Por el Ingeniero Javier M. Miró
La nota salió en Página 12 de hoy y sintetiza y
cuantifica/justifica(con números) lo que estuvimos discutiendo de diversas
formas durante meses, sobre la efectividad de la asistencia social, si la
intervención del estado no incentiva el trabajo o si hay gente que no merece
asistencia y el mercado lo soluciona todo.
Mitos
y realidades por Bernardo Kliksberg
Hay mitos económico -sociales
que circulan profusamente y despiertan enorme confusión.
Revisaremos algunos de ellos a
la luz de evidencia reciente.
1 Transferir a los pobres es
despilfarro y asistencialismo.
Sectores de las elites de la
región repiten sostienen que los grandes programas sociales son puramente
asistenciales, no cambian nada.
En la realidad, programas como
los de transferencias condicionadas (PTC), nacidos en América latina, se han
convertido en una referencia internacional. Los recomienda hoy The Economist
para atender la pobreza en aumento en Europa. Han sido el modelo en que se
inspiraron ciudades como Nueva York y Washington DC. Se han replicado en Asia y
África.
A los latinoamericanos se les
dice que son inservibles, cuando el mundo los está viendo como una de las
experiencias más exitosas en reducir pobreza y desigualdad.
Los PTC, que lideran programas
en gran escala como Bolsa Familia del Brasil, Oportunidades, de México, y
Asignación Universal, en Argentina, benefician hoy a 129 millones de
latinoamericanos, en 18 países. Bolsa Familia llega a 52 millones de personas y
tuvo en 2013 un presupuesto de 11.000 millones de dólares. El Oportunidades
apoya a 27 millones (25 por ciento de la población), en un país donde casi el
50 por ciento está por debajo de la línea de la pobreza, y Asignación Universal
cubre a los 3,5 millones de niños pobres de la Argentina.
Los PTC han sido clave, junto
con políticas económicas y sociales contracíclicas, en la reducción de pobreza
en la región del 41 por ciento en el año 2000 al 25 por ciento actualmente.
El BID estima que sin ellos la
pobreza sería un 13 por ciento mayor. El Banco Mundial y el PNUD, que ha
contribuido mucho a bajar las desigualdades, concluyeron en evaluaciones que
hay clara evidencia de éxito (de los PTC) en cuanto a aumentar la tasa de
inscripción escolar, mejorar la atención en salud preventiva y elevar el consumo
en el hogar.
2 Los pobres malgastan lo que se
les transfiere
El mito dice que transferirles
recursos es fomentar la indolencia, que van a dejar de trabajar, que lo van a
gastar en alcohol o juego.
¿Cómo se puede sostener ese
argumento cuando programas líderes como Bolsa Familia y Asignación Universal
fijaron que el único titular de derechos, que va a recibir la transferencia, es
la madre?
¿Alguien conoce mejores
administradores de recursos escasos que las madres pobres?
La célebre experiencia del
Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, el Banco de los Pobres, hoy en 80
países, sólo prestaba a madres pobres. Ha tenido mayor tasa de repago que
cualquier otro banco. El 98 por ciento pagó. Hicieron todo para pagar y renovar
sus créditos, para poder proteger a sus hijos.
En América latina, la pobreza
ha desarticulado muchas familias. El hombre deserta, la madre se queda y es el
único sostén del hogar. La Cepal estimó que sin el trabajo abnegado y agotador
de esas madres la pobreza sería un 10 por ciento mayor.
El autor tuvo la oportunidad
de disertar recientemente para 600 madres humildes del programa Ellas Hacen.
Son madres con tres hijos o más, que están recibiendo Asignación Universal. El
programa las capacita en oficios, de fácil inserción laboral. Entre otros, en
plomería, albañilería, soldadura. Al pedirles sugerencias, dijeron que querían
hacer un pedido a los organizadores. Que además las capacitaran para ser
electricistas.
Los estudios existentes
indican que, junto a las madres, en general los pobres cubiertos por los PTC
han invertido lo que reciben en educación de los hijos, alimentos, remedios,
ropa, zapatos y otros similares. En algunos lugares del interior del país, la
Anses, ejecutora de Asignación Universal, ha encontrado que ahorran una parte
para ir comprando cemento, para autoconstruirse una vivienda mejor.
3 Lo único que puede reducir la
criminalidad es la mano dura.
La ciudadanía tiene todo el
derecho a exigir que se reduzca el delito. El mito cultiva la idea de qué a
mano dura es la única alternativa.
