por
Vicenç Navarro para Diario Público de España
Catedrático de
Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Policy Studies and Public
Policy. The Johns Hopkins University
A partir del debate iniciado sobre el futuro del capitalismo en Europa,
y que se reproduce también en España, se ha promovido en los mayores forums
políticos y mediáticos del continente, incluidos los españoles, la visión
de que todos los sistemas alternativos al capitalismo en el siglo XX han
fracasado. El Profesor Navarro publica, aquí, una versión resumida de un
informe, originalmente escrito en inglés, y publicado en la primavera de 1993
en la revista International Journal of Health Services, titulado “Has Socialism Failed”, que presenta información empírica
que cuestiona tal visión promocionada en los medios de mayor difusión.
El enorme dominio de las
fuerzas conservadoras y neoliberales en el mundo intelectual, mediático y
político explica la percepción, ampliamente promovida durante los últimos
treinta años, de que el capitalismo, a pesar de sus obvias deficiencias, es un
sistema económico mejor que su alternativa, el socialismo. El colapso de la
Unión Soviética, presentada como la máxima expresión del socialismo real, dio
pie a que esta percepción se generalizara. Desde Francis Fukuyama al Papa Juan
Pablo II, se presentó el capitalismo como el único sistema válido para permitir
el desarrollo humano. Este Papa preguntaba en su encíclica Centesimus Annus“¿Debería
el capitalismo ser el sistema económico preferido para construir la economía y
la sociedad? ¿Es este el modelo que los países del Tercer Mundo deberían
escoger en su camino hacia el progreso económico y social?… Si por capitalismo
se entiende un sistema económico que reconoce el rol positivo que tienen el
mundo de los negocios, el mercado, la propiedad privada de los medios de
producción que permitan que se desarrolle la creatividad humana en el sector
económico, entonces, la respuesta a esas preguntas es definitivamente
afirmativa”.
Ante las múltiples afirmaciones
de que el capitalismo es el mejor de los sistemas, las izquierdas han
respondido, por regla general, de una manera defensiva (acentuada después de la
desaparición de la Unión Soviética), subrayando que lo que existía en la URSS
no era socialismo, observación que se ha extendido a muchos otros países, como
Cuba, indicando que, en realidad, tales países no tenían ni tienen socialismo.
Es interesante aclarar que estas declaraciones se hacen mientras un niño muere
de hambre en el mundo capitalista cada diez segundos, con 3,1 millones de niños
muertos cada año como consecuencia de la malnutrición.
Ahora bien, para poder analizar
la superioridad de un sistema económico sobre otro hay que definir primero el
significado de los términos Capitalismo y Socialismo. Capitalismo es la
producción privada de bienes y servicios para el beneficio y ganancia de
aquellos que poseen y controlan tales medios de producción. Socialismo es el
sistema de producción y distribución en el que los principales medios con los
que se realiza la producción son públicos, con las instituciones estatales
(sean centrales, regionales o locales) jugando un papel clave en la producción
y distribución de aquellos bienes, siguiendo el principio de “a cada ciudadano
según su necesidad, de cada ciudadano según su capacidad”.
Naturalmente que las sociedades
actuales, dentro de su complejidad, tienen diferentes formas de propiedad. De
ahí que, para evaluar la mayor o menor capacidad de resolver las necesidades
humanas de un sistema capitalista versus un sistema socialista, se pueden
comparar países con sistemas económicos capitalistas con otros con sistemas
económicos socialistas, pero también pueden compararse países capitalistas que
hayan tenido partidos gobernantes de sensibilidad socialista, con otros donde
tales partidos y/o movimientos no hayan existido o su fuerza haya sido menor.
Y antes de comenzar estas
comparaciones, valga subrayar que uno de los indicadores más importantes del
bienestar en un país es su salud, que depende, no tanto de los servicios
sanitarios existentes en el país, sino de determinantes económicos, sociales y
políticos que la configuran, entre los cuales la distribución de recursos juega
un papel clave.
