“Durante la
guerra fría la CIA logró infiltrarse en todos los espacios culturales de
Occidente mediante una campaña secreta de mecenazgo clandestino. Las grandes
vacas sagradas de la cultura europea, lo supiesen o no, les gustase o no,
fueron su instrumento".
La CIA
diseñó nuestra cultura, aupó y hundió a placer a pintores, escritores y
artistas. “¿Que cómo he conseguido que esos ex agentes de la CIA me contaran
cosas? Le daré una pista: les encanta el alcohol y hablar de sí mismos, y son
unos machistas que han menospreciado mis capacidades”.
-¿Batalla por la conquista de las mente
humanas?
-Sí, con
esas palabras definía la propia Agencia Central de Inteligencia (CIA) su guerra
fría cultural. A través de esta agencia, el gobierno de Estados Unidos invirtió
bajo su mano enormes recursos en un programa secreto de propaganda cultural en
Europa occidental.
-¿Cuál fue su herramienta?
-El Congreso por la Libertad Cultural, organizado
por el agente de la CIA, Michael Josselson, entre 1959 y 1967.
-¿Cómo se extendieron por Europa?
-Abrieron
oficinas en 35 países, crearon más de 20 revistas de prestigio cultural,
organizaron exposiciones de arte... Tenían su propio servicio de noticias, de
artículos de opinión y, por supuesto, recompensaron a los intelectuales que
colaboraron con ellos.
-¿Cuál era la misión de esos intelectuales?
-Apartar a
la intelectualidad europea de su fascinación por el marxismo y el comunismo.
Hubo pocos escritores, historiadores, científicos o artistas en la Europa de
posguerra cuyo nombre no estuviera vinculado a esta empresa encubierta.
-No todos conocerían la trama...
-Muchos no
la conocían, pero la CIA era la propietaria en la sombra de periódicos,
editoriales e instituciones que organizaban conferencias, seminarios,
exposiciones, conciertos y repartían premios: monopolizaron la vida intelectual
de Occidente. En Europa no había dinero.
-Entonces nos salvaron de una anemia
cultural.
-Eso es lo
que escribió el gran historiador Arthur Schlesinger: “Su liderazgo fue
políticamente inteligente y correcto”. Sin embargo, la CIA fue un instrumento
despiadadamente intervencionista. ¿Hacemos memoria?
-Adelante.
-Esos
agentes que leían a Dante y fueron a Yale a educarse en la virtud cívica
reclutaron nazis, manipularon el resultado de elecciones democráticas,
suministraron LSD a personas inocentes, abrieron el correo de miles de
ciudadanos norteamericanos, derrocaron gobiernos, apoyaron dictaduras, tramaron
asesinatos y organizaron el desastre de Bahía Cochinos.
-Buen currículum.
-Por eso la
intelectualidad europea opinaba que Estados Unidos era capitalismo puro. Y
artísticamente lo consideraba mojigato, vulgar y “kitsch”. La CIA y su red se
encargaron de que cambiaran de opinión promoviendo y apoyando a aquellos que
les eran afines o hundiendo a los que no lo eran.
-¿Por ejemplo?
-Jackson
Pollock es un producto de la propaganda norteamericana. Era un pintor
desconocido cuando decidieron convertirlo en su banda artística para demostrar
al mundo que su arte era libre y poderoso.
-¡Pero si era un izquierdoso alcohólico!
Pollock
-La CIA vio
en el expresionismo abstracto un arte inofensivo y libre. Comparado con el
muralismo soviético de cargado espíritu político, Pollock era la sofisticación
intelectual y lo lanzaron en Europa.
-¿Sin que él fuera consciente de quién estaba
detrás de su éxito?
-Sí. Pero la
CIA captó sobre todo a un surtido grupo de intelectuales radicales de
izquierdas cuya fe en el marxismo se había hecho añicos ante la evidencia del
totalitarismo estalinista. Al resto lo aupaba y lo hundía según su
conveniencia.
-¿Cuál fue el intelectual elegido para
repartir gracia entre los escritores?
-El más
importante fue Arthur Koestler, agente de la CIA que había pertenecido al
Partido Comunista. Entre otros hizo famosos en toda Europa a Ernest Hemingway,
Thomas Wolfe o William Faulkner.
