Che, Szpolski, no te hagás el pelotudo con Brieger y mirá el mapa: A Israel no le interesa negociar con los palestinos...
“LO QUE ES MÍO ES MÍO, LO QUE ES TUYO SE NEGOCIA” A Israel no le interesa negociar con los palestinos por Alain
Gresh, para Le Monde Diplomatique
Las negociaciones
palestino-israelíes han finalizado sin ningún resultado. Hasta los propios
emisarios de Estados Unidos se han declarado sorprendidos por la intransigencia
del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Sin embargo, el
incondicional apoyo de Washington a Tel Aviv no sufrirá ninguna alteración. Y
no habrá un Estado palestino. Las
negociaciones tendrían que haber empezado con la decisión de detener las obras
en las colonias. Pero pensamos que podíamos lograrlo gracias a la
descomposición del gobierno israelí, entonces lo descartamos.” Entrevistado por
el conocido periodista Nahum Barnea, del diario israelí Yediot Aharonot, en el
marco de una investigación sobre el fracaso de las negociaciones
palestino-israelíes, el funcionario estadounidense –cuyo nombre queda en el
anonimato– prosigue: “No habíamos comprendido que el primer ministro Benjamin Netanyahu
usaba las licitaciones de las obras en las colonias para garantizar la
sobrevivencia de su propio gobierno. Tampoco habíamos entendido que la
prosecución de dichas obras ayudaba a que algunos ministros sabotearan, de un
modo muy eficaz, el éxito de las negociaciones. [...] Recién ahora, tras el
fracaso de las conversaciones, nos dimos cuenta de que estas obras [unas 14.000
viviendas] equivalían a una expropiación de tierras a gran escala”. A la
pregunta “¿Se sorprendieron cuando descubrieron que en realidad a los israelíes
no les interesaba lo que pasaba en las negociaciones?”, el funcionario de la
administración Obama responde: “Sí, nos sorprendimos. Cuando su ministro de
Defensa, Moshe Yaalon, declaró que lo único que buscaba [el secretario de
Estado estadounidense] John Kerry era conseguir el Premio Nobel, el insulto fue
terrible, cuando nosotros lo hacíamos por ustedes”. Aunque todas
las fuentes de Nahum Barnea sean anónimas, se sabe que el autor accedió a todos
los funcionarios estadounidenses, en especial a Martin Indyk, encargado por el
presidente Barack Obama de supervisar las negociaciones palestino-israelíes. El
principal argumento se reduce a tres palabras: “Nosotros [los estadounidenses]
no sabíamos”. No sabíamos lo que significaba la colonización, no sabíamos que
el gobierno israelí no estaba interesado en las negociaciones.
Mentiras piadosas
¿Es creíble? Estados Unidos, el principal aliado de
Israel, que participa del “proceso de paz” desde hace cuatro décadas... ¿“no
sabía”? ¿Cómo creer que el secretario de Estado John Kerry haya podido cruzar
los océanos decenas de veces, coordinar cientos de horas de negociaciones, de
conversaciones telefónicas y videoconferencias, multiplicar las entrevistas
individuales con la mayoría de los líderes de la región en detrimento de otros
problemas internacionales? ¿Cómo creer, en síntesis, que haya dedicado tanta
energía a resolver este conflicto, para “tomar conciencia recién ahora” de que
a los israelíes no les interesaban las negociaciones? Sin embargo, hace más de
una década que el “Proceso de Oslo” está muerto y enterrado bajo el peso de los
colonos. Son más de 350.000 los que desde 1993 se han ido instalando en
Cisjordania y Jerusalén Este. ¿Y Washington tampoco lo entendió? ¿Qué hay,
entonces, en la cabeza de John Kerry? ¿Por qué tanta perseverancia en el
fracaso? ¿Realmente “no sabía”? En realidad, Kerry, al igual que el presidente
Obama y todos sus antecesores, adhirieron hasta tal punto a la mirada de Tel
Aviv que ya no ven la realidad y no pueden entender el punto de vista de los
palestinos. Saeb Erekat, el jefe de los negociadores palestinos, lanzó a los
israelíes: “Ustedes no nos ven, somos invisibles”. Exactamente lo mismo podría
decirse a Estados Unidos, a quien se puede aplicar, junto con los israelíes, el
viejo principio de “lo que es mío es mío, lo que es tuyo se negocia”. Las
tierras conquistadas en 1967 son “territorios disputados” y todos los derechos
de los palestinos son negociables, ya sea sobre Jerusalén Este, sobre las
colonias, la seguridad, los refugiados, el agua, etc. Así pues, cualquier
concesión queda a cargo de los ocupados, no de los ocupantes. Por eso es que,
cuando Israel acepta proceder a la retrocesión del 40% de Cisjordania, puede
proclamar que está haciendo una dolorosa concesión, comprometiendo su
seguridad, los derechos del “pueblo judío” en Eretz Israel (la tierra de
Israel), etc. Esta postura sirve al gobierno israelí para acumular obstáculos,
pidiendo concesión tras concesión, y nunca ninguna es suficiente. Aunque los
palestinos reconocieron el Estado de Israel –pero no a la inversa–, se les
exige el reconocimiento de su carácter judío, cosa que nunca se pidió a Egipto
ni a Jordania ni a los palestinos en tiempos del primer mandato de Netanyahu
(1996-1999). Esta vez, sin embargo, una intransigencia tan arrogante provocó el
mal humor de los diplomáticos estadounidenses, que estalló en varias ocasiones.