Veamos ahora los datos,
continente por continente, en un mundo en el que, como he indicado, un niño
muere cada diez segundos debido a malnutrición en el mundo –predominantemente
capitalista- donde no hay, a nivel mundial, ninguna escasez de alimentos. En
realidad, en los países desarrollados los Estados pagan a los agricultores para
que no produzcan más alimentos.
AMÉRICA
Cuba ha sido uno de los países
más vilipendiados de América Latina, despertando una enorme hostilidad entre
los establishments estadounidenses, latinoamericanos y
europeos, hostilidad que se ha extendido a aquellos países que han intentado una
transformación profunda de los sistemas de propiedad de aquel continente,
conocido como uno de los más desiguales del mundo.
Si miramos los indicadores de
salud, sin embargo, los indicadores de mortalidad en Cuba están entre los
mejores de Latinoamérica. Ningún otro país en aquel continente ha visto una
mejora tan grande de sus tasas de mortalidad (en cada uno de sus grupos
etarios), siendo hoy el país con menor mortalidad en aquel continente. Cuba
tiene el nivel de malnutrición más bajo de América Latina, siendo el país que
ha disminuido el nivel de malnutrición de una manera más notable desde 1960.
Algo parecido ocurre en cuanto a su situación ambiental. El 75% de las
viviendas están conectadas a la red de agua potable, uno de los porcentajes más
altos de América Latina, siendo uno de los países con menos disentería. Tiene
también el nivel de educación más alto de América Latina.
En base a esta experiencia,
parecería que la propuesta de Juan Pablo II estaría equivocada. Si el resto de
América Latina tuviera la mortalidad infantil de Cuba, se salvarían dos
millones de niños al año. Ni que decir tiene que el sistema político, carente
de democracia representativa, no lo hace atrayente para personas con
sensibilidad democrática. Pero la evaluación de Cuba tiene que hacerse con
países de semejante desarrollo cuando tuvo lugar la revolución cubana. Y es ahí
donde la capacidad de resolución de problemas básicos de los seres humanos del
sistema socialista (con sus muchas limitaciones) es claramente superior a la del
sistema capitalista. Y es también justo subrayar que, en la mayoría de países
de Latinoamérica que han sido gobernados por partidos socialistas, se han
conseguido mejoras más sustanciales para las clases populares (como Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay o Nicaragua, entre otros) que en aquellos
gobernados por partidos de sensibilidad liberal y conservadora.
ASIA
Una comparación entre los
indicadores de salud de China (durante muchos años con un régimen socialista) y
la India (economía capitalista) muestra también la superioridad del sistema
socialista. En 1942, los indicadores de China eran mucho peores que los de la
India. En los años 1990, la mortalidad infantil era mucho mejor que en la India
(cuando había sido mucho peor). Algo parecido en cuanto a la mortalidad de
niños de 1 a 4 años. En los años 1990, la altura promedio era ya mayor en China
que en la India. Es interesante subrayar que estas mejoras se debieron más a la
redistribución de recursos que al crecimiento del PIB. Sin embargo, tales
indicadores se han deteriorado en China a raíz de las reformas liberales
introducidas por el gobierno comunista en los últimos 30 años. Los grandes
descensos en la mejora de la mortalidad se han producido a partir de la
introducción del capitalismo en China en los años 1980. Una evolución semejante
ha tenido lugar en los niveles de educación y nutrición infantil, con una
mejora más notable de la que ha tenido lugar en la India (incluso con niveles
de riqueza económica semejantes).
Es interesante que, incluso
dentro de la India, aquellos Estados gobernados por partidos con un compromiso
socialista, como Kerala, han tenido (desde 1957) una evolución de los
indicadores de salud, educación, nutrición y vivienda mejor que la del promedio
de la India. La mejora ha sido particularmente acentuada entre las mujeres.
