CUANDO EL ARTE EXPLICA. Roque Dalton, Salvadoreño, hombre y poeta de izquierdas, secuestrado y asesinado por hombres de izquierdas...






Juan José Dalton, hijo del poeta y revolucionario salvadoreño Roque Dalton, habla sobre la muerte de su padre y la necesidad de una revisión crítica del pasado


El salvadoreño Juan José Dalton es un periodista que hoy trabaja en su país así como ayer trabajó en el extranjero, mientras estuvo exiliado. Pero también fue un guerrillero herido y capturado en combate y de quien sus carceleros no reconocieron su verdadera identidad, en un hecho que le salvó la vida. Además, es un hombre de izquierda que ni abdica de la idea de justicia social ni le teme a debates sin saldar y verdades dolorosas. Su padre fue Roque Dalton, el poeta y guerrillero salvadoreño, muerto en 1975 a manos de sus mismos compañeros de lucha, que lo secuestraron y asesinaron en un supuesto juicio que lo acusaba de colaborar con la CIA. Joaquín Villalobos, asesino material confeso de Dalton padre, es hoy un hombre de derecha, que ha trabajado para Álvaro Uribe y que criticó duramente a Hugo Chávez. La “foja de servicios” de Villalobos no se detiene sólo en el caso Dalton. La Comisión de la Verdad surgida de los Acuerdos de Paz de Chapultepec de 1991, que pusieron fin a doce años de guerra civil en el país, lo responsabiliza como protagonista destacado de las polémicas ejecuciones de alcaldes civiles por parte del FMLN en los años ochenta. En medio de las tensas circunstancias electorales que El Salvador vivió en el reciente verano, Debate dialogó con Juan José Dalton acerca del pasado y el presente. 

¿Podría relatar las circunstancias en las cuales su padre fue secuestrado, juzgado y asesinado?

Fruto de las investigaciones que hemos hecho desde que se produjeron los acontecimientos de mayo de 1975, y que incluyeron la recolección de testimonios y la consulta de diversos documentos, llegamos a ciertas conclusiones. Hemos sabido que en el seno del Ejército Revolucionario del Pueblo, una de las dos organizaciones pequeñas que había de la guerrilla salvadoreña, había una confrontación de dos bandos. Uno de esos dos grupos del ERP era considerado como los militaristas. En el otro grupo estaba mi padre, quien aparentemente era su cabeza pensante. Lo que sucedió fue un choque de posiciones que, de pronto, se convirtieron en irreconciliables, y los militaristas decidieron terminar esa confrontación política de una manera violenta. Entonces, en el seno de una organización revolucionaria se toma la decisión de eliminar  a uno de los líderes del otro grupo. Y no sólo eso, nosotros hemos podido averiguar que ellos pensaban asesinar a la conducción de todo ese sector...    

¿Quiénes más lo integraban?... 

También estaban Lil Milagros Ramírez, Eduardo Sancho, Ernesto Jovel, alguien a quien asesinaron junto a mi padre que se llamaba Armando Arteaga. Ellos eran los dirigentes más reconocidos del grupo “político”. En el bando contrario, estaba el máximo dirigente del ERP, que se llamaba Alejandro Rivas Mira. También se encontraban Joaquín Villalobos y Jorge Meléndez, conocido como “Jonás”,  que sobrevivieron a esa etapa. Además, estaba Vladimir Rogel, quien también es asesinado por sus compañeros. Siempre resolvían los problemas políticos a través de las armas. Mi padre fue apresado con una justificación que, tengo entendido, no era la real. Lo capturaron junto a Arteaga, a “Pancho”, por una supuesta indisciplina. Los mantienen cautivos hasta el 10 de mayo, cuando deciden asesinarlos. Hemos sabido que hubo un comando ejecutor de la orden que estuvo integrado por Rogel, que fue el que asesinó a Arteaga; por Villalobos, que fue quien asesinó a mi padre; y por Meléndez que, si bien no disparó, era el encargado de hacer cumplir la orden.... 

¿En qué situación judicial se encuentra el caso Roque Dalton? ¿Cuáles son los reclamos de su familia? 