Algunos de ellos –incluido el presidente Barack Obama– mencionaron el hecho de
que no existía una solución alternativa a la de los dos Estados, sino un Estado
único en el territorio histórico de Palestina. El propio John Kerry alertó
sobre un sistema de “apartheid” (aunque se retractó rápidamente). En un primer
momento, Washington había manifestado su satisfacción ante el desarrollo de las
negociaciones. Iniciadas en julio de 2013, iban a durar nueve meses y la Autoridad
Nacional Palestina aceptó múltiples concesiones respecto de la legalidad
internacional: desmilitarización del futuro Estado palestino, presencia militar
israelí en el río Jordán durante cinco años, reemplazada luego por la de
Estados Unidos, paso de las colonias de Jerusalén a soberanía israelí,
intercambio de territorios que permitan que el 80% de los colonos de
Cisjordania sean integrados en el Estado de Israel. Por último, el regreso de
los refugiados estaría condicionado al acuerdo de Israel. Ningún otro dirigente
palestino había llegado tan lejos en las concesiones como Abbas y es poco
probable que en el futuro se encuentre otro que esté dispuesto a aceptarlas. A
todos estos avances (o retrocesos, según el punto de vista que se adopte),
Israel respondió con un “¡No!” rotundo. Como cuenta una de las fuentes
estadounidenses de Nahum Barnea: “Israel presentó sus necesidades de seguridad
en Cisjordania. Pidió el control total de los territorios [los estadounidenses
nunca dicen “ocupados”, a pesar de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad
de la ONU de noviembre de 1967]. Eso significaba, para los palestinos, [...]
que Israel seguiría controlando Cisjordania para siempre”. Sin embargo, la
cooperación en materia de seguridad entre Israel y la Autoridad Nacional
Palestina nunca había sido tan estrecha, ni la seguridad de los israelíes había
sido tan resguardada (en detrimento –recordémoslo– de la de los palestinos,
aprisionados por el recorte de los territorios, humillados por los controles
incesantes y regularmente abatidos en Cisjordania y Gaza). Según la
organización de defensa de derechos humanos B’tselem, en 2013 fueron asesinados
36 palestinos, es decir, el triple que el año anterior.
Las víctimas que el Estado de Israel, EE.UU y el Sr. Szpolski
no tienen en cuenta cuando de análisis se trata.
Falsas promesas
Unas semanas antes del 29 de abril, fecha en que
caducaba el plazo para las negociaciones de paz, se hizo evidente que Netanyahu
sólo buscaba ganar tiempo. Primero se retractó de su promesa de liberar al
cuarto grupo de prisioneros palestinos encarcelados desde antes de 1993. La
Autoridad entonces replicó ratificando cierto número de tratados
internacionales (en particular las Convenciones de Ginebra que regulan las
obligaciones de las potencias ocupantes y que el gobierno israelí viola
alegremente desde 1967), pero se abstuvo, por el momento, de ratificar la
Convención de la Corte Penal Internacional (CPI) que permitiría investigar a
los líderes israelíes por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Para
la CPI, la instalación de colonos en un territorio ocupado es un crimen de
guerra. Cuando el gobierno israelí confirmó su determinación de prolongar el
control de Cisjordania “por los siglos de los siglos” (Biblia, Libro de Daniel,
7-18), el presidente Mahmud Abbas, fuertemente discutido dentro de Al Fatah e
impopular, decidió que había llegado el momento de poner fin a la división que,
desde 2007, había debilitado la causa palestina. Las condiciones habían
madurado de ambos lados. El propio Hamas abrazó la idea, debilitado por el
bloqueo conjunto de Israel y las nuevas autoridades egipcias –así como por la
violenta campaña antipalestina instrumentada por El Cairo– y cuestionado en su
interior por organizaciones más radicales, en particular el Yihad Islámico o
grupos que responden a Al-Qaeda. Así, el pasado 23 de abril se firmó un acuerdo
para la creación de un gobierno de “técnicos” presidido por Abbas y la
realización de elecciones legislativas y presidenciales en un plazo de seis
meses. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) también tendría
que realizar elecciones internas e integrar a Hamas, que nunca había sido
miembro. Este acuerdo se adecua al firmado en El Cairo en 2011 y confirmado en
Doha en 2012, pero nunca implementado. El convenio –que no había provocado la
indignación de Washington y había sido celebrado por la Unión Europea– fue la
excusa que encontró Israel para romper las negociaciones que, de todas maneras,
estaban trabadas. “Abbas debe elegir: o hacer la paz con Israel o reconciliarse
con Hamas”, proclamó Netanyahu, quien en los meses previos había puesto en duda
la “representatividad” de Abbas con el argumento de que no controlaba Gaza...