Otra experiencia interesante ha
sido en los países asiáticos pertenecientes a la Unión Soviética. La
comparación de los indicadores de salud de esas repúblicas (Kazakstán,
Kirguizistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán) muestra que evolucionaron
más rápidamente que los de los países comparables y limítrofes en Asia.
En África, la experiencia
socialista no ha existido o no ha sido notable.
EUROPA
En Europa, las Repúblicas
Soviéticas no tuvieron indicadores mejores que los de los países con economías
capitalistas. En 1975, la URSS tenía una esperanza de vida de 70,4 años, solo 8
meses más corta que la de EEUU. Ahora bien, era más larga que la de Finlandia y
Portugal, y solo ligeramente inferior a la del Reino Unido, Japón, o la
República Federal de Alemania. Esta comparación actual olvida, sin embargo, que
históricamente la evolución en la Unión Soviética comenzó desde unos niveles
mucho más bajos. En realidad, en los primeros treinta años (1917-1947), su
evolución, no solo social, sino también económica, fue un gran éxito, como lo
demuestra que fuera capaz de derrotar a Alemania en la II Guerra Mundial.
Incluso Winston Churchill reconoció que la que derrotó a la Alemania Nazi fue
la Unión Soviética. El sistema socialista de producción mostró claramente su
superioridad. Fue la evolución posterior la que disminuyó el gran potencial de
aquella revolución, como escribí en mi libro Social Security and Medicine in the USSR, cuya distribución
fue prohibida en la Unión Soviética.
Hay pocas dudas, pues, de que,
en el contexto del mundo subdesarrollado, donde todavía hoy vive la mayoría de
la humanidad, el socialismo es un sistema económico mejor que el capitalismo.
Los países desarrollados se han
mantenido dentro de la esfera de las economías capitalistas y ninguno la ha
abandonado. Pero esta situación no puede presentarse como un indicador de la
supremacía del sistema capitalista. En realidad, los países donde han gobernado
por más tiempo partidos políticos comprometidos con el socialismo (partidos
socialdemócratas aliados a partidos comunistas o progresistas) tienen mejores
indicadores de salud y bienestar que aquellos gobernados por partidos
conservadores y liberales. El establecimiento del Estado del Bienestar es una
conquista de la socialdemocracia europea. Y tal conquista se desarrolló como un
avance hacia el socialismo. En el país donde esta estrategia avanzó más,
Suecia, los avances del Estado del Bienestar, en lugar de coaptar a la clase
trabajadora al sistema capitalista (como algunas voces izquierdosas sostienen),
sirvieron para empoderarla, exigiendo cambios en la propiedad del sistema
productivo a través de las reformas Meidner. Estas reformas consistían en que
los trabajadores adquirían, con la plusvalía generada, acciones en las
empresas, alcanzando así a tener la propiedad de la entidad anónima. La enorme
resistencia del empresariado impidió el cambio.
El gran cambio de la
socialdemocracia fue el rechazo y abandono de sus estrategias políticas,
eliminando, desde Blair y Schröder antes, a Renzi y Valls ahora, cualquier
atisbo de compromiso con el socialismo, habiendo desaparecido cualquier
intención de alcanzar este sistema. Pero su existencia ha sido responsable de
que Suecia y Noruega sean los países con mayor calidad de vida (diluida
recientemente en Suecia por las reformas pro-capitalistas de las derechas),
resultado de ser los únicos países que desde 1945 han sido gobernados más años
por partidos pro socialistas que por partidos pro capitalistas.
En base a esta experiencia, es
difícil estar de acuerdo con el Papa Juan Pablo II. En realidad, la fuerza de
los hechos parece haber cambiado la postura del Vaticano cuando, bajo el Papa
Francisco, este ha reconocido recientemente que el capitalismo no es el mejor
sistema, admitiendo, a su vez, que las fuerzas socialistas, con sus distintas
sensibilidades, han hecho más para mejorar el bienestar de las poblaciones que
las fuerzas pro capitalistas.
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