que salir.
A ellos (y a los
que estábamos aquí) les debieron reconfortar sus versiones de Miguel Hernández
y de Antonio Machado…
Yo elijo a estos dos poetas fundamentalmente porque me los creo, porque pienso que son buena gente y porque lo que están
contando es actual, porque sus historias son de una extraordinaria calidad que
a mí me hubiera gustado escribir. No lo hago con ninguna pretensión
divulgativa, lo hago tratando de hacer buenas canciones.
¿Cómo ve este país?
Con serias preocupaciones en todos los sentidos, como Estado,
como sociedad. Como democracia que debe defender a los ciudadanos de uno en uno
por encima de cualquier cosa y por tanto con una sanidad justa, una enseñanza
obligatoria, gratuita y para todos, y una justicia rápida y eficaz, lo veo con suma
preocupación. Si realmente se han aplicado los métodos para conseguirlo,l o que veo cada día me tiene absolutamente aterrado,
desconfío de la especie humana y no me siento nada partícipe del proyecto de
futuro. Creo que el miedo está haciendo mucho daño a la sociedad, le impide
organizarse y habrá que plantear las cosas de otro modo porque, si no, esto es
como una riada, puedes ponerle todos los muros que quieras al río, pero cuando
llueve fuerte, el río baja por allí y el muro se va a tomar por culo.
¿Y el tema catalán?
Es un tema muy mal
llevado, especialmente desde el Gobierno de Zapatero cuando promete apoyar la
mejora del Estatut, la división de poderes y luego el Constitucional toma otro
camino, resuelve tarde y mal y aquellas tempestades traen estos lodos. ¡Y
cuidado, que no se equivoque nadie que lea esto! Aquí están pasando cosas muy
serias, hay lugares en Cataluña donde ya se creen que son independientes.
Retorno, si lo hay, yo no lo conozco. Haríamos bien en tomar responsabilidades
todos con independencia de cuál sea el lado en el que nos situaríamos en caso
de consulta. Hay que tomárselo en serio. El Gobierno tiene metido en el famoso
cajón asuntos que el tiempo resolverá, un cajón muy grande en el que lo dejan.
Esta es una cuestión en la que prevalecen las vísceras por encima de las
razones, por tanto estamos en manos de muy malos consejeros. El momento
económico actual ha dinamitado este aspecto.
El 19 de abril de
2006 le hice una especie de cuestionario de palabras. Le dije independencia y
usted dijo: “Escribió Espronceda: ‘Oigo patria tu aflicción”, y añadió “y sirve
para todo, para independencia, para patria…”.
Ahora puedes
encontrar gente que no sea catalanista y que sea independentista.
Por ir a una de sus
canciones más bellas, ¿cuáles serían hoy para usted las pequeñas cosas?
No son pequeñas ya,
las pequeñas cosas son las que nos acaban haciendo feliz el día, que estés
trabajando, que tu hija entre en silencio y despacito, se ponga a tu lado y te
pegue un susto de cojones. Cuando se te pasa el susto te das cuenta de lo
hermoso que es tener una hija así de cariñosa y que juegue contigo de esa
manera, con esta confianza. Esta es una de las pequeñas cosas que me han
ocurrido antes de que tú llegaras. Este sol, tener la posibilidad de disfrutar
lo que la vida puede llegar a ofrecerte. Aquí la gran cuestión es ser
agradecido cuando para otros, todo esto es imposible.
O terminar una
cosa, como su padre terminó la nevera. ¿Sabes cómo funcionaba?
Con hielo, hizo un
mueble, lo alicató todo con mosaicos, hizo un recipiente donde metíamos la
barra de hielo rota y esto iba soldado a un tubo que salía fuera y tenía un
grifo, aquello tenía un depósito, de vez en cuando lo abrías, lo vaciabas y
seguía impecable. Era lo más elemental del mundo. La carcasa era de madera muy
fina con corcho aislante por dentro. Mi padre inventó también la ducha para
casa. El confort de mi casa surgió gracias a mi padre, las estufas de gas, la
luz de gas, el horno de gas. Y luego las de tipo digestivo venían del pueblo,
las magdalenas, las tortas de aceite, las olivas. Se llamaba José, le llamaban
Pepe. Yo le llamaba papa o pare. Creo que empecé a llamarle pare de mayor pero supongo
que le llamaba de las dos cosas, igual que a mi madre, mama o mare.
Fuente: Diario El
País de España
"Juan y José", seguramente no sea la que más me gusta pero sí es la que más cerca me llega. Mi abuelo, José, "natural de Barcelona" y una anécdota suya acerca de lo bien que la pasaban a la hora de comer y de cómo necesitaban ir al al río por "los cuatro cangrejos para la merienda". Y hay un tema, del primer LP, "Mis gaviotas", al que no es dificil encontrarle relación con aquellos que un día tuvieron que irse. También, "hermano que te vas a California, uno dos uno de PanAm..."
ResponderEliminarPero, tan poco dramática como pequeña maravilla, "Aquellas pequeñas cosas":