PABLO IGLESIAS , líder de PODEMOS.. Definiciones de lectura obligatoria. Recomendable texto para nuestra vieja izquierda, esa que a pesar de los años no termina de salir de su adolescencia
ESTAMOS
EN POLÍTICA PARA GANAR
Y NO PARA EMOCIONARNOS
CON EL PUÑO EN ALTO
Estamos
en el momento de la política. La política implica brindar inteligencia a
circunstancias y contextos que no eliges tú. Nosotros no elegimos las etapas
que tiene el curso político que comienza ahora en septiembre, son las que son
y, a partir de ahí, es fundamental que juguemos con la máxima inteligencia para
no dejar de ser útiles, para ser un instrumento político para el cambio.
Cometeríamos un error -esto es mi opinión, aunque tendremos que discutirlo en
la asamblea- si antepusiésemos el interés de Podemos como marca política
exitosa a las necesidades de la transformación política de nuestro país. Y nosotros
sabemos muy bien que hacer política es buscar los mejores escenarios para el
enfrentamiento. Que hacer política es provocar las contradicciones del
adversario y eso también nos lo tenemos que aplicar a nosotros mismos en un
contexto que puede ser dificultoso y desfavorable para nosotros. Ahí es donde
tendremos que demostrar que estamos a la altura política de las circunstancias,
si hemos acumulado suficiente inteligencia colectiva, si vamos a salir de la
asamblea con un equipo con capacidad para tomar decisiones políticas para la
gente que sean las acertadas y las adecuadas para el cambio político o si, por
el contrario, nuestros adversarios son capaces de llevarnos a terrenos que no
nos favorezcan y que, por lo tanto, detengan esa experiencia de cambio. Es un
escenario muy difícil pero sabíamos dónde nos estábamos metiendo y que no nos
lo van a poner fácil.
Creo
que el mundo empezó a cambiar hace mucho tiempo. Cuando Norberto Bobbio,
escribía "Destra e Sinestra", estaba de alguna manera
relativizando esos conceptos después de la caída del Muro de Berlín.
Después de la guerra fría, eso que consideramos socialdemocracia, eso que
consideramos movimiento comunista, ven reducidas al mínimo sus posibilidades de
existencia, no por razones ideológicas, no por razones de valores, sino por
cómo se transforma el mundo. Los partidos socialdemócratas dejan de ser partidos
socialdemócratas, es decir, la tercera vía de Blair no es más que
acomodación de una fuerza política -que históricamente tenía que ver con
las Trade Unions y el sindicalismo británico- a unas condiciones de absoluta
hegemonía del neoliberalismo en el que no hay más espacio para gobernar.
Perry Anderson decía, con toda la razón, que durante un tiempo la
diferencia entre centro izquierda y centro derecha era que mientras unos
privatizaban más y favorecían los intereses empresariales aun respetando elementos
constitucionales y entendiendo que el trabajo era la clave de los derechos
sociales, el centro izquierda redistribuía la renta un poco más sin poner en
cuestión la propiedad privada y ni las formas de acumulación capitalista.
Cuando el neoliberalismo se empieza a implementar por Tatcher en 1979, hace que
poco a poco se vayan reduciendo posibilidades de las posiciones
laboristas de hacer una política muy distinta a la de las fuerzas
políticas más conservadoras, que no son desdeñables, pero que no tienen
que ver sólo con la economía, sino también cuestiones de derechos civiles. Pero
la crisis que empieza en 2008 revela el escaso margen de maniobra que le queda
a eso que se le llamaba la socialdemocracia, pero que ya no es
socialdemocracia en ningún caso. Nosotros no hemos parado de repetir que esa
gran coalición que funciona en Europa es una realidad derivada de un
sistema en el que los socialdemócratas tienen enormes dificultades para
demostrar que son diferentes a los conservadores. Eso mismo está ocurriendo en
España con el PSOE. El caso griego resulta revelador de esa deriva de la
socialdemocracia: el PASOK prácticamente ha desaparecido. Las fuerzas políticas
que proceden, de tradiciones comunistas, después de la guerra fría, les queda
de comunistas sólo el nombre. Sus propias propuestas económicas son más bien
socialdemócratas, cuando proponen la reducción de la jornada laboral a 35
horas, la mejora de los servicios sociales, una mayor redistribución de la
riqueza, es decir, proponen lo que en última instancia podrían llevar a cabo si
tuvieran responsabilidades de gobierno, aunque añadan en sus
manifiesto que “estamos por la socialización de los medios de producción
y por la construcción del socialismo”. Cuando han estado en gobiernos con
los socialdemócratas, cuando en España han tenido responsabilidades de gobierno
en ayuntamientos o comunidades autónomas, los socialdemócratas tienen un margen
de maniobra pequeño y ese margen de maniobra tan pequeño nos arrastra a todos.
Las propuestas políticas de Podemos son propuestas que, seguramente, hubiera
firmado cualquier partido socialdemócrata hace 30 o 40 años. Proponemos una
reforma fiscal justa que haga que las rentas más altas paguen más, proponemos
una auditoría y una quita de la deuda pública, proponemos proteger los
servicios públicos, proponemos combatir la corrupción, proponemos una política
exterior respetuosa con los derechos humanos, en definitiva lo que estamos
proponiendo nosotros lo hubiera aceptado la socialdemócrata reformista.