El problema es más complejo.
Así, entre otros aspectos, se debe distinguir entre el crimen organizado y la
delictualidad joven. El primero debe ser combatido con el máximo peso de la
ley, fuerzas policiales modernizadas, calificadas y adecuadamente remuneradas,
y una Justicia activa. El segundo, está vinculado con factores como la
marginación social. Más del 20 por ciento de los jóvenes de la región han
quedado excluidos, la pobreza ha incidido fuertemente en su deserción temprana
del sistema escolar y, sin título de secundaria, están fuera del mercado de
trabajo. El crimen organizado trata de buscar nuevos reclutas en los jóvenes
desesperados.
Una investigación del Banco
Mundial (2014) muestra las correlaciones entre criminalidad y desigualdad, que
ignora el simplismo de la mano dura.
Analizó 2000 municipios de
México. En el 30 por ciento había aumentado la desigualdad entre 2005-10.
Encontró una alta relación entre su aumento y el de la criminalidad. Destaca
que si la desigualdad no hubiera bajado en los otros, los muy elevados niveles
de criminalidad del país serían aún peores. Concluye: Las recientes tendencias
en tasas de homicidios pueden ser exacerbadas con una potencialización de las
desigualdades en la distribución del ingreso en la región.
Los países del mundo con más
baja tasa de criminalidad son los escandinavos. Tienen un muy bajo número de
policías por habitante, pero la más alta igualdad del mundo. Su secreto estuvo
en la inclusión masiva de toda la población joven.
El mito debe ser reemplazado
por una visión amplia que aplique enérgicamente políticas de inclusión para los
jóvenes marginados, junto con reformas importantes en la policía y la Justicia
para que puedan enfrentar al crimen organizado.
4 Solo hay una alternativa, la
economía ortodoxa.
¿Cómo se puede seguir
difundiendo ese mito en América latina, ante lo que pasa en las economías
europeas?
The Economist (30/8/14) dice
que la impresión de que se estaba saliendo de la crisis era una ilusión. En
las recientes semanas los países de la Eurozona han comenzado a hundirse otra
vez. Advierte sobre el peligro de la deflación, la excesiva austeridad y que
si la unificación monetaria no trae nada más que estancamiento, desocupación y
deflación, algunos van a votar eventualmente por dejar el euro.
Fue diferente en América
latina. En pobreza infantil (Walls, El País 1/9/14) señala que creció en España
del 24,1 por ciento en 2008, al 27,5 por ciento en 2014. En cambio, en la
región, si bien falta mucho, bajó un 15 por ciento (del 55,3 por ciento en 2000
a 40,5 por ciento en 2014). Se pregunta: Ante esta realidad, ¿podría aprender
España de los ejemplos exitosos en reducción de pobreza infantil de países
latinoamericanos. La Unicef estima que la incorporación de una ayuda universal
por hijo en España supondría una reducción de la pobreza infantil de hasta un 7
por ciento.
Los mitos referidos, y otros,
desvalorizan las políticas sociales, descalifican a los pobres, propugnan el
fundamentalismo de la mano dura y muestran como único modelo posible al
neoliberal. Están en flagrante contradicción con la realidad. Pero son muy
funcionales para quienes quieren mantener un statu quo donde 86 personas en el
mundo tienen hoy más que los 3500 millones más pobres.
* Bernardo Kliksberg es Director del Programa Internacional Jóvenes de la Unasur por una Economía
Social y la Integración Regional, patrocinado por UBA y CAF.
Fuente
Página 12
La derecha es muy clara cuando expresa que no quiere socializar la riqueza, que eso es cosa de comunistas. Aquí se cuidan más, son hipócritas, fingen que les importan los pobres, fingen una sensibilidad que definitivamente no tienen y basta verlos cuando acceden en gestión.
ResponderEliminarPero hay que escucharlos, en la calle, cuando se les retuercen las tripas vociferando contra lo que más les importa: la asistencia a los sectores más vulnerables.
Quienes acuden dóciles a que los sometan los poderes concentrados, se indignan airadamente contra la AUH y lo que llaman despectivamente "plancitos".
Con esa gente nos las tenemos que ver.
Por ahí, una cifra del BID sugiere que habría mil millones de pobres más en el mundo de no ser por este tipo de retribuciones. Con eso me basta y me basta multiplicado por mil millones. Que digan lo que quieran, están muertos en vida.