Cuando termina la guerra en El Salvador, teníamos la idea de que desde el propio movimiento de izquierda del FMLN se iba a hacer una revisión crítica del caso y que se llegaría a una reivindicación de Roque Dalton para darle el lugar que realmente merece dentro del movimiento. Considero que él fue partícipe y muchas de sus ideas son base central del pensamiento revolucionario salvadoreño. Pero nada de eso se ha dado hasta el momento. Ante esta situación,  decidimos llevar el caso a la justicia local. En El Salvador específicamente, este fue sobreseído por prescripción del delito. Porque aquí, desgraciadamente, se puede dar el crimen más atroz de la vida, se puede perpetrar una masacre terrible, pero a los diez años el delito prescribe. Entonces, planteamos que se trataba de un crimen de lesa humanidad pero el tribunal salvadoreño desestimó nuestras alegaciones y lo consideró un crimen común. Por ese motivo, decidimos llevar el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que lo analice como un crimen de lesa humanidad. Y estamos esperando que lo admita. 

Actualmente, ¿qué lugar ocupa Dalton en El Salvador, tanto en la política como en la cultura?. 

A nivel político, creo que la sociedad lo reconoce como uno de sus emblemas más importantes. Hay gente que lo coloca al lado de Monseñor Romero, en tanto una de las personalidades más representativas del país. En el terreno de la cultura, la obra de mi padre está reconocida como una obra que pertenece a la cultura salvadoreña. Pero no sólo en este país. Ya la obra de mi padre es estudiada en círculos importantes de la academia norteamericana, así como en la latinoamericana y europea. Ahora bien, podemos decir que mi padre no ha sido objeto de un homenaje oficial dado que nosotros no hemos querido, no hemos estado de acuerdo, hasta que no haya un reconocimiento oficial de lo que fue su crimen...

¿Esta muerte no conduce a una mirada más crítica sobre la lucha revolucionaria de los años 70 y 80?...

Sí, por supuesto. Es un deber para nosotros, y para mí como intelectual, como intelectual revolucionario, como intelectual de izquierda. En mi opinión, el asesinato de Roque Dalton tiene que llevarnos a ver el proceso salvadoreño como un proceso dramático en el que tuvieron lugar este tipo de situaciones y que todavía permanecen en la impunidad. Es cierto que nosotros desde la izquierda luchamos contra la dictadura militar, que era una dictadura represiva y que cometió crímenes tremendos. Pero me pregunto cómo es posible que también en el seno de la izquierda salvadoreña se hayan cometido abusos y crímenes de guerra...

¿Cuál es la postura actual del FMLN con respecto a lo que pasó con Dalton?.. 

Hasta ahora, oficialmente, es un tema tabú dentro del FMLN. Me parece que han preferido que pase el tiempo creyendo que la gente se va a olvidar y no va a tener un sentido crítico. Creo que este es un tremendo error histórico por parte de la izquierda salvadoreña porque han pasado cuarenta años, pero cada vez que aparece algo relacionado con el tema los debates son encendidos y hay un reclamo de los jóvenes, de la sociedad, para que esto se aclare...

¿Acordaría con el postulado de que la izquierda tardó en reconocer la importancia de la democracia como forma de gobierno?...

Sí. La izquierda ha evolucionado mucho en los últimos años, como parte de la propia evolución social y política de las sociedades. Las izquierdas en América Latina reconocieron que la democracia es un régimen imperfecto pero, al mismo tiempo, la mejor opción. Sin embargo, tiene que haber una democracia que lleve a dignificar al ser humano en todo su esplendor, en todos sus derechos. ...