Es decir las condiciones políticas que permitían establecer esa diferencia
entre reformistas y revolucionarios han desaparecido con el fin de la guerra
fría. Otra cosa es que haya algunos nostálgicos que sigan queriendo ver las
relaciones internacionales o Europa con los anteojos de la guerra fría, pero
ese mundo terminó. Las nociones de izquierda y derecha no sirven en
exclusiva para expresar un conflicto que enfrenta a mayorías sociales con
las élites y que pueden ser identificadas en diferentes momentos históricos por
sujetos distintos. Es decir, las mayorías sociales pueden estar identificadas
con la clase obrera o pueden estar identificadas genéricamente con una noción
de pueblo, con una noción de patria o con una etno-nación como algunos países
del tercer mundo. Pero eso es una cosa que va cambiando en función de las
circunstancias frente a una élite que trabaja con intereses de clase propios.
Ese conflicto durante mucho tiempo lo pudo representar la dialéctica izquierda
y derecha, pero cuando ambas se convierten en unas nociones de valores
que cuando se enfrentan siempre se lo ponen más fácil a la derecha, seríamos
enormemente torpes si siguiéramos asumiendo unas reglas del juego trucadas en
las que siempre pierdes. Por otro lado, claro que los valores se transforman,
hay muchos países del mundo que no se pueden entender lo que sucede con las
nociones de izquierda y derecha. Ahora acabo de llegar de Israel y es un país
en el que hablar de izquierda israelí es un eufemismo, no sirven las categorías
izquierda/derecha para entender a Israel. De la misma forma que pasa en
muchos países de América Latina -y nosotros hemos aprendido de muchos de ellos-
y creo que ningún marxista que reivindique las identidades simbólicas del
movimiento obrero pondría muchos peros a las transformaciones que se han
producido en algunos países de América Latina en términos de redistribución de
la riqueza y justicia social, no se entenderían estableciendo una
interpretación en clave del viejo eje izquierda/derecha. Nosotros hemos
dicho esto con claridad y lo hemos puesto encima de la mesa con unas biografías
políticas que tienen poco que envidiar a las de algunos que se
echan las manos a la cabeza. Me consta que algunos bienpensantes fingen
que escandalizan con estas reflexiones y nos acusan falsamente de no ser
de izquierdas, ni de derechas. No, eso no es verdad, nosotros no hemos dicho
eso. Nosotros lo que hemos dicho, lo repito una vez más, es cómo pensamos
que se puede ganar para hacer un cambio en nuestro país y, quien tenga alguna
duda de quienes somos nosotros, los impulsores de Podemos, que nos busque en
internet y lea a que nos hemos dedicado y la posición política que tenemos.
Pero algunos están convencidos de que ser de izquierdas tiene que ver con
identificarse con la bandera republicana, con la bandera roja, con la hoz y el
martillo y piensan que esa movilización de simbologías, que en términos
identitarios es muy respetable, puede seguir siendo útil porque el mundo se
puede seguir viendo con esos prismas, como le ocurre a una parte de la
vieja izquierda que se dice así misma comunista. Esto de ponerte una etiqueta
es una cosa muy respetable, pero ser comunista se demuestra en la praxis
política y en esto creo que pocos se pueden poner demasiadas medallas. Los
socialdemócratas incurren también en esa misma descalificación: hace unos días
yo me moría de la risa cuando leía un artículo de Diego López Garrido, que es
un señor muy preparado, afirmando que ‘estos de Podemos se han equivocada
porque no han entendido que la clave para interpretar lo que pasa en este país
es el eje izquierda/derecha’. Hay personas que deberían jubilarse, al menos
para que dispongan de tiempo para estudiar. Porque a estas alturas resulta
patético que a alguien le pongas delante de lo que está ocurriendo en España,
lo que ocurre en Europa, en Francia, en Grecia, y te siga diciendo, "no,
no, no, la alternativa está entre la derecha y la izquierda, que somos
nosotros". Entonces, si es lo que vosotros decís, si la clave de la
diferenciación es esa, ¿por qué estuvisteis de acuerdo en reformar el artículo
135 de la Constitución? Si el mundo de la política sigue siendo la izquierda y
la derecha, ¿porqué habéis sido favorables a la amnistía fiscal, porqué estáis
de acuerdo con que el BCE no tenga controles democráticos, porqué aceptasteis
la moneda única, porqué aceptasteis las imposiciones de la troika estando en el
gobierno? ¡Sé coherente, Diego! Tú sabes de qué va esto, no hay ningún
problema en decir la verdad y llamar a las cosas por su nombre. ¡Vosotros sois
los que habéis demostrado que si el rótulo izquierda y derecha es lo que sirve
para distinguir al PP del PSOE, eso no sirve para nada! Nosotros hemos
asumido el escenario que nos han dado, que no hemos elegido nosotros.
Nosotros no estamos en política para cantar una canción con el puño en alto y
emocionarnos mucho. Estamos en política para cambiar las cosas y para ganar hay
que asumir que el terreno que te permite ganar no lo eliges tú, es el que
construye la historia.
Entrevista
completa en :
FUENTE:
Diario Público de España
detras de mauri, en el lugar donde festejaban el triunfo en una intendencia cordobesa, la gigantografía tenía escrito PODEMOS.
ResponderEliminarOjo al piojo...
Julia
EliminarAlguna vez Durán Barba sacó camisetas del Che con la cara de Mauri. Confundir también es parte de la estrategia marketinezca del macrismo
Se nos 'peroniza' el Viejo Mundo...
ResponderEliminarJorge