El líder palestino le respondió que el futuro gobierno estaría compuesto por
tecnócratas e independientes: “Los israelíes preguntan: ¿reconoce este gobierno
a Israel? Yo respondo: por supuesto. ¿Renuncia al terrorismo? Por supuesto.
¿Reconoce la legitimidad internacional? Por supuesto”. Se podrían remitir estas
preguntas a Netanyahu y a su coalición gubernamental, como así también a los
partidos de carácter fascista que participan en ella, como el Hogar Judío de
Naftalli Bannet, y sus doce diputados (de ciento veinte). ¿Reconocen un Estado
palestino independiente en las fronteras de 1967 o las resoluciones de la ONU?
Por supuesto que no. Pero la suspensión prolongada de las negociaciones perjudica
a Washington y a Tel Aviv: “Existe una amenaza muy concreta e inmediata para
Israel si intenta imponer sanciones económicas a los palestinos –explica un
funcionario estadounidense a Nahum Barnea–. Podrían actuar como un búmeran
[...]. Podrían terminar en el desmantelamiento de la Autoridad Palestina y los
soldados israelíes deberían administrar la vida de 2,5 millones de palestinos,
para gran pesar de sus madres. Los países donantes dejarían de pagar y la
factura de 3.000 millones de dólares tendrían que pagarla ustedes, a través de
su ministro de Economía”. Por otra parte, mientras dure el supuesto “proceso de
paz”, los llamados a sancionar a Israel y su boicot son menos creíbles. No es
casualidad que el gobierno alemán haya decidido, después del cese de las
conversaciones, no subsidiar la compra de submarinos nucleares alemanes por
parte de Israel, lo cual costará cientos de millones de dólares a los
contribuyentes israelíes. Y la Unión Europea podría, luego de tantas prórrogas
y tanta condescendencia para con Israel, impartir sanciones. Lo que no
cambiará, cualesquiera sean las violaciones cometidas contra la legalidad
internacional, es que Estados Unidos se mantendrá firme detrás de Israel. Como
explicaba Indyk recientemente: “Las relaciones israelo-estadounidenses
cambiaron de manera fundamental [desde la guerra de octubre de 1973]. Sólo
quienes los conocen íntimamente –como yo tengo el privilegio de conocerlos–
pueden dar testimonio de cuán profundos y fuertes son los vínculos que unen a
nuestras dos naciones. Cuando el presidente Obama habla, con un orgullo
justificado, de vínculos ‘irrompibles’, piensa lo que dice y sabe de qué habla”.
Indyk completa afirmando que, contrariamente a lo que sucedió después de la
guerra de octubre de 1973, cuando el secretario de Estado Henry Kissinger
negociaba un acuerdo entre Israel de un lado y Siria y Egipto del otro, Obama
nunca suspendería las relaciones militares con Tel Aviv como en su momento hizo
el presidente Richard Nixon. Mañana, el Estado palestino, siempre mañana: así
se puede resumir el discurso estadounidense. Hay que aceptarlo, Washington no
llevará por sí solo y sin presiones la paz a Medio Oriente. Se necesitarán
fuertes medidas de sanción contra Israel adoptadas por Estados y de boicot
promovidas por la sociedad civil, para que los palestinos finalmente puedan
celebrar “el año próximo en Jerusalén”.
Este es el problema...
Es increíble como está saliendo a la luz todo el tema del genocidio. Y con todas las fotos (yo nunca las reproduzco ni las miro porque me provocan un dolor infinito). Pero es más que bueno que esto salga al fin a la luz mas generalizadamente y evidenciando descarnadamente la magnitud de esta barbarie.
ResponderEliminarHace unos años, eramos pocos blogueros los que lo repercutíamos y con poco interés como respuesta y, vaya dato al más insistente le cerraron el blog acusándolo de nazi!
