Para el establishment vernáculo, nuestro conocido Thomas Piketty es una suerte de “marxista blando” que hace tercerismo anticapitalista. Todavía no ha llegado, y nuestros buitres ya le han dado una cínica bienvenida
Una editorial sin firma,
sospecho que por vergonzante…
Operador: Ámbito
Financiero
No sabe
monsieur Thomas Piketty en la que se metió al aceptar una visita a la
Argentina. El economista estrella del tercerismo anticapitalista estará
en Buenos Aires el 16 de enero en el primer desembarco en América del Sur. El
autor del libro del economista más leído de los últimos años "El
Capital en el Siglo XXI" (semanas a la cabeza de los best sellers de
The New York Times) y centro de los debates sobre historia económica de los dos
últimos años, viene invitado por la Embajada de Francia y la empresa OSDE a
mantener un desayuno con economistas en el Palacio Ortiz Basualdo -sede de esa
legación- y una conferencia en el auditorio de ese prepago que será
retransmitida por video a 40 pantallas públicas a lo largo del país. Desde
la transmisión del Mundial que no había este despliegue de fan-fests para
escuchar los argumentos del experto en economía que todos discuten. Además
de esas dos citas de su agenda, Piketty interrumpirá el verano de los
protagonistas: seguramente visitará Olivos, La Ñata, la intendencia de Tigre,
el Comité Nacional. Le explicarán qué es el desendeudamiento, el crecimiento
con inclusión, el fondo del bicentenario, la tercera posición, la tercera vía,
la sustitución de importaciones, los modelos de corrales, corralitos y
corralones, el encanutamiento de autos y el papismo criollo. Si se porta bien,
le contarán quién inventó la birome, el colectivo y el dulce de leche, y le
revelarán quién es el 10. Sumido en un coma 4 (intelectual, se entiende) lo
mandarán de vuelta a Francia a la sala de recuperación. Le durará el resto
de su vida, que pasará tratando de entender la Argentina y, más azaroso, de
explicarla. A su estrellato global sólo le faltaba cruzar el Jordán
criollo, ritual de iniciación que ofrece la Argentina a quienes buscan un
anclaje en la cintura cósmica del sur. En "La realidad", que es
como el subcomandante Marcos ha bautizado su santuario de Chiapas. Para
los interlocutores argentinos es una oportunidad más de clavar un dardo en la
agenda global, siguiendo ese rasgo tercermundista que tiene el continente de buscar
referentes de prestigio afuera de su geografía. Este Gobierno lo ha logrado,
con éxito, en Joseph Stiglitz o Ernesto Laclau y, más cerca
de ahora, en el "expat" Daniel Barenboim, quien demostró en su
viaje al país una recuperación del enamoramiento con la realidad, la de su
país. Antes actuaron ese rol consoladores de quienes viven desvelados por el "cómo
nos ven" Alain Touraine o Guy Sorman.
Fechas
La llegada
de Piketty, que seguramente deberá habilitar nuevas fechas de actuación
por el atractivo que tiene hoy en la grey libresca, coincidirá con la
publicación de la versión en castellano de su obra (lo anuncia el FCE), un
ladrillo de más de 900 páginas que es tan discutido como poco leído. Refresca
la vieja pregunta sobre cuánto son leídos los best sellers que
desveló en los 60 cuando arrasaba en las librerías "Rayuela"
de Julio Cortázar, un producto discutido pero poco leído. El
atractivo de Piketty para los opinadores de la economía es que hace
alardes de rigor metodológico y de una precisión en las conclusiones que se
vuelve temible para los defensores del capitalismo. Sus contradictores lo
llaman el "marxista blando" (James Pethokoukis) por echar por tierra,
en palabras de uno de sus admiradores, Paul Krugman, "el más preciado
de los mitos conservadores: el empeño en que vivimos en una meritocracia en la
que las grandes fortunas se ganan y son merecidas". Dicho en otras
palabras, que en el desarrollo capitalista la concentración y la desigualdad
son el estado natural y no la excepción. Otro sí; que el capitalismo
reparte mal la riqueza y que en este siglo es más regresivo que en la
entreguerra, quizás el mejor momento en cuando a igualdad. La edición
original de Piketty en francés es de 2012, pero el boom se produjo este año
cuando se conoció la traducción al inglés, que ha vendido más de 100 mil
ejemplares, una rareza para un volumen que analiza cuadros y gráficos de la
historia económica de más de un siglo y medio atrás. En nuestras
costas Piketty tiene ya sus hermeneutas, cuyos mastiquines (resúmenes
críticos) circulan por la red y alimentan un debate que estallará en enero. El
escritor Jorge Asís le puso anoche la lámpara en su sitio ("Piketty,
Kicillof y Macron: Equiparación legítima aunque Argentina no entre en la
pantalla") pero ya antes Juan Carlos de Pablo se preciaba de ser
el único economista que no usaba celular y que había leído el libro. El resumen
que confeccionó y que se puede leer en su página "Contexto" ("A
propósito del libro escrito por Thomas Piketty") sintetiza los
argumentos del francés y avanza en algunas críticas. La principal, la ausencia
de propuestas a esa máquina de desigualdad que parece ser el capitalismo de
esta hora: "Piketty es totalmente consciente de que su propuesta
principal, un impuesto progresivo al capital, aplicado en todos los países,
cuya recaudación no debe ser utilizada para financiar los gastos sociales de
los Estados sino con propósitos de regulación, es una utopía" afirma.
Críticas
El exvicecanciller
radical Alberto Ferrari Etcheberry redactó otro análisis jugoso del
libro ("Debe y haber del fenómeno Piketty", no publicado pero el
autor tiene vida pública, es director del Instituto de Estudios Brasileños de
la Universidad de Tres de Febrero), que advierte sobre todo lo que podrá
aprender Piketty cuando venga al país: "Es llamativa -afirma- la
ausencia de África y América Latina, y el detalle de los paraísos fiscales y de
los "emigrados" estilo árabes y rusos en Londres que, a mi juicio,
debilitan en la actualidad la información que, como la de Piketty, se asienta
en el Impuesto a las Ganancias, todo lo cual no supone negar el aporte del
libro, pero sí relativizarlo. ¿Qué valor tendría medir la riqueza con ese
parámetro en un país cuyo principal ingreso fiscal son los impuestos al consumo
popular, como la Argentina?". A responder estos desvelos dedicará el
resto de su vida Piketty, que no sabe en la que se ha metido.
Comentarios
Publicar un comentario