Si no media deshonestidad, hasta los opositores más férreos reconocen que
el estrafalario fallo de la justicia estadounidense intentó extorsionar al país
en favor de los fondos buitre. Frente al apriete imperial, el gobierno ejerció
soberanía y defendió el patrimonio público. En juego no estaba solamente el
valor del pago de un fallo abiertamente injusto, sino la totalidad de la
reestructuración de la deuda. La oposición se mostró errática y con reacciones
lentas. Su única propuesta concreta fue subordinarse al juzgado neoyorquino y
pagar sin chistar. Las mejores banderas y la legitimidad quedaron del lado del
gobierno, que supo capitalizarlas y recrear su mística. La disputa frente al
enemigo externo logró que las dificultades económicas, profundizadas por la
devaluación de enero, pasen a segundo plano, y sumó un prodigio: que la imagen
presidencial crezca en el marco de una economía que se frena. Pasado el vendaval, las dificultades económicas permanecen intactas. El bloqueo
judicial a los pagos no desató las diez plagas de Egipto con que asustaron
algunos economistas, pero no será neutro. Para empezar abortó la estrategia de
administración de la restricción externa, es decir la gestión de la escasez
estructural de dólares. El camino consistía en la resolución de todos los
pendientes con los mercados financieros globales para volver a colocar deuda a
tasas bajas y, en paralelo, estimular las inversiones energéticas. El
diagnóstico se basó en que el resto de los países de la región, con estructuras
económicas similares, no presentan problemas de cuenta corriente porque tienen
ingresos de capitales. Para financiar el crecimiento y no desatar crisis cambiarias, entonces, la
clave sigue siendo el financiamiento externo. La alternativa es no crecer, una
vía que supone conflictividad social y problemas de estabilización del mercado
cambiario. El punto es que las cotizaciones de los títulos de deuda nunca se
desmoronaron. El bloqueo estadounidense y la mala prensa financiada por los
buitres, y alimentada y replicada localmente, generaron un efecto indeseado
para sus impulsores: el conocimiento planetario de que Argentina es solvente e
intenta por todos los medios cumplir con sus acreedores regulares. El país
también consiguió la simpatía de quienes, frente al ataque especulativo,
apoyaron en los distintos foros multilaterales. La previsión lógica es que no
se esperará hasta enero de 2015 para pagar el 100 por ciento a los holdouts,
como algunos desean, sino que para ellos se mantendrán las condiciones del
canje. Y desde ahora, pero especialmente a partir de octubre, una vez
desbloqueada la cadena de pagos, se retomará la estrategia de buscar
financiamiento en el exterior. Esta vez por fuera de Estados Unidos. El mundo
no termina en Nueva York.
Fuente: Le Monde Diplomatique Cono Sur
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