Estos son los nazis modernos y ya no les resta nada para parecerse tanto a quienes fueron los verdugos de su pueblo.
Por ejemplo, apenas saliendo de aquí, me encuentro con esto:
ResponderEliminarhttp://locomundojapa.blogspot.com.ar/
No quiero ver nada amigo, es demasiado sufrimiento, estos tipos tienen una impunidad increíble. Los hijos de puta que "se indignan" por la "dictadura venezolana" ni abren la boca.
Acabo de ver la imagen. Es aterradora. Con las disculpas del caso por el golpe bajo la voy a publicar por entre el texto. Tenemos la obligación de informar al señor Sergio Szpolki .
EliminarDaniel. Laburé desde el 82 hasta el 87 en el terciario de la ORT como prosecretario. Te puedo asegurar que la mayoría de los judíos que he tratado son conscientes de la escasa vocación que han tenido los sucesivos gobiernos israelíes en procura de lograr un acuerdo de paz definitivo y justo con el pueblo palestino. De todas formas sus muertos son sus muertos y a esta altura del partido son muchos como para dejarlos de lado. Luego están los fundamentalistas tipo Szpolski que no van atrás de ningún tipo de reivindicación histórico-cultural del pueblo israelí, sólo les interesa aniquilar al pueblo palestino y de ese modo acrecentar sus negocios en la región.
ResponderEliminarGustavo;
ResponderEliminara esta altura de los acontecimientos me parece necesario que ellos mismos realicen YA una gran marcha contra el genocidio como nosotros las hicimos en su momento contra los genocidas del Proceso del '76.
Gustavo, Daniel: a esta altura de los hechos sobre el terreno que vino produciendo la ocupación israelí desde 1967 (acelerada en la última década) la condición de posibilidad de un estado palestino prácticamente ha desaparecido. Por eso la táctica israelí es la dilación sine die, mientras avanzan en su estrategia: la limpieza étnica. Frente a esto ya hay expresiones políticas palestinas que postulan volver a la idea de un estado binacional, cosa que los israelíes negarán siempre, por supuesto. Ahora bien, la táctica, los pasos para llegar a eso circulan por una vía que el Concejo Nacional Africano transitó en su lucha contra el apartheid: "Un hombre, un voto". Es decir, obligar a que Israel asuma nuevamente el control y la soberanía sobre los territorios ocupados, de manera de convetir la lucha en una exigencia de cumplimiento de los derechos civiles. Esto, expresado en 4 líneas no explica mucho, pero el hecho del cuál se parte es cada vez más evidente: las modificaciones sobre el territorio, hasta geográficas (el muro en algún ligar opera como una nueva "divisoria de aguas") hacen cada vez más imposible la existencia de un Estado palestino.
ResponderEliminarSalute, gran post !
Vamos Israel! Desde Dorrego nos sentimos identificados con el fuerte pueblo israelí, ya que nosotros también sufrimos los embates de los montehermoseños, los cuales vienen a nuestro Partido a robar, a matar y a armar desmanes en los boliches y en las whiskerías. Lamentablemente, el más terrible defecto de nuestro Intendente es no tener el puño firme como para llamar a los dorreguenses a invadir Monte Hermoso y restaurar el orden de una buena vez!
ResponderEliminarhttp://www.paginapopular.net/galeano-poca-palestina-queda-paso-a-paso-israel-la-esta-borrando-del-mapa/
ResponderEliminarno hay solución posible a este conflicto hasta que todos los judíos desaparezcan de la faz de la tierra. La maldad la llevan en sus genes. Qué viva la lucha de Hamas, que es la lucha del pueblo palestino!
ResponderEliminarBueno, anónimo 12.22, empiece, nomás, matando algunos. ¿Los va a elegir por apellido, por genealogía materna, o por autodefinición? Declaraciones como la suya son las que durante décadas impidieron la comprensión de la justa lucha del pueblo palestino.
ResponderEliminarSi quiere, después por mail, me escribe, nos citamos, y empieza matando algún judío.
Gustavo: una cosa es ser buen anfitrión y otra dejar que se amontone la basura en la puerta de casa...Saludos !
He sido acusado de antisemita y de sionista al mismo tiempo, simplemente por aspirar a que esto termine de una vez y en buenos términos. No dudo que tengas razón en cuanto a la escoria que deambula por la red. Este tipo de comentarios los dejo justamente para que sepamos que este tipo de personas existen y están peligrosamente entre nosotros. Gracias
ResponderEliminarGustavo:
ResponderEliminarGracias por el post (nuevamente) y por la honestidad (como siempre) .
Un abrazo
Es recíproco.. Abrazo
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