-Sin embargo, William Faulkner escribió en
contra del apartheid norteamericano.
-Ése fue un
gran problema para el gobierno estadounidense durante los años sesenta.
Intentaban transmitir al mundo que eran cultivados, sofisticados y demócratas
mientras oprimían a los negros del sur. Cuando Faulkner empezó a contarlo, sus
ventas cayeron en picado. La CIA manipulaba editoriales y distribuidores.
-Pues Sartre resistió a sus encantos.
-Estaban
obsesionados con él porque se negaba a colaborar y mantenía que los ideales del
comunismo eran recuperables. Ocurrió algo muy curioso: Pablo Neruda, otro
enemigo, era el candidato al Nobel en el año 1963. La CIA le organizó una
campaña de desprestigio y consiguió que no le dieran el galardón, pero no
pensaron en el sustituto y el Nobel recayó en Sartre, quien lo rechazó.
-¿Son casos aislados?
-Sí. La CIA
organizó un inmenso programa bibliográfico consciente de que “un libro puede
ser algo tan importante como una batalla”. Lo hicieron muy bien, recurrieron a
las editoriales más importantes asegurando un flujo constante de libros de
contenido amplio pero inofensivo. Solamente las traducciones encargadas por la
división de guerra psicológica del gobierno militar norteamericano ascendieron
a cientos de títulos.
-¿Y la música?
-Siguieron
el mismo procedimiento. Europa estaba totalmente arruinada, no había
manifestación cultural que no estuviera planificada y sostenida por la CIA.
-¿Nadie protestó?
-En 1996 se
publicaron en “The New York Times” los detalles de cómo la CIA había recurrido
a las vacas sagradas de la cultura de Occidente para conferir peso intelectual
a sus acciones y actividades secretas. Pero la Kulturkampf quedó enterrada bajo otros escándalos, como
Vietnam o el Watergate.
FRANCES
STONOR SAUNDERS, "Jackson
Pollock fue un producto de la CIA", entrevista de Ima Sanchís
para La Vanguardia, 26 de
octubre de 2001
Según Arthur J. Schlesinger, el Congreso por la
Libertad de la Cultura (1950-1967) representó la inversión más rentable,
inteligente y exitosa de todos los gastos de la CIA. Como la principal
organización-fachada de la Agencia en el campo de la cultura durante la Guerra
Fría, este organismo consiguió una promoción muy eficaz, por camuflada, de
ciertos valores afines a los objetivos de EE.UU. Esta obra constituye la
primera aproximación desde la perspectiva hispánica a este capítulo clave de la
posguerra. Partiendo de la revista Cuadernos del Congreso por la Libertad de la
Cultura (1953-1965), publicación financiada por la CIA a través de la Fundación
Fairfield, se recorre la acción ideológica del Congreso por la Libertad de la
Cultura en América Latina y se analizan los «puentes» tendidos por este
organismo hacia la disidencia en la España franquista. Este estudio reconstruye
las historias de aquellos exiliados republicanos que en mayor medida
contribuyeron a la campaña estadounidense en el ámbito de la cultura, establece
las relaciones entre los procesos ideológicos hispánicos y universales, y
reflexiona sobre la polémica cuestión de la financiación encubierta y la
autonomía de la cultura en el contexto de la Guerra Fría.
“¿Que cómo he conseguido que esos ex agentes de la CIA me contaran cosas? Le daré una pista: les encanta el alcohol y hablar de sí mismos, y son unos machistas que han menospreciado mis capacidades”. No se diferencian en mucho de nuestros PCI vernáculos.... No hay nada mas jetón que un Servicio mamado...
ResponderEliminarSumamente interesante.
ResponderEliminarPero quiero creer que no todo está manipulado. No me digan que el Nobel a Camus fue una farsa.
Estimado,hay que preguntarse como mierda se transformo esa gran movida pacifista,pro derechos civiles y antimonopolica de los EEUU de los sesenta en esa manada fachorra.Puede que haber incentivado el consumo de estupefacientes ( puntualmente estupidizantes ) haya tenido algo que ver. Me contaban que la Italia de ese tiempo .con fuerte militancia contestataria corrio la misma suerte sumada a la accion de provocadores en todas y cada una de las organizaciones de izquierda
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