Fuente: Revista Debate




..El poeta ejecutado por la guerrilla: el oscuro mito de Roque Dalton, por Miguel Huezo Mixco. A Roque Dalton lo mataron a quemarropa. La leyenda dice que sus matadores, sin valor para mirarlo a los ojos, le inyectaron un somnífero antes de dispararle. También se dice que lo liquidaron de sorpresa: llegaron a su lado y de súbito le descargaron los tiros. Pasara lo que pasare en esa hora siniestra, aquella fue la última de las celadas que le tendió la vida. El sacrificio de Dalton estuvo en la génesis del nuevo poder que emergió entre combates guerrilleros y protestas sociales. Sus asesinos eran un pequeño grupo de conspiradores que con los años llegaría a ser una poderosa organización armada. Dos de los sobrevivientes de aquella célula estamparon su firma en el documento que puso fin a la más cruenta de las guerras libradas hasta ahora en El Salvador. La “muerte horrenda” de Dalton, como la llamó Julio Cortázar, levantó una exclamación de repudio en todo el mundo y le dio paso a su leyenda. Una leyenda que Dalton mismo, en vida, ayudó a alentar. Nació en 1935, único hijo de la enfermera María García y de Winnal Dalton, un tejano criado en la frontera con México, que hablaba el español como segunda lengua. Casi nadie sabe que aquella improbable relación entre dos personas provenientes de mundos sociales tan dispares tuvo como origen un altercado entre Winnal Dalton y el filántropo Benjamín Bloom. María García se encargó de curar de sus heridas a Mr. Dalton, y éste le hizo la corte. El niño fue inscrito con el nombre de Roque Antonio García. Roque fue calzado con el apellido que su padre no quiso darle, y más tarde con las botas de una leyenda, la de los hermanos Dalton, forajidos y fabricantes de mal whisky, que en el último cuarto del siglo XIX sembraron el terror en Arizona. No existen pruebas de parentela alguna entre el poeta y aquellos malhechores, pero con ellos Dalton se construyó una aureola de pendenciero que lo seguiría hasta el fin de sus días. Aquel hombre que por periodos fue devastado por el alcohol, lector voraz, proverbial mujeriego e iconoclasta capaz de imprudencias relevantes, ha llegado a ser un ícono incuestionable. Algunos no sólo tienen el justo interés en lavar su memoria sino también el menos recto propósito de entronizarlo como una figura moral que le otorgaría infalibilidad a sus propios juicios políticos y estéticos. La poesía de Dalton es inseparable de su vida, y su vida de sus opciones políticas. Sin embargo, una de esas partes —la política— ha predominado por encima de las demás. Uno de los resultados ha sido, como ya lo señaló Rafael Lara Martínez, una “invención editorial” que privilegia la imagen de Dalton guerrillero. Cabe preguntarnos por la sinceridad con que han actuado los constructores de su prestigio como subversivo. Cuando lo mataron tenía 40 años de edad. Aunque sus declaraciones de apoyo a la lucha armada comenzaron a conocerse a finales de los años sesenta, Dalton efectivamente tomó las armas en los dos últimos años de su vida. En varios momentos recibió instrucción militar, como muchos de los escritores de su generación, cuando en la década de los sesenta el pc salvadoreño contempló la veleidad de organizar un frente armado. Dalton se reía repetidamente de la voluntad combativa de la nomenclatura comunista de aquellos años. En uno de sus poemas, desdoblado en un burócrata, afirma: “Estamos por la lucha armada/ pero en contra de comenzarla”. En efecto, después de recibir una ducha de rigores en algún campamento de Cuba, los conjurados regresaban a San Salvador a hacer “una vida entre militante y bohemia”, a la espera del llamado al combate. Algunos fueron adiestrados hasta en el manejo de tanques, lo que le otorgaría a la instrucción ribetes cómicos. Una noche en La Habana Julio Cortázar presenció una discusión de Dalton con Fidel Castro sobre un problema de utilización eficaz de quién sabe qué arma. Una metralleta invisible pasaba de las manos del uno a las del otro. “Las diferencias entre el corpachón de Fidel y la figura esmirriada y flexible de Roque nos causaba un regocijo infinito”, recuerda Cortázar. Dalton no tendría ocasión de poner en práctica sus supuestas habilidades. Es poco probable que alguna vez haya entrado en combate. No estoy poniendo en duda su coraje y determinación, pero Dalton no fue exactamente el prototipo de un soldado, aunque, después de todo, fue el que llegó más lejos entre todos los poetas de su generación, que le cantaron a la revolución con la metralleta invisible bien guardada en sus armarios. La imagen que tenemos de él ha sido en parte construida en el fértil terreno de la fantasía y en el más fangoso de los intereses políticos. He aquí una historia para probarlo: la ruptura de Dalton con Casa de las Américas, en Cuba, y la manera en que se ha relacionado este hecho con su propia decisión de incorporarse a la guerrilla salvadoreña, son una muestra de la imaginación y del lodo que se ha vertido sobre su nombre.

Fuente: http://www.elpuercoespin.com.